Y lo cumplio.
Despues de dos horas al volante dando vueltas en la cabeza a lo que haria, Richard llego a South Jersey, una zona de marismas desoladas y pinares. Se detuvo en un puentecillo sobre un estanque helado, rodeado de juncos altos de color amarillento que veia a la luz de los faros del coche. Por alli no habia nadie. El viento aullaba. Se bajo del Pontiac y abrio el maletero. Charley Lane era mucho mas pesado que antes. Todavia no le habia comenzado el rigor mortis, y se le podian doblar las articulaciones. Richard lo saco trabajosamente del coche, lo tendio sobre el suelo helado y volvio con el hacha-martillo. Sabia que se podria identificar a Charley por los dientes, con lo que acabarian por echarle encima a el el asesinato, de modo que utilizo el martillo para sacar todos los dientes a Charley. Despues extendio sus manos sin vida y le corto las puntas de los dedos. Recogio las puntas de los dedos y los dientes con idea de quitarselos de encima en otra parte. Por ultimo, se aseguro de que Charley no llevaba encima ningun documento de identificacion, le encontro algun dinero en billetes, se lo quedo, levanto el cuerpo y lo tiro desde el puentecillo. El cuerpo rompio el hielo y lo atraveso. Richard volvio al coche y se dirigio de nuevo hacia Jersey City, pisando bien el acelerador. Por el camino fue tirando los restos de Charley que se habia guardado, sabiendo que los pajaros y otros animales se los comerian tarde o temprano. Todo esto lo habia aprendido como avido lector de las revistas policiacas. De este modo, el camino de Richard en la vida quedo marcado de manera fija e irrevocable.
Cuando Richard llego otra vez a Jersey City, ya estaba asomando rapidamente una helada aurora palida. Vio que el cielo, por el este, adquiria un color anaranjado pardo, invernal. Supuso que ya habria llegado el momento de librarse del coche, de manera que lo dejo en un aparcamiento de Hoboken y se volvio andando a su casa, cambiado para siempre.
Orgulloso de si mismo, de lo sereno que habia estado bajo presion, de lo inteligentes que habian sido sus actos, se metio en la cama, pero no podia dormir. Sentia, por primera vez en toda su vida, que era alguien, una persona que merecia respeto. Podia controlar quien vivia y quien moria, cuando, donde y como. Lo ultimo que penso Richard antes de quedarse dormido por fin fue: Si me jodes…, te mato… ?te mato!
5
En los dias siguientes, Richard veia a los chicos de la urbanizacion, pero como no tenian a Charley para dirigirlos, para animarlos y mandarlos, dejaron en paz a Richard. Sin embargo, Richard no los dejo en paz a ellos. Habian pasado varios anos atormentandolo, y el no lo habia olvidado. Con un garrote que habia encontrado, los fue atacando uno a uno y dandoles palizas sin compasion, y a partir de entonces no volvieron a molestar a Richard. De hecho, cuando lo veian venir se apartaban, ni siquiera lo miraban a los ojos.
Fue entonces cuando aprendi que es mejor dar que recibir, explicaba Richard hace poco.
Hubo muchas preguntas sobre lo que habria pasado a Charley, pero nadie vinculo jamas su desaparicion repentina con Richard, el palo del armario, el Pontiac robado. Richard creyo que habia cometido el crimen perfecto, llego a considerarse a si mismo un criminal astuto y peligroso, un elemento digno de ser tenido en cuenta. En cuestion de pocos dias paso de ser un chico asustadizo a convertirse en un hombre peligroso. Empezo a llevar consigo un bate de beisbol, que no dudaba en utilizar contra cualquiera que lo molestara, hombre adulto o chico. Tenia muchas cuentas pendientes que ajustar, y recorrio metodicamente Jersey City buscando, encontrando y pegando a todos los que lo habian maltratado o habian abusado de el. Era muy alto para su edad y tenia una fuerza membruda, nervuda, impropia de su edad. Se gano en poco tiempo fama de tipo duro, de persona a la que no era cuestion de joder, y eso le gustaba… y mucho.
Pero el bate era demasiado grande y llamaba la atencion, por lo que Richard opto por llevar un cuchillo de caza barato, que usaba sin reparo y con muy malas intenciones.
