religiosa que era Anna Kuklinski, no era buena madre. Parecia que no era consciente de que sus hijos tenian que comer, y con regularidad. Cuando Stanley termino por abandonar a la familia, Anna se convirtio en cabeza de familia solitaria y agobiada, trabajando en la empresa de envasado de carne y fregando los suelos de Santa Maria por las noches. Pero teniendo cuatro bocas que alimentar, ademas de pagar el alquiler y los demas gastos de la casa, siempre faltaba de todo, y Richard empezo a robar comida. Se levantaba temprano y hurtaba bollos y galletas de la furgoneta de Drake, que hacia el reparto diario a las tiendas y a las casas particulares de Jersey City. Aunque Richard era timido y vergonzoso, tenia un valor especial cuando se trataba de robar.
Acechaba como un gato la furgoneta de Drake, y cuando el repartidor salia a hacer una entrega, Richard se colaba en la furgoneta, se apoderaba de bollos y de leche y se largaba. Lo hacia varias veces por semana, y gracias a ello su hermana Roberta y su hermano Joseph podian comer algo mas que las gachas baratas que les daba Anna con desgana.
Tambien Anna creia firmemente en los castigos corporales. En el orfanato del Sagrado Corazon le habian inculcado a golpes un ramalazo de maldad, y Richard creia a veces que su madre era mas mala todavia que su padre, lo que ya era dificil. Anna intentaba obligar a Richard a que dejara de robar; le pegaba con casi todo lo que encontraba en la casa: zapatos, palos de escoba, cepillos, cucharones de madera, cazos y cazuelas. Hasta le pegaba en la cabeza (incluso despues de que Florian hubiera muerto de esa manera) y lo dejaba sin sentido. Se acercaba por detras y le pegaba cuando no lo esperaba. Una vez que Anna pego a Richard con un palo de escoba, Richard se lo arranco de las manos. Como su padre, Richard tenia muy mal genio. Anna tomo una sarten, y Richard huyo de la casa.
Solia preguntarse por que lo odiaba tanto su madre, por que era tan cruel. ?Que habia hecho el para que lo tratara con tanto odio?
Otra buena fuente de comida eran los vagones de mercancias que se alineaban en los enormes depositos de Jersey City. Los vagones estaban llenos de alimentos de todas clases, procedentes de todo el pais, y Richard tomo la costumbre de colarse en ellos y robar pinas, naranjas y pedazos enormes de carne congelada de los vagones frigorificos. Anna aprendio a aceptar las cosas buenas que traia a casa Richard. Ella no podia permitirse nunca esos alimentos, y pronto dejo de castigar a Richard por sus hurtos. Al fin y al cabo, el ya era el hombre de la casa, y desempenaba el papel de su padre sin darse cuenta de ello. Habia pasado a ocupar, en la practica, el lugar de Stanley, y Anna, Roberta y Joseph veian en el joven Richard al sosten de la familia. A Richard le agradaba este papel. Le hacia sentirse importante, adulto, maduro para su edad. Llego a robar tanto, que se llevaba a casa cualquier cosa que pudiera moverse.
4
Anna consiguio de alguna manera un piso federal protegido en una nueva urbanizacion de casas de ladrillo de cuatro pisos, en la avenida de Nueva Jersey y la calle Quince. Era una gran mejora para la familia. Las casas tenian calefaccion, buen aislamiento, todos los servicios modernos. Todo estaba limpio y nuevecito. A Richard le encantaba la casa nueva, los suelos de tarima nuevos, como entraba el sol a raudales por las ventanas, lo limpio y reluciente y hermoso que estaba todo.
Las viviendas estaban llenas de familias obreras de renta baja, y Richard encontro alli muchos posibles amigos y companeros de juegos. Se habia convertido en un muchacho alto, flaco, muy timido, de pelo rubio y reluciente, ojos castanos claros con forma de almendra y orejas demasiado salientes. Los chicos de la urbanizacion empezaron pronto a burlarse de Richard; se reian de su aspecto, de su ropa, de su delgadez, de su pelo rubio y revuelto, de sus orejas.
– Eh, polaco tonto -solian decirle a modo de insulto.
Los chicos de la urbanizacion, una banda de cinco o seis que iban siempre juntos, no solo se burlaban de Richard, sino que tomaron la costumbre de maltratarlo fisicamente; le daban empujones, bofetadas, le tiraban la gorra de beisbol, le exigian que les diera dinero. Richard tenia poco dinero, por lo que se ganaba mas malos tratos, bofetadas y patadas en el culo cuando pasaba andando. Los malos tratos que sufria Richard a manos de los chicos de la urbanizacion echaban mas lena al fuego del descontento que ardia ya en su interior.
