tres peniques?

– Eso dije.

– Doctor Butter, si usted fuera a destripar a un caballo con tanta violencia que el animal muriera desangrado y tuviese que ser sacrificado, ?piensa que podria hacerlo sin dejar apenas mas sangre en su ropa que la que pudiera encontrarse si estuviera comiendo con descuido?

– No quisiera especular…

– Y yo no le instare a que lo haga. No le instare en absoluto.

Ufano por este dialogo, Vachell inicio la defensa con una declaracion breve y despues llamo a George Ernest Thompson Edalji.

«Rodeo el banquillo con paso brioso y se enfrento a la sala atestada con una compostura perfecta.» Esto fue lo que leyo George al dia siguiente en el Daily Post de Birmingham, y fue una frase que siempre le haria sentirse orgulloso. Por muchas mentiras que se hubiesen dicho, y a pesar de la campana de susurros, de las calumnias sobre su ascendencia, de las tergiversaciones intencionadas de la policia y de otros testigos, iba a afrontar y habia afrontado a sus acusadores con una perfecta compostura.

Vachell empezo pidiendo a su cliente que repasara sus movimientos precisos durante la noche del 17. Los dos sabian que era un repaso estrictamente superfluo, en vista del efecto causado por el testimonio de Lewis sobre el horario conocido de los sucesos. Pero Vachell queria acostumbrar al jurado al sonido de la voz de George y a la fiabilidad de su declaracion. Apenas hacia seis anos que se autorizaba a testificar a los acusados, y sacar al estrado a un reo se consideraba aun una novedad peligrosa.

Asi pues, fue referida de nuevo la visita a Hands, el botero, y trazado para el jurado el itinerario nocturno, aunque atendiendo a una senal previa de Vachell George no menciono que habia llegado hasta la granja de Green. Despues hablo de la cena en familia, las disposiciones para la hora de acostarse, la puerta del dormitorio cerrada con llave, el despertar, el desayuno y la partida hacia la estacion.

– Una vez en la estacion, digame, ?recuerda haber hablado con el senor Joseph Markew?

– Si, en efecto. Me abordo cuando yo estaba esperando en el anden a mi tren de costumbre, el de las siete y treinta y nueve.

– ?Recuerda lo que el le dijo?

– Si, dijo que tenia un mensaje del inspector Campbell. Tenia que perder el tren y esperar en la estacion hasta que pudiera venir a hablar conmigo. Pero recuerdo mejor el tono de voz de Markew.

– ?Como lo describiria?

– Pues un tono muy grosero. Como si me estuviera dando o transmitiendo una orden con la minima educacion posible. Le pregunte por que queria verme el inspector Campbell y dijo que no lo sabia y que si lo supiera no me lo diria.

– ?Se identifico como un agente especial?

– No.

– ?Entonces usted no vio razon para no ir al trabajo?

– La verdad es que tenia un asunto urgente en mi bufete, y se lo dije a Markew. Entonces cambio de actitud. Se mostro conciliador y me sugirio que por una vez en mi vida me tomase un dia libre.

– ?Y como reacciono usted?

– Pense que no tenia la menor idea de en que consistia el trabajo de un abogado y de las responsabilidades de su profesion. No es como un tabernero que se toma un dia libre y busca a alguien que se encargue de servir la cerveza.

– No, en efecto. ?Y en aquel momento se le acerco un hombre con la noticia de que habian destripado a otro caballo en la comarca?

– ?Que hombre?

– Me refiero a la declaracion del senor Markew, en la que dijo que se les acerco un hombre y les informo de que habian destripado a un caballo.

– Eso no es en absoluto cierto. No se nos acerco nadie.

– ?Y luego tomo el tren?

– No vi motivo alguno para no hacerlo.

– Entonces, ?no es verdad que usted sonrio al enterarse de que habian mutilado a un animal?

– No es cierto. No se nos acerco ningun hombre. Y yo no sonreiria por semejante cosa. La unica vez en que quiza sonriese fue cuando Markew me sugirio que me tomase un dia libre. En el pueblo sabemos que es un haragan y por eso la sugerencia encajaba muy bien en sus labios.

– Ya. Ahora avancemos un poco hasta mas entrada la manana, cuando el inspector Campbell y el sargento Parsons fueron a su bufete para detenerle. En el trayecto al calabozo, afirman que usted dijo: «No me sorprende. Lo llevo esperando desde hace algun tiempo». ?Dijo estas palabras?

– Si.

– ?Nos explicara que queria decir?

– Desde luego. Desde hacia algun tiempo, habia habido una campana de rumores contra mi. Habia recibido cartas anonimas que ensene a la policia. Era de lo mas evidente que estaban siguiendo mis movimientos y vigilando la vicaria. Unos comentarios que hizo un policia me indicaron que sentian animadversion por mi. Y una semana o dos antes incluso habia circulado el rumor de que me habian detenido. La policia parecia decidida a probar algo en mi contra. De modo que no, no me sorprendio.

Vachell le cito a continuacion el supuesto comentario sobre el misterioso Loxton; George nego tanto que lo hubiese hecho como que alguna vez hubiese conocido a alguien llamado Loxton.

– Pasemos a otra observacion que se supone que usted hizo. En la vista celebrada en Cannock, se le ofrecio una fianza que usted rechazo. ?Dira a esta sala por que?

– Desde luego. Los terminos eran sumamente onerosos, no solo para mi sino para mi familia. Ademas, yo estaba entonces en el hospital de la carcel y mi situacion era confortable. Me contentaba con seguir alli hasta mi juicio.

– Entiendo. El policia Meredith ha declarado que mientras le custodiaba usted le dijo: «No quiero fianza, asi, cuando destripen al proximo caballo, no podran decir que fui yo». ?Dijo estas palabras?

– Si.

– ?Y que queria decir?

– Nada mas que lo que dije. Antes de mi detencion, hacia semanas y meses que se cometian agresiones a animales, y como yo no tenia nada que ver con ellas, supuse que continuarian. Y si continuaban quedaria establecida mi inocencia.

– Vera, senor Edalji, se ha insinuado, y sin duda se volvera a insinuar, que hubo una razon siniestra de por que rechazo la fianza. La suposicion es que la banda de Great Wyrley, sobre cuya existencia hay alusiones constantes, pero que todavia nadie ha probado, iba a acudir en su rescate mutilando a proposito a otro animal para probar su inocencia.

– Lo unico que puedo decir en respuesta es que si hubiera sido tan inteligente como para idear un plan tan astuto, tambien habria tenido la suficiente inteligencia para no confesarlo de antemano a un agente de la policia.

– Claro, senor Edalji, claro.

Tal como George esperaba, Disturnal fue sarcastico y poco respetuoso en su interrogatorio. Le pidio que explicara muchas cosas que George ya habia explicado, con el fin exclusivo de exhibir una incredulidad teatral. Su estrategia iba encaminada a mostrar que el acusado era sumamente astuto y artero, pero que se incriminaba sin cesar. George sabia que debia dejar que Vachell senalara este punto. No debia permitir que le provocaran; tenia que tomarse su tiempo para responder; debia ser impasible.

Disturnal, por supuesto, no omitio sacar a colacion el hecho de que

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