aquellos malos tratos a su hermano Micky, pero no queria empeorar la situacion, y en aquellos tiempos ni siquiera se pensaba en el divorcio. Anna seguia siendo muy religiosa, y los buenos catolicos irlandeses no se divorciaban, y punto. Anna aprendio a aceptar su suerte en la vida.

En la primavera de 1929 Anna dio a luz a un nino, el primero de los cuatro que acabaria teniendo con Stanley antes de que el matrimonio se estropeara y terminara por fin. Lo llamaron Florian, en recuerdo del padre de Stanley. Anna no tenia muchos recuerdos de sus padres; de su infancia solo recordaba cosas malas, palizas y malos tratos.

Anna tenia la esperanza de que Stanley se ablandara al tener un nino en la casa, pero sucedio precisamente lo contrario. Cuando estaba bebido, empezo a acusar a Anna de infidelidad, diciendo incluso que Florian no era hijo suyo, que Anna se habia acostado con otro hombre mientras el estaba trabajando.

Stanley era amable a veces con Florian, pero en general parecia indiferente hacia el pequeno y no tardo mucho tiempo en empezar a pegarle tambien a el. Si Florian lloraba, le pegaba; si manchaba la cama, le pegaba; y Anna no podia hacer nada. Su solucion era irse a la iglesia de Santa Maria, a una manzana, poner velas y rezar. Anna no tenia otro lugar al que ir, y llego a aborrecer a Stanley y a pensar muchas veces en abandonarlo, incluso en matarlo, aunque nada de eso llego a suceder.

A pesar de todo, Stanley solia tener relaciones sexuales con Anna frecuentemente, quisiera ella o no. Se tenia a si mismo por todo un galan, y solia caer encima de Anna sin previo aviso ni advertencia ni caricias previas: pim, pam, se acabo.

Anna se quedo embarazada por segunda vez y tuvo, el 11 de abril de 1935, un segundo hijo varon al que llamaron Richard. Peso solo dos kilos doscientos y tenia una cabellera espesa de pelo reluciente, tan rubio que parecia blanco.

Al amontonarse las deudas, y con otra boca que alimentar, Stanley se volvio todavia mas malintencionado y mas distante. Cuando llegaba a casa los viernes por la noche, siempre estaba borracho y traia con frecuencia el olor de otras mujeres y carmin en el cuello de la camisa; pero era poco lo que Anna podia hacer al respecto, porque Stanley le pegaba por menos de nada. La consideraba como un objeto de su propiedad, que podia usar y del que podia abusar a su gusto. Lo peor era que se acostumbro a pegar a Florian y a Richard por faltas verdaderas o imaginarias, y los dos chicos llegaron a temer a su padre y a tenerle miedo, y se volvieron callados y taciturnos y muy timidos. Stanley llevaba siempre un grueso cinturon militar negro, y en cuestion de un momento se lo quitaba y azotaba a sus hijos con el sin piedad. Si Anna intentaba intervenir, tambien ella recibia golpes. Parecia como si la violencia alimentara el apetito sexual de Stanley: despues de pegar a su mujer y a los dos ninos, solia tener ganas de sexo, y antes de que Anna se diera cuenta, ya la estaba penetrando a la fuerza.

A Richard ya le pegaba su padre en sus primeros recuerdos. Hace poco conto: Cuando mi padre (mi padre, que risa) llegaba a casa y saludaba, su saludo consistia en darme una bofetada.

Stanley bebia guisqui con cerveza, submarinos. Cuando bebia, se volvia peor y su violencia se hacia mas indiscriminada. Le dio por envolverse el puno con el cinturon militar y dar punetazos con el a sus hijos. Eran como garrotazos. Tenia la costumbre de golpearlos en la cabeza con el puno forrado por el cinturon, y muchas veces dejaba sin sentido a Florian y a Richard. Richard le tomo tanto terror a su padre que se orinaba en los pantalones con solo verlo o con oir su voz, cosa que enfadaba todavia mas a Stanley, que pegaba entonces al chico por haberse orinado encima. En la practica, Stanley estaba despojando a golpes a su hijo segundo, poco a poco, de los elementos humanos indispensables de compasion y de solidaridad, trazando con gran claridad el camino que habria de seguir la vida de Richard.

