cuando recibimos a invitados extranjeros.
– Espero no ocasionarle ninguna molestia, ni en su clase ni en su fiesta.
– Doy clase dos o tres veces por semana. Si le interesa la pintura, puede asistir como espectador. Son clases muy informales. En cuanto a las fiestas, cuantos mas seamos mejor lo pasaremos.
La chica vestida con el pantalon de peto se acerco llevando una acuarela de gran tamano en las manos. Xie la cogio y la examino durante unos instantes antes de senalar una esquina y decir:
– Aqui hay demasiada luz, Yang.
– Gracias -respondio la chica, dandole una palmada en el hombro con una familiaridad poco habitual entre alumnos y profesores.
Xie parecia entenderse bien con sus alumnas. Asintiendo con la cabeza, le comento a Chen:
– En realidad, las chicas estan hechas de agua.
Parecia una frase sacada de
Un hombre rechoncho de mediana edad abrio la puerta e irrumpio en la estancia, seguido de una muchacha esbelta con aspecto de modelo. El hombre condujo a la chica hasta Xie.
– Ah, permitame que lo presente -le dijo Xie a Chen-. Este es el senor Gong Luhao. Su abuelo era el rey del zorro blanco.
– ?Rey del zorro blanco? -Chen levanto un poco la voz, perplejo.
– Bueno, mi padre trabajo en el negocio de las pieles antes de 1949. Adquirio renombre como distribuidor de pieles de zorro blanco de la mas alta calidad -explico el senor Gong, volviendose hacia la chica-. Su abuelo estaba relacionado con la familia Weng. Quiere estudiar con usted.
– Puede entregarme una muestra de su trabajo -ofrecio Xie-. Este es el senor Chen. Un empresario de exito, que ahora tambien es escritor. El senor Shen, que trabajo en el Banco de la Industria en los anos treinta, me ha hablado muy bien de el.
– ?Ah, el senor Shen! Mi padre lo conocia bien.
Al parecer, Chen aqui no era nadie, y solo se dignaron recibirlo gracias a Shen.
Alguien empezo a hacer sonar una campanilla en el salon mientras decia a viva voz: «Es la hora del baile, senor Xie».
– Se ha acabado la clase -dijo Xie a sus alumnas-. Si quereis seguir trabajando podeis quedaros aqui; si no, podeis uniros a la fiesta.
Xie condujo a Chen hasta la fiesta que se celebraba en el salon cogiendolo por el hombro como si fueran viejos amigos, probablemente para que los demas se fijaran en ellos.
Al entrar en el salon el inspector jefe creyo retroceder en el tiempo: sonaban melodias populares en los anos treinta. Chen reconocio una de las canciones porque la habia oido en una antigua pelicula de Hollywood. Habia bastantes invitados; muchos debian de haber llegado mientras Chen hablaba con el anfitrion en la otra sala.
Xie no dejaba de saludar y de presentar a los invitados, tras dirigirse brevemente a cada uno de ellos. Aun asi, se las arreglo para cuidar en todo momento de Chen, aprovechando la menor oportunidad para recalcar que era conocido del senor Shen. A nadie parecia interesarle el aspirante a escritor y su presencia en la fiesta no habia despertado ninguna sospecha. Al haber tratado en varias ocasiones con hombres de negocios, Chen era capaz de hablar como uno de ellos. Curiosamente, ninguno de los alli presentes resulto ser un autentico empresario.
Entonces comenzo el baile. La mayoria de los invitados ya se conocian. Habia algunas parejas que bailaban muy bien y que sin duda acudian a la mansion Xie con el unico proposito de bailar. Chen penso en sacar a alguna invitada a bailar, pero se echo atras. Aunque habia ido a clase de bailes de salon, apenas habia tenido ocasion de practicar. Prefirio quedarse sentado, solo, en una de las sillas alineadas junto a la pared. No le parecio mala idea tomarse un respiro y observar lo que sucedia a su alrededor. Entonces le vino a la mente una palabra inglesa,
El anfitrion estaba ocupado poniendo un disco tras otro. En lugar de un reproductor de cedes, tenia un viejo gramofono y un monton de discos antiguos. Xie limpiaba cada disco cuidadosamente con un panuelo blanco de seda, como si fuera el objeto mas valioso del mundo.
