– Era el hombre con el que habia bailado, de eso estoy seguro. Esa cara redonda como la luna era inconfundible. Segui a Jiao varios dias mas, pero a el no lo volvi a ver. No pude vigilarla todo el tiempo, tenia que trabajar, cargando a la espalda cerdos congelados en el mercado. Entonces me despidieron, y ayer la aborde.
– ?Que le dijo?
– Cuando le mencione que habia visto a aquel hombre en su dormitorio, se puso palida como el papel. Me dijo una y otra vez que no era asunto mio. Le explique que me habian despedido, y que ella podria ayudarme un poco, asi que saco algo de dinero del bolso, unos doscientos cincuenta yuanes. Dijo que llamaria a la policia si intentaba acercarme a ella de nuevo.
– ?Piensa ponerse en contacto con Jiao otra vez?
– Aun no lo he decidido, pero estoy seguro de que hay algo entre Jiao y aquel hombre. El debe de haberle dado dinero.
– Un momento, Peng. ?A cambio de que le dio el dinero? Ese hombre, ?es su amante o un comprador?
– Tal vez ambas cosas, pero ?a quien le importa? Como dice un antiguo proverbio, si no fuera una ladrona, no se sentiria culpable ni se pondria nerviosa. Seguro que por eso me dio el dinero.
– Eso es chantaje. Si Jiao lo denunciara a la policia, podria usted meterse en problemas muy serios.
– Soy un cerdo muerto. ?De que serviria echarme a un caldero de agua hirviendo? -pregunto Peng, masticando la ultima costilla agridulce y limpiandose los dedos con la servilleta de papel-. Lo que hice en aquellos anos hoy no tiene ninguna importancia. Vaya a cualquier colegio y vera a muchos alumnos haciendose arrumacos en el patio, detras de los arboles y entre los arbustos. En cambio, yo estuve en la carcel muchos anos por eso mismo.
– Mucha gente sufrio en aquella epoca.
– Intente empezar de nuevo, pero la gente me evitaba como si fuera un trozo de carne pestilente. Y despues de todos estos anos, siguen contando historias horribles sobre mi relacion con Qian. ?Cree que hay algo que me importe ahora?
Peng, medio borracho y sin dejar de compadecerse de si mismo, tenia la cara tan roja como la cresta de un gallo. Yu no creia que fuera a sacarle nada mas, no con seis botellas de cerveza vacias sobre la mesa.
– Ha sufrido usted mucho, pero no intente chantajear a nadie. No le hara ningun bien.
– Gracias, senor periodista. Siempre que tenga otras opciones, lo evitare.
– Si se le ocurre cualquier otra cosa, pongase en contacto conmigo -le indico Yu, despues de anotar su numero de movil en un trozo de papel.
– Lo hare -respondio Peng apurando el ultimo vaso.
– No le hable a nadie de nuestra conversacion. Tal vez alguien intentara causarle problemas -dijo Yu, levantandose-. Quedese aqui todo el tiempo que quiera.
– No se preocupe por eso; ahora pensaba acabarme los fideos.
Mientras salia del restaurante, Yu se dio la vuelta y vio a Peng hundiendo la cara en el cuenco de fideos, la misma escena que habia presenciado antes. Quizas el companero de Peng tenia razon al asombrarse de su capacidad para comer arroz.
12
Chen llego a la casa de te de la calle Henshan en compania del Viejo Cazador. Al reconocerlos, la camarera los condujo al reservado y los dejo solos.
Nada mas sentarse a la mesa, el Viejo Cazador comenzo a explicarle a Chen lo que habia hecho, y lo que Peng le habia revelado a Yu. Por una vez, no se comporto como un cantante de opera de Suzhou, sino que hablo deprisa, sin perderse en divagaciones. Chen lo escucho sin interrumpirlo. A continuacion, el Viejo Cazador apuro su taza y se levanto.
– Tengo que irme, jefe.
– ?A que viene tanta prisa? -pregunto Chen-. La segunda taza de te es la mejor.
– Tengo que volver a la tienda de agua caliente que hay frente al complejo de pisos de Jiao. Un viejo guarda de seguridad llamado Bei tiene la costumbre de ir alli a comprar agua caliente con una taza de acero inoxidable; luego vuelve a toda prisa a su cubiculo. Apuesto a que compra un centimo de agua caliente para calentar su arroz frio. El dueno de la tienda intentara presentarmelo hoy.
