personaje que Chen interpretaba tenia su propio negocio, y bien podia haber ahorrado lo suficiente para «ser escritor». Sin embargo, Jiao habia trabajado de recepcionista en una empresa por un sueldo muy bajo.
– En la sociedad actual, no es facil para una chica joven y guapa como usted alejarse valerosamente de las rapidas olas -dijo Chen parafraseando un proverbio, como haria un escritor en ciernes-. El senor Xie debe de ser un profesor maravilloso.
– En casi todas sus obras pinta las antiguas mansiones de la ciudad. Le apasiona este tema. Con sus pinceladas dota de trascendencia a todo lo que ve. Cada uno de los edificios que plasma en sus cuadros parece tener una historia que reluce a traves de sus ventanas. Es realmente fascinante. Ademas tiene muy buena tecnica, por supuesto, y un enfoque muy personal.
– Lo que dice es muy interesante -afirmo Chen. Ahora le tocaba a el recurrir a una respuesta trillada-. ?Cuanto tiempo hace que asiste a sus clases?
– Alrededor de medio ano. Xie es muy popular. -Mientras se bebia el vino a sorbos, Jiao cambio de tema-. Hableme de lo que esta escribiendo, senor Chen.
– Trata de la antigua Shanghai, en concreto en los anos treinta. Por eso me recomendaron ponerme en contacto con Xie.
– Si, es la persona mas indicada para ayudarlo en un proyecto de este tipo. Y este es tambien el lugar mas indicado -anadio, levantandose-. Ahora que hemos descansado un poco, salgamos a bailar. Puede que le sirva para su libro.
– Bailo muy mal, Jiao.
– Aprendera enseguida. Hace un ano yo ni sabia la diferencia entre un paso a dos y un paso a tres.
Quiza fuera verdad. En aquella epoca, Jiao aun tenia un empleo mal pagado y vivia sola. Carecia de vida social.
Volvieron a la fiesta y se dirigieron a la «pista de baile». Jiao era una pareja de baile experta y paciente, y Chen no tardo demasiado en dejarse llevar por ella. El inspector jefe no bailaba con excesiva soltura, pero tampoco lo hacia mal del todo. Girando sobre sus chapines de tacon alto, Jiao se movia con elegancia. Su melena, negra y resplandeciente, contrastaba con las blancas paredes.
Era un atardecer de verano. Al asirla por la fina cintura, Chen se fijo en que Jiao se habia desabrochado el primer boton de la blusa y lucia un escote seductor. Una melodiosa balada envolvia las suaves fantasias de la mansion. Jiao lo miro. Algunos mechones de su cabello rozaron el rostro de Chen, mientras una luz tenue arrebolaba sus mejillas con pinceladas de pintor. Chen penso subitamente en lo que habia leido sobre Mao y sobre Shang, en otra majestuosa mansion como esta, en la misma ciudad…
«En el palacio celestial, ?que ano es este ano?» Un fragmento de un poema de la dinastia Song le vino fugazmente a la memoria, mientras ella le cogia la mano.
– No lo hace nada mal -dijo Jiao acercandole los labios, tan suaves, a la oreja, mientras evaluaba con seriedad fingida sus cualidades como pareja de baile.
– Perfecto -dijo Xie, deslizandose junto a ellos en los brazos de la mujer de mediana edad.
– Me lleva muy bien -respondio Chen.
– Por cierto, algunos invitados estan jugando al Monopoly, un juego fascinante. Todo en ingles, por si le apetece unirse a los jugadores.
Era un juego occidental muy popular, del que Chen habia oido hablar. No se sorprendio de que lo jugaran ahi, pero le recordo los versos de Li Shangyin sobre otro juego, en otra fiesta.
Aqui, el juego del gancho oculto en la palma de la mano
entre los asientos, el vino caliente de la primavera,
la luz de las velas rojas, y el juego
de la servilleta, en grupos.
En cierta ocasion, cuando se sentia como un intruso mientras se hallaba junto a otros que disfrutaban de una noche feliz, el poeta de la dinastia Tang compuso este poema, lamentandose de «carecer de las alas poderosas de un vistoso fenix» para volar hacia su amor lejano, y se comparo a «una planta rodadora que gira y gira» sin ningun objetivo. Al menos escribio algunos versos maravillosos gracias a aquella experiencia. ?Acaso podia Chen decir lo mismo?