La fiesta no le parecio a Chen demasiado especial. Los invitados parecian habitar un mundo cerrado, donde solo tenia cabida la nostalgia. Bailaban lentamente al languido compas de la musica y se deleitaban rememorando anecdotas sobre glorias pasadas, sin mostrar el menor interes en lo que sucedia en el mundo actual. ?Que sentido tenia este comportamiento?, se pregunto Chen.
Pero ?que otra cosa podian hacer? Sus «mejores» anos ya habian pasado, y ahora intentaban aferrarse a la ilusion de que sus vidas tenian algun sentido, algun valor. Tal y como se preguntara Zhaungzi mucho tiempo atras, «si tu no eres un pez, ?como puedes saber que les gusta a los peces?». Aquello no incumbia a un poli.
Chen vio de nuevo a Jiao. La muchacha se habia sentado sobre el brazo del sofa en el que se hallaba Xie. Hablaron durante un par de minutos, casi susurrando. Jiao parecia muy amable con Xie, pero la mayoria de las chicas lo eran.
La muchacha llamada Yang se acerco entonces a Chen, vestida aun con el pantalon de peto, y le sonrio. El le devolvio la sonrisa, sacudiendo la cabeza en senal de disculpa. Ella lo entendio y se dirigio a otro hombre. Cada vez hacia mas calor en el salon.
Al cabo de un rato, Chen volvio a entrar en el estudio sin ser visto. Si dejaba la puerta corredera entreabierta podria ver lo que sucedia en el salon. Entre los invitados que ahora bailaban podria estar el agente de Seguridad Interna, pero no era algo que preocupara demasiado a Chen. A continuacion se dirigio al cuadro en el que trabajaba Jiao. Lo impresiono: del brazo de una muchacha brotaba un jacinto que se perdia en la oscuridad de una noche iluminada por luces de neon. Chen se fijo en las revistas que habia encima de una mesa colocada en un rincon junto al sofa, la mayoria publicadas en los anos treinta. Se sento en el sofa y comenzo a hojear un album de pintura.
Para su sorpresa, Jiao entro en el estudio calzada con chapines de tacon alto y sujetando un vaso largo y estrecho en la mano.
– Hola, usted es nuevo aqui, ?verdad?
– Hola. Me llamo Chen. Es la primera vez que vengo.
– Yo soy Jiao. Me han dicho que es novelista.
Tal vez Jiao hubiera oido su conversacion con Xie, o este le hubiera hablado de Chen hacia pocos minutos.
– No, llevo muy poco tiempo escribiendo -explico Chen.
– ?Que interesante!
Esta resulto ser la respuesta mas habitual cada vez que Chen revelaba su nueva identidad. Sin embargo, en lugar de irse, Jiao se sento sobre una pierna doblada, en la silla que antes habia ocupado Xie. La muchacha no dejaba de darle vueltas al vaso que tenia en la mano, y parecia encontrarse a gusto junto a el en el estudio.
– La gente que esta en el salon me parece horrible. No es mala idea tomarse un respiro aqui -dijo ella, mientras una sonrisa bailaba en sus grandes ojos-. Segun el senor Xie, usted es un empresario de exito. ?Por que quiere cambiar de profesion?
Era una pregunta para la que se habia preparado, aunque nadie se la hubiera hecho hasta entonces.
– Bueno, yo me pregunto otra cosa. La gente esta muy ocupada ganando dinero. Es cierto, necesitan el dinero para vivir, pero ?pueden vivir rodeados de dinero?
– La gente hace dinero, pero el dinero tambien hace a la gente.
– Una observacion excelente, Jiao. Por cierto, he olvidado preguntarle a que se dedica usted, o su ilustre familia, ya que aqui todo el mundo saca a relucir sus origenes familiares.
– Me alegra que usted no lo haya hecho. Y, por favor, no empiece a hacerlo ahora. Quiere escribir sobre el pasado, y no vivir en el -afirmo Jiao, llevandose el vaso a la boca. Tenia los dientes muy blancos, ligeramente irregulares-. Pero ?fijese en la coincidencia! He ganado algo de dinero trabajando en una empresa, igual que usted, asi que ahora hago lo que quiero: recargar las pilas durante un periodo no muy largo.
No le sorprendio demasiado la respuesta: Jiao debia de haber respondido lo mismo muchas otras veces. Sin embargo, las palabras de Jiao no le parecieron convincentes, conociendo el historial laboral de la chica. El