– Vaya con cuidado. Seguridad Interna continua vigilando.
– No se preocupe. Me sentare alli, y sera como un encuentro casual en la tienda entre dos clientes viejos. ?Quien se va a fijar en nosotros? Ya ve, voy a tomarme una segunda tetera dentro de una hora. Bei tambien esta jubilado. Seguro que dos jubilados tendran mucho de que hablar.
– Realmente, como dice uno de sus proverbios favoritos, el jengibre viejo es mucho mas picante.
– Mucho mas picante -repitio el policia jubilado con una sonrisa sarcastica-. Pero le dire algo: este es otro caso Mao, y el parpado izquierdo me ha estado temblando toda la manana. Tal vez no sea un buen augurio.
– Frotese el ojo izquierdo tres veces y repita: «es un buen augurio» -sugirio Chen sonriendo-. Funciona, segun mi madre.
Chen se levanto para acompanar al anciano a la puerta, y observo como se alejaba hasta perderlo de vista. Entonces volvio a la mesa, a la taza de te subitamente solitaria. La camarera debia de haberse llevado la otra.
Le preocupo la idea de que Yu se hubiera involucrado en el caso, aunque era imposible evitarlo. Tratandose de un caso sobre Mao, el Viejo Cazador no podia hacer demasiado por su cuenta. Tuvo que intervenir el subinspector Yu, un refuerzo que ya empezaba a dar frutos. No habia forma de impedir que un companero tan leal como Yu colaborara con el inspector jefe Chen.
Lo que el subinspector habia descubierto no se podia pasar por alto, penso Chen, sorbiendo el te sin llegar a saborearlo.
El hecho de que Peng hubiera visto al misterioso hombre de cara redonda solo una vez, y que Seguridad Interna ni siquiera lo hubiera visto, ni antes ni despues, excluia casi por completo la posibilidad de que fuera un amante secreto de Jiao. Probablemente era un comprador que habia estado negociando con la muchacha en la Puerta de la Alegria. No tenia sentido que Jiao hubiera llevado una antiguedad valiosa a la sala de baile, asi que decidieron cerrar el trato en su piso. En cuanto a la «escena intima» que alcanzo a ver Peng junto a la ventana, tal vez no fuera tal. Y quiza Peng no fuera un narrador muy fiable.
Sin embargo, esta hipotesis podia aclarar el origen del dinero de Jiao y la fecha en que lo recibio. En el mercado actual, aquellas antiguedades debian de valer millones, siempre que Jiao consiguiera un comprador. Esto tambien explicaba sus frecuentes visitas a la mansion de Xie. Jiao esperaba encontrar alli compradores. Ademas, si Jiao vendia pieza a pieza, se entendia que, pese a no contar con una cuenta bancaria abultada, viviera en la abundancia.
Al menos, eso parecia mas probable que la posibilidad de que Jiao hubiera recibido un anticipo por un libro. Una editorial no habria pagado ese dinero sin ver el material de Mao, fuera lo que fuese.
Sin embargo, si Jiao habia heredado un tesoro, se planteaban varias incognitas. Ciertamente, Mao podria haberse llevado cualquier objeto de la Ciudad Prohibida sin impedimentos. Kang Sheng, uno de los aliados mas estrechos de Mao en el Partido, saco clandestinamente muchos objetos del palacio. Kang estuvo vinculado a la Banda de los Cuatro durante la Revolucion Cultural y eso provoco que se descubrieran los robos. Mao, por el contrario, no tuvo que llevarse ningun objeto a hurtadillas. El era mucho mas que un emperador: era un dios comunista. No tenia que perseguir a las mujeres; eran ellas las que corrian a su encuentro.
De ser cierto, se organizaria un escandalo, pero las autoridades de Pekin no tenian que admitirlo. Despues de todo, nadie podia probarlo. Entonces ?por que habian abierto una investigacion?
La taza de te solitaria que habia encima de la mesa parecia mirarlo fijamente.
Por fin, cuando estaba a punto de irse, su movil comenzo a vibrar violentamente, como si el sonido saliera de la taza medio vacia.
– Ha aparecido el cuerpo de una muchacha en el jardin de Xie -dijo bruscamente el teniente Song.
– ?Como? -Chen se levanto-. ?Cuando?