La noche fue transcurriendo entre bailes, copas y melodias…
Chen no bailo demasiado tiempo. Prefirio hablar con otros invitados, entre los que estaba el hombre de cabello plateado, gafas de montura dorada y reloj de oro de bolsillo, el senor Zhou, de la ilustre familia Zhou que monopolizo la importacion de vino tinto en los anos treinta. Zhou acabo mostrandose cordial despues de conocer la conexion entre Chen y el senor Shen.
– Xie es un almohadon bordado relleno de paja -comento Zhou-. ?Menudo perdedor! Pero el senor Shen pertenece a la autentica clase ancestral, viene de una destacada familia de banqueros y el mismo es, ademas, un hombre muy erudito.
A Chen le sorprendio oir una critica tan dura sobre el anfitrion y musito una frase vaga como respuesta. Al parecer, habia
Alternando conversaciones y bailes, Chen consiguio aguantar hasta el final de la fiesta. Cuando la melodia de «Auld Lang Syne» descendia sobre la sala semidesierta y Xie se frotaba los ojos adormilados, Chen decidio marcharse junto a Jiao y varias chicas mas.
Se despidieron en el exterior de la mansion. Chen se fijo en que un coche lujoso aguardaba a una de las chicas. Jiao y otra muchacha apodada Oropendola Dorada compartieron un taxi, puesto que no vivian lejos la una de la otra. Jiao le hizo un gesto de despedida bajo la noche estrellada. Chen espero a otro taxi.
De pie en la acera, solo, le parecio oir las notas de un piano procedentes de una ventana abierta en alguna parte de la tranquila calle. Finalmente opto por recorrer la calle Ruijing hasta la estacion de metro. No habia sido un comienzo demasiado malo, reflexiono mientras paseaba.
Era imposible formarse una idea sobre Jiao tras un unico encuentro. Chen no podia descartar la posibilidad de que fuera la amante de algun hombre rico, pero al menos no la esperaba ningun coche al final de la fiesta. Un «bolsillos llenos» habria enviado un coche a recogerla. Y tampoco recibio ninguna llamada de telefono durante la fiesta. Era una muchacha lista y vivaz, y no le parecio que fuera la «pequena concubina» de nadie.
En cuanto a Xie, Chen no lo veia como un almohadon relleno de paja. Mas bien parecia interpretar un papel para aportar sentido a su vida. Tal vez, tras haber desempenado el mismo papel durante tantos anos, su identidad ficticia se hubiera apoderado de el.
Chen se sorprendio al percatarse de que no dejaba de tararear un fragmento de «?Cuando puedes volver?», una de las piezas nostalgicas que Xie habia puesto en la fiesta.
El inspector jefe tambien iba a interpretar un papel, aunque solo durante dos semanas: el de un romantico aspirante a escritor. Algo que el agente del Departamento de Seguridad Interna probablemente ya habria comunicado a sus superiores, tras verlo bailar con Jiao.
6
El Viejo Cazador se quedo muy intrigado cuando Chen lo invito a una casa de te en la calle Hengshan.
El inspector jefe conocia su pasion por el te, pero Chen no era ningun entendido en la materia, penso el Viejo Cazador al divisar la majestuosa casa de te Tang Yun. Un establecimiento tan postinero cobraria por el servicio, por el ambiente y por su supuesto atractivo cultural, pero no por el te en si.
Una esbelta camarera, ataviada con un vistoso vestido mandarin de profundas aberturas, se le acerco apresuradamente encaramada en sus zapatos de tacon y lo condujo a un reservado decorado con antiguedades. Un juego de delicadas tazas de te, tan pequenas y exquisitas como lichis pelados, reposaba sobre una mesa de caoba cubierta por un mantel.
Como Chen aun no habia llegado, el Viejo Cazador se tomo una taza solo. El te lo decepciono: le parecio vulgar y corriente, ademas de aguado.
Como dice el antiguo proverbio, uno no acude a rezar al Templo de los Tres Tesoros si no es para pedir algo.