Por ultimo, Stanley Kuklinski hizo lo impensable: asesino a su hijo Florian en una de sus palizas. Dio al fragil muchacho un golpe demasiado fuerte en la nuca, derribandolo al suelo, y Florian no se volvio a levantar. Stanley obligo a Anna a decir a su familia, a sus amigos y a las autoridades que Florian se habia caido por las escaleras y se habia matado dandose un golpe en la cabeza. Nadie puso en tela de juicio sus explicaciones, y se monto el velatorio de Florian en el cuarto de estar de los Kuklinski, a una manzana de la iglesia de Santa Maria, donde se habia casado aquella pareja desafortunada.

Richard tenia solo cinco anos cuando Stanley mato a su hermano. Anna dijo a Richard que a Florian lo habia atropellado un coche y «se habia muerto». Richard no tenia una idea clara de lo que era la muerte. Solo sabia que Florian estaba en el cuarto de estar, metido en un ataud de madera barato que olia a pino, como si estuviera dormido, pero no se despertaba. Su madre y otros familiares estaban alli llorando, rezando, poniendo velas, pasando las cuentas negras y brillantes del rosario; pero, a pesar de todo, Florian no se despertaba. Richard, con sus cinco anos, miraba con atencion a su hermano muerto, de palidez espectral, el unico amigo que habia tenido, y se preguntaba por que no se levantaba. Hasta entonces siempre se habia levantado…

Despierta, Florian, despierta, suplicaba en silencio. No… por favor, no me dejes aqui solo. Florian… Florian, despierta, por favor. Florian no se desperto.

2

La ley de la calle

Despues de matar a Florian, Stanley aflojo un poco la mano con Richard, pero no tardo mucho en volver a comportarse como de costumbre. Las palizas se volvieron incluso mas brutales y frecuentes. Parecia que Stanley culpaba a Richard de todas las injusticias que le pasaban, de todos sus tropiezos en la vida, y pegaba a su hijo con regularidad y sin motivo. El recurso de Anna seguia siendo irse a la iglesia y pedir en silencio ayuda a Dios, incluso despues de que Stanley matara a Florian. Adopto la costumbre de ponerse a rezar con fervor de cara a una pared mientras Stanley pegaba al pequeno Richard. Richard solia irse a acostar lleno de cardenales, magulladuras y dolores; a veces estaba tan magullado, lleno de cardenales color berenjena, que no podia salir a la calle ni ir a la escuela.

Como era de esperar, Richard se convirtio en un nino muy timido y torpe, con poca confianza en si mismo. El mundo le parecia brutal, violento, lleno de dolor y de agitacion. Solia preguntarse donde estaba su hermano Florian, pero no era capaz de averiguarlo. Su madre le decia que estaba «en el cielo», pero el no tenia idea de como se iba alli. Richard habia estado muy unido a Florian, se abrazaba con el mientras su padre pegaba a su madre y destrozaba los modestos objetos de la familia, y ahora Florian habia desaparecido y Richard tenia que plantar cara a su padre a solas. Era un chico delgado y fragil, y los matones del barrio no tardaron en empezar a meterse con el, lo que no hizo mas que agudizar el aislamiento y el resentimiento que sentia Richard. Su angustia se multiplico.

Habia dos hermanos irlandeses que vivian en la misma manzana y que acosaban a Richard con regularidad. Un sabado por la manana le dieron una paliza especialmente dura. Richard consiguio echar a correr y huir de ellos. Aquel dia, Stanley estaba en casa y vio lo que pasaba por la ventana del cuarto de estar. Cuando Richard llego al piso, Stanley se quito el cinturon y se encaro con el chico, exigiendole que volviera a bajar y luchara con los hermanos.

– ?Ningun hijo mio va a ser un gallina de mierda! -vocifero, azotando a Richard en la cara con el cinturon.

Richard, con la cara ardiendo, con la huella roja del golpe en el rostro, volvio a bajar a toda prisa.

– ?A por ellos! -le ordeno Stanley desde la ventana; y Richard hizo exactamente lo que le mandaban. Hallando dentro de si una nueva ferocidad y una hostilidad reprimida, ataco a los hermanos, los encontro desprevenidos y dio una paliza terrible a los dos. El padre de estos, un irlandes alto y larguirucho llamado O'Brian, salio entonces de la casa y aparto a Richard de un empujon brusco.

Richard vio entonces con sorpresa que Stanley bajaba de un salto de la ventana del segundo piso, caia de pie, cruzaba la calle Tercera como una exhalacion y daba una bofetada a O'Brian, al que dijo:

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