una cena tardia y se retiraron a un salon fumador desocupado. Arthur encendio la pipa y observo como Wood prendia un cigarrillo de alguna marca barata.

– Una excelente familia -dijo sir Arthur-. Modesta, admirable.

– En efecto.

Arthur tuvo una aprension subita, generada por las palabras de la senora Edalji. ?Y si su llegada al escenario de los hechos ocasionaba nuevas persecuciones? Al fin y al cabo, Satan -es decir, el Satan Dios- estaba alli fuera afilando su lapiz y su instrumento curvo con los lados concavos. Satan Dios: que singularmente repulsivas eran las perversiones de una religion institucional en cuanto empezaba su declive irreversible. Cuanto antes demolieran todo aquel edificio, mejor.

– Woodie, dejeme utilizarle como caja de resonancia. -No espero una respuesta; tampoco el secretario penso que la esperase-. Hay tres aspectos del caso que de momento no comprendo. Hay algunas lagunas. Y la primera es por que Anson cogio ojeriza a George Edalji. Ya ha visto las cartas que le escribio al vicario. Amenazando a un colegial con trabajos forzados.

– Si.

– Anson es un hombre notable. Me he documentado. El segundo hijo del segundo conde de Lichfield. Ex artillero real. Jefe de la policia desde 1888. ?Por que un hombre asi escribiria semejante carta?

Wood se limito a carraspear.

– ?Y bien?

– No soy un investigador, sir Arthur. Le he oido decir que en el oficio de detective hay que eliminar lo imposible, y lo que queda, por improbable que sea, tiene que ser la verdad.

– Ay, esa formulacion no es mia. Pero la respaldo.

– Por eso no valgo para investigador. Si alguien me pregunta algo, solo busco la respuesta obvia.

– ?Y cual seria la respuesta obvia en el caso del capitan Anson y George Edalji?

– Que siente aversion por las personas de color.

– Eso, en efecto, es muy obvio, Alfred. Tanto, que no puede ser asi. Por muchos defectos que tenga, Anson es un caballero ingles y un jefe de la policia.

– Ya le he dicho que no soy un investigador.

– No nos rindamos tan pronto. Veremos lo que se le ocurre respecto a mi segunda laguna. Que es la siguiente. Dejando aparte aquel episodio temprano con la criada, el hostigamiento de los Edalji tiene lugar en dos capitulos separados. El primero va de 1892 al principio mismo de 1896. Es intenso y creciente. De repente cesa. Durante siete anos no ocurre nada. Despues vuelve a empezar y destripan al primer caballo. Febrero de 1903. ?Por que ese intervalo? Es lo que no entiendo, ?por que ese intervalo? Investigador Wood, ?que opina usted?

El secretario no disfrutaba mucho de este juego; le parecia ideado de tal modo que unicamente podia perder.

– Quiza porque el culpable, fuera quien fuese, no estaba alli.

– ?Donde?

– En Wyrley.

– ?Donde estaba?

– Se habia ido.

– ?Adonde?

– No lo se, sir Arthur. Quiza estuviera en la carcel. Quiza se marchara a Birmingham. Quiza se embarcara.

– Lo dudo mucho. De nuevo, es demasiado obvio. La gente de la comarca lo habria notado. Habria habido habladurias.

– Los Edalji dicen que no oyeron ninguna.

– Hum. Veamos si las oyo Harry Charlesworth. Ahora bien, el tercer punto que no entiendo es la cuestion de los pelos en la ropa. Si en este punto pudiesemos eliminar lo obvio…

– Gracias, sir Arthur.

– Oh, por el amor de Dios, Woodie, no se ofenda. Es demasiado valioso para ofenderse.

Wood reflexiono que siempre habia tenido alguna simpatia por el personaje del doctor Watson.

– ?Cual es el problema, senor?

– El problema es el siguiente. La policia examino la ropa de George en la vicaria y dijo que habia pelos en ella. El vicario, su mujer y su hija examinaron la ropa y dijeron que no los habia. El medico de la policia, el doctor Butter, y estos medicos son, segun mi experiencia, los mas escrupulosos, declaro que habia encontrado veintinueve pelos «de longitud, color y textura similares» a los del pony mutilado. Aqui hay, por tanto, un conflicto claro. ?Cometieron perjurio los Edalji para proteger a George? Cabria pensar que es lo que creyo el jurado. La explicacion de George fue que quiza se hubiera apoyado en un cercado donde habia vacas pastando. No me sorprende que el jurado no le creyera. Suena como la declaracion de alguien vencido por el panico, no una descripcion de algo que ocurrio. Ademas, sigue dejando a los familiares como perjuros. Si habia pelos en la ropa, los habrian visto, ?no?

Aqui Wood se tomo su tiempo. Desde que empezo a trabajar para sir Arthur, habia ido adquiriendo funciones nuevas. Secretario, amanuense, falsificador de firma, copiloto, companero de golf, adversario de billar; ahora, caja de resonancia y enunciador de obviedades. Ademas de alguien dispuesto a hacer el ridiculo. Pues que asi fuera.

– Si los pelos no hubieran estado en la ropa cuando los Edalji la examinaron…

– Si…

– Y si no estaban alli antes porque George no se habia recostado en ningun cercado…

– Si…

– Entonces tuvieron que llegar alli despues.

– ?Despues de que?

– Despues de que la ropa saliera de la vicaria.

– ?Quiere decir que los puso el doctor Butter?

– No. No lo se. Pero si quiere la respuesta obvia, es que llegaron a la ropa despues. De una forma u otra. Y, en tal caso, la policia miente. O alguien de la policia.

– Lo cual no es imposible. ?Sabe, Alfred? No esta necesariamente equivocado, se lo aseguro.

Un cumplido, reflexiono Wood, que el doctor Watson habria recibido con orgullo.

Al dia siguiente volvieron a Wyrley sin hacer tanto hincapie en que no les vieran, y visitaron a Harry Charlesworth en su lecheria. Conteniendo la respiracion, pasaron por entre los desechos de una manada de vacas y entraron en un pequeno despacho, en un anexo de la parte trasera de la casa. Habia tres sillas desvencijadas, un pequeno escritorio, una estera de rafia embarrada y un calendario del mes anterior en un rincon de la pared. Harry era un joven rubio y de cara franca que parecia alegrarse de aquella interrupcion en el trabajo.

– ?Asi que vienen por lo de George?

Arthur miro enfadado a Wood, que movio la cabeza desmintiendolo.

– Fueron a la vicaria anoche.

– ?Nosotros?

– Bueno, en todo caso vieron a dos desconocidos que iban a la vicaria despues de anochecer, y uno de ellos era un caballero alto que se tapaba el bigote con la bufanda, y el otro uno

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