El cabecilla de este grupo de golfillos era un chico grandullon, de pelo negro, llamado Charley Lane. Tenia algunos anos mas que Richard, le sacaba una cabeza y era mucho mas robusto. Parecia que su entretenimiento favorito era amargar la vida a Richard.
Richard no tenia amigos. Era un solitario. No tenia a nadie en quien confiar, con quien hablar, con quien jugar a la pelota. Queria tener amigos, tener algun aliado, un camarada que se pusiera de su parte, pero lodos los chicos que vivian en la urbanizacion no querian mas que burlarse de el y provocarlo, despreciarlo e insultarlo:
– ?Eh, polaco tonto! ?Eh, cabeza cuadrada!
El hermano de Richard, Joseph, era demasiado pequeno para ser su amigo, y su hermana Roberta tenia su vida propia y poco en comun con su hermano mayor.
Richard encontro solaz en las revistas policiacas. Las habia descubierto en una tienda de chucherias del barrio, y con sus manos habiles y largas conseguia hurtar ejemplares nuevos, emocionantes y reveladores, cada pocas semanas. Richard se habia convertido en un ladron habilisimo y lleno de arrojo. Mas tarde diria, en confianza, que era ladron nato. Ya sabia que su destino en la vida seria el delito, estar fuera de la ley, a espaldas de la sociedad, y aprendio a aceptarlo, incluso a celebrarlo.
En general, a Richard no le gustaba leer, pero aquellas revistas policiacas las devoraba. Leia despacio, guiandose con el dedo largo y delgado; solia tener que leer varias veces algunas frases para comprender las palabras, sus significados secretos y ocultos. Como el tema del delito lo atraia tanto, se preocupo de entender aquellas palabras, de darles vueltas en su mente joven, de imaginarse los robos, los atracos y los asesinatos que describian con vividez a base de frases cortas y sencillas. Cuando hacia buen tiempo, a Richard le gustaba bajar hasta el rio Hudson y ponerse alli a leer, junto al agua callada de rapida corriente. Alli habia silencio y nadie lo acosaba ni lo molestaba. Veia frente a Jersey City el bajo Manhattan, un lugar animado y bullicioso lleno de edificios altos y grandiosos y de gente rica que comia todos los dias bistec y platos delicados, todo lo que querian, tanto como querian: a Richard no le cabia duda de ello.
Lo que mas interesaba a Richard era como se resolvian los crimenes, sobre todo los asesinatos. Se pasaba horas enteras absorto en esas revistas policiacas, que le aportaban unas nociones de la conducta criminal que no podia encontrar en ninguna otra parte, unas nociones que el aprovecharia bien mas tarde. Las palabras de esas revistas impresas en papel barato, con portadas de colores chillones, llenas de violencia a rebosar, como si fueran nubes siniestras de gas venenoso, llenaban la cabeza de Richard con fantasias de violencia, de asesinatos, de devolver el golpe a los que lo maltrataban, lo provocaban, lo insultaban. Empezo a pensar en hacer dano a la gente… en matar a la gente. En desquitarse. En vengarse.
Como todos los adolescentes, Richard queria hacer cosas de adultos. Anhelaba tener un coche, ir al volante y demostrar al mundo que tenia medios para poseer un coche, para ir donde quisiera, hasta Manhattan, «la ciudad», si le apetecia. En la calle Dieciseis, cerca de su casa, habia un aparcamiento, y Richard empezo a robar coches para salir a darse paseos cortos y emocionantes por Jersey City y luego dejarlos de nuevo en el aparcamiento. Ya era alto para su edad, y aprendio enseguida los trucos de volante, freno y acelerador. A Richard le encantaban esos paseitos. Habia decidido que algun dia tendria un coche de capricho, un Cadillac, o quiza un Lincoln Continental. Le gustaria cruzar en coche el tunel de Holland, ir a visitar la ciudad, pero temia que alguno de los encargados de las cabinas de peaje lo detuviera, le hiciera preguntas. Richard hacia todo esto en solitario y le hacia sentirse mayor y mas independiente. Solo tenia trece anos y estaba orgulloso de tener huevos para hacer esas cosas.
Aquel invierno la situacion con los chicos de la urbanizacion se volvio insoportable. No lo dejaban en paz. Las burlas y las provocaciones se volvian mas frecuentes, mas violentas, mas malignas. Un dia habia intentado pelear y le habian dado una paliza terrible: entre cuatro le habian dado de