Richard no pensaba nunca en Charley Lane. Habia muerto, y que se fuera al infierno. Ya fuera por la brutalidad de Stanley, por las palizas que le daba su madre, por los muchos traumatismos que habia sufrido Richard en la cabeza, o por haber nacido con algun gen desfavorable, el caso era que Richard no sentia ninguna preocupacion, ningun remordimiento, ningun reparo a la hora de cortar la cara a alguien, incluso de quitarle la vida.
La idea del asesinato era consecuencia natural de vivir en una selva, y Richard habia conocido el mundo como una selva brutal, y habia tomado la resolucion de no ser presa sino depredador. Ya entonces saltaba a la vista que Richard era matador por naturaleza.
A Richard no le servia de gran cosa la escuela, y apenas volvio por alli. Empezo a frecuentar los billares cargados de humo, y los bares donde habia mesas de billar. Le gustaba mucho el juego del billar americano, su fina precision, sus reglas, su coordinacion y su estrategia. Practicaba constantemente, horas enteras, perfeccionando su habilidad, su coordinacion manual y visual, el golpe justo, necesario, para acertar los golpes mas dificiles. Con su cuerpo alto y delgado y sus brazos de una longitud fuera de lo comun, era capaz de inclinarse para dar con comodidad los golpes mas complicados. No tardo en descubrir que el que sabia jugar bien al billar podia ganar dinero, y se imaginaba a si mismo convertido en un vividor del billar celebre, en un jugador astuto y de palabra suave capaz de ganar hasta la camisa a cualquier adversario.
Richard tenia una extrana habilidad para moverse en silencio. Caminaba con naturalidad sobre las puntas de sus pies enormes y era capaz de acercarse a las personas sin que estas lo advirtieran. Una tarde volvio a su casa de manera inesperada. Al entrar en la casa oyo un ruido raro, suspiros fuertes, quejidos ritmicos. Avanzo despacio y se asomo al cuarto de estar, y vio alli a su madre, que estaba manteniendo relaciones sexuales en el sofa con un hombre, un hombre casado y con tres hijos que vivia en la casa de al lado. Su madre tenia las piernas abiertas y levantadas a ambos lados del hombre que le hacia el amor ensenando el culo gordo, blanco y peludo. A Richard le dieron ganas de clavar su cuchillo en la espalda a aquel hombre, pero se volvio en silencio y se marcho, asqueado, lleno de odio hacia su madre. Ella que siempre le decia lo sucio que era el sexo, no hagas esto, no hagas lo otro, y alli estaba a pleno dia, follando con el tipo casado de la casa de al lado. Que hipocrita, que golfa, que puta, penso; y se marcho a los billares de Jake, en Hoboken, y se puso a practicar…
Richard fue mejorando mas y mas en la practica del billar americano, y empezo a ganar dinero, en efecto. Con su aire timido y su cara de nino inocente, la mayoria de sus rivales se creian capaces de ganarlo, pero perdian siempre. Tenia discusiones y peleas con tipos en los billares y en los bares, y no dudaba en pegar con un taco de billar a cualquiera que se le enfrentara o que se negara a pagarle una apuesta. Descubrio enseguida que dando el primer golpe y con mucha fuerza, se ganaba, la pelea habia terminado, la discusion quedaba zanjada. Y se acabo. La verdadera ley era siempre la del mas fuerte.
Su reputacion se extendio rapidamente por toda Jersey City y por Hoboken, y eran pocos los que estaban dispuestos a tener roces con Richard Kuklinski. Richard tuvo a veces enfrentamientos con tipos que estaban acompanados de otros amigos, y ni siquiera entonces retrocedio. Era intrepido hasta la temeridad. En cierta ocasion se peleo con dos hermanos que, acompanados de un tercer amigo, lo vencieron. Pero Richard espero a que los tres tipos se marcharan del bar, los siguio hasta su casa, se entero de donde vivian y volvio una noche, pocos dias mas tarde. Espero entre las sombras el momento oportuno y apunalo por la espalda a uno de los hermanos. Despues siguio al amigo y le clavo el cuchillo en el vientre cuando subia las escaleras de su casa. Busco al tercer hermano, pero este se habia largado de Jersey City. Richard se gano fama de tipo verdaderamente peligroso. Otros duros de su edad se reunieron a su alrededor rapidamente. El tenia dotes de jefe, poseia un ingenio vivo y acido, y cortaba un cuello con la misma tranquilidad con que escupia en una acera sucia.
Al poco tiempo, Richard tenia ya una especie de banda propia. Eran