en la mas baja y estrecha, reservada para sombreros, paraguas, bastones y paquetes pequenos. Piensa en el viaje que todo el mundo tiene que hacer en la vida. El de su padre empezo en el lejano Bombay, en el extremo mas remoto de uno de los linajes burbujeantes del Imperio. Alli fue educado y se convirtio al cristianismo. Alli escribio una gramatica de la lengua gujarati que le financio el traslado a Inglaterra. Estudio en el St. Augustine's College de Canterbury, fue ordenado sacerdote por el obispo Macarness y luego fue coadjutor en Liverpool antes de encontrar la parroquia de Wyrley. Todo el mundo admitiria que ha sido un gran viaje, y George piensa que el suyo propio sin duda no sera tan largo. Quiza se asemeje mas al de su madre: de Escocia, donde nacio, a Shropshire, donde su padre fue vicario de Ketley durante treinta y nueve anos, y despues al cercano Staffordshire, donde su marido, que Dios se lo conserve, quiza logre servir igual numero de anos. ?Birmingham sera el destino final de George, o solo una escala? Todavia no lo sabe.
Esta empezando a pensar menos como un pueblerino, con un abono de temporada para el ferrocarril, y mas como un ciudadano en ciernes de Birmingham. Como un signo de su nueva condicion, resuelve dejarse bigote. Tarda mas en crecer de lo que pensaba, lo cual permite a Greenway y Stentson preguntar varias veces si le gustaria que juntasen dinero para comprarle entre los dos una botella de un tonico capilar. Cuando el bigote le cubre por fin toda la anchura del labio superior, empiezan a llamarle Manchu.
Al cansarse de este juego inventan otro.
– Oye, Stentson, ?sabes a quien me recuerda George?
– Dame una pista.
– Bueno, ?a que escuela fue?
– George, ?a que escuela fuiste?
– Lo sabes muy bien, Stentson. -Dimelo, de todos modos, George.
George alza la cabeza de la ley de traspaso de tierras de 1897 y sus consecuencias para los legados de bienes raices.
– A la de Rugeley.
– Piensalo, Stentson.
– Rugeley. Empiezo a ver algo. Espera un poco…, podria ser William Palmer…
– ?El envenenador de Rugeley! Exacto.
– ?A que escuela fue el, George?
– Lo sabeis muy bien, amigos.
– ?Daban alli lecciones de envenenamiento a todo el mundo? ?O solo a los chicos listos?
Palmer habia matado a su mujer y a su hermano despues de hacerles un seguro de vida por una suma cuantiosa; mas tarde, a un corredor de apuestas con quien tenia una deuda. Es posible que hubiera otras victimas, pero la policia se conformo con exhumar solo a los parientes mas cercanos. Las pruebas bastaron para garantizar al envenenador una ejecucion publica ante una multitud de cincuenta mil personas.
– ?Tenia un bigote como el de George?
– Igual que el de George.
– No sabes nada de el, Greenway.
– Se que fue a tu misma escuela. ?Estaba en el cuadro de alumnos distinguidos? ?De los que sacaban mejores notas?
George finge que se tapa los oidos con los pulgares.
– En realidad, Stentson, lo curioso del envenenador es que era inteligentisimo. La acusacion fue totalmente incapaz de establecer que clase de veneno habia utilizado.
– Inteligentisimo. ?Crees que el tal Palmer era un caballero oriental?
– Podria haber sido de Bechuanaland. Solo por el apellido no siempre se sabe, ?verdad, George?
– ?Y oiste decir que Rugeley envio despues a una delegacion a lord Palmerston, en Downing Street? Querian cambiar el nombre de la ciudad por la deshonra que les habia reportado el asesino. El primer ministro reflexiono un momento sobre la peticion y respondio: «?Y que nombre proponen: Palmerstown?».
Hay un silencio.
– No te sigo.
– No, no Palmerston. Pal-mers-town [5].
– ?Ah! Muy divertido, Greenway.
– Hasta nuestro amigo Manchu se esta riendo. Por debajo del bigote.
Por una vez, George se ha hartado.
– Arremangate la camisa, Greenway.
Este esboza una sonrisita.
– ?Para que? ?Me vas a hacer una quemadura?
– Arremangate la camisa.
A continuacion George tambien se remanga y pone el antebrazo junto al de Greenway, que acaba de volver de quince dias tomando el sol en Aberystwyth. La piel de los dos es del mismo color. Greenway no se inmuta y aguarda a que George haga un comentario, pero este piensa que ya ha dicho bastante y empieza a abrocharse de nuevo el gemelo.
– ?A que venia esto? -pregunta Stentson.
– Creo que George intenta demostrar que yo tambien soy un envenenador.
Arthur
Habian llevado a Connie de viaje por Europa. Era una chica fornida, la unica mujer en la travesia de Noruega que resistio al mareo. Tal inmunidad irrito a otras viajeras mareadas. Quiza tambien les crispase su belleza maciza: Jerome dijo que Connie podria haber posado para Brunilda. Durante aquella gira Arthur descubrio que su hermana, con su ligero paso de baile y su pelo castano, que le caia por la espalda como la soga de un buque de guerra, atraia a los hombres mas inconvenientes: calaveras, tahures, divorciados untuosos. Arthur se habia visto obligado a dar un serio aviso a algunos de ellos.
Al volver a casa parecio que por fin Connie miraba con buenos ojos a un hombre presentable: Ernest William Hornung, de veintiseis anos, alto, atildado, asmatico, un defensa de criquet decente y lanzador ocasional de bolas con efecto; tenia buenos modales, aunque era propenso a hablar por los codos si le animaban una pizca. Arthur reconocio que le costaria aprobar a alguien que se encarinase de Lottie o Connie, pero en todo caso era su deber como cabeza de familia interrogar a fondo a su hermana.
– Hornung. ?Que es, el tal Hornung? Suena mitad mongol, mitad eslavo. ?No podrias encontrar a alguien cien por cien ingles?
– Nacio en Middlesbrough, Arthur. Su padre es abogado. Estudio en Uppingham.
– Tiene algo raro. Lo olfateo.
– Vivio en Australia tres anos. Debido a su asma. Quiza lo que hueles sean los gomeros.
Arthur reprimio la risa. Connie era la hermana que mas se le enfrentaba; queria mas a Lottie, pero a Connie le gustaba desafiarle y sorprenderle. Gracias a Dios que ella no se habia casado con Waller. Y lo mismo cabia decir, con mayor motivo, de Lottie.