Aun tenia un gusto amargo en la boca.

En la pequena nevera no habia casi nada: una caja con sobras de pato asado de la semana anterior y media caja de sobras de cerdo a la parrilla de quien sabia cuando, ambas de sus comidas fuera de casa, y un cuenco de arroz frio duro como una piedra. No le apetecia desayunar fuera de casa. En las ultimas dos semanas se habia gastado el sueldo de todo el mes, y tuvo que volver a recurrir a sus ahorros. Quiza le devolvieran una parte de los gastos en los que habia incurrido a causa de su mision especial, pero no estaba seguro de como acabaria el caso Mao, y no queria enviar una factura astronomica si fracasaba en su investigacion. Decidio prepararse un chop suey y puso a hervir todas las sobras en una olla de agua caliente, junto a unas cebolletas, jengibre y un pimiento desecado que encontro en la nevera. En un impulso, saco la botellita de tofu fermentado y lo echo en la olla, junto al liquido multicolor.

Cuando la olla hervia sobre el quemador de gas, volvio a sonar el telefono. Esta vez era Song.

– He hablado con Gao Dongdi, un abogado para el que habia trabajado Yang, y tambien con algunos amigos y familiares de ella…

A decir verdad, Chen tuvo que admitir que Song, pese a seguir presionando para adoptar «medidas contundentes», no habia dejado de investigar el asesinato por otras vias.

Chen encendio otro cigarrillo mientras escuchaba. Si Xie no estaba involucrado, el asesino de Yang, que habia abandonado el cadaver en el jardin, aun andaba suelto. Tal vez el asesinato no guardara relacion con el caso Mao, pero no por ello iba a dejar de investigarlo.

– Todos los que van a la Mansion Xie tienen sus razones -si- guio explicando Song-. Algunos quiza vayan para sentirse parte de la elite social, pero otros lo hacen por cuestiones mas practicas. Por ejemplo, Yang acudia a la Mansion Xie para establecer contactos. Esperaba resultarles irresistible a los «bolsillos llenos», y posiblemente tuviera algo mas importante en mente: hacerse con la mansion. Xie pasa de los sesenta. Es un hombre divorciado, sin herederos.

– Ese es un posible movil de asesinato -contesto Chen-, al menos para todas esas jovenes rivales que mantienen una estrecha relacion con Xie.

– Sin embargo, si eso fuera cierto -dijo Song, contradiciendose, el cuerpo de Yang habria aparecido en cualquier sitio menos en el jardin de Xie.

Ademas, Yang no mantenia una relacion demasiado estrecha con Xie, tal y como Chen habia observado. No suponia una amenaza seria para ninguna rival.

Si habia alguna persona que estaba muy unida a Xie, esa era Jiao. Sus atenciones con Xie habian ido mas alla de lo que Chen hubiera esperado, por no mencionar la coartada que le habia proporcionado a su mentor. Con todo, a Chen le costaba creer que Jiao fuera una joven materialista movida por intereses economicos. Esa imagen no encajaba en absoluto con lo que sabia de ella.

No obstante, por una vez, Song y Chen parecian converger en el mismo punto: la posible relacion entre Xie y Jiao.

Tras hablar con Song, Chen permanecio absorto en sus pensamientos durante varios minutos antes de encontrar el chop suey totalmente carbonizado sobre el quemador de gas. Se dirigio entonces a la ventana y encendio el tercer cigarrillo de la manana mientras contemplaba los nuevos rascacielos que aparecian por toda la ciudad, como brotes de bambu despues de un chubasco primaveral. El inspector jefe noto que le empezaba a temblar el parpado izquierdo: un mal augurio, segun las supersticiones populares en las que creia el Viejo Cazador. Chen fruncio el ceno, intentando encontrar un te fuerte apropiado para su estado de animo.

Tras rebuscar de nuevo en el cajon, solo vio una diminuta botella de ginebra, posiblemente un recuerdo de algun viaje en avion. Le desconcerto que hubiera aparecido precisamente aquella manana, como la gargola del sueno. La botella era diminuta, mas pequena aun que el «petardo pequeno» que habia visto en la mano de Gang el dia en que le asignaron el caso.

De pronto se le ocurrio un plan para aquella manana.

Iria al restaurante que se encontraba cerca del piso de su madre. Gang le habia dicho que solia sentarse alli de la manana a la noche. Tal vez no lo encontrara, pero no perdia nada con intentarlo. Desayunar alli no seria caro. Y quiza se pasara despues por casa de su madre para hacerle una visita breve.

A la entrada del restaurante, la tia Yao vendia bolas de arroz tibio rellenas de masa recien frita a los clientes que esperaban en la cola, bostezando o frotandose los ojos. La mujer parecio asombrarse al verlo llegar aquella manana, y lo miro de reojo mientras envolvia las bolas de arroz glutinoso que tenia en las manos. Chen vio que Gang estaba sentado a solas en el interior del restaurante.

– ?Ah, el Pequeno Chen! Hoy viene muy pronto -dijo Gang.

– Esta manana he encontrado esta botella de ginebra por casualidad, asi que he pensado en usted.

– Cuando oyes los tambores y los gongs de la batalla, piensas en un general. Usted es una especie de caballero de la antiguedad.

Gang solo tenia una taza de agua fria sobre la mesa manchada de vino. Ni bolas de arroz ni tiras de masa frita. Y nada de alcohol. Tal vez estuviera alli sentado porque el restaurante era como su segundo hogar.

– Es demasiado pronto para mi -dijo Gang, cogiendo la botellita.

– Dos cuencos de fideos con ternera picante, tia Yao -pidio Chen.

– El licor extranjero podria ser demasiado fuerte para el desayuno. -Gang estudio la botella de ginebra con detenimiento, dandole la vuelta en la palma de la mano.

– Tiene razon. -Chen se dirigio de nuevo a la tia Yao, diciendole en voz alta-: Y una botella de vino de arroz Shaoxing.

– No ha venido aqui por los fideos, ?verdad? -dijo Gang, con un brillo repentino en los ojos-. Digame si puedo ayudarlo en algo.

– Esta bien, vayamos al grano, Gang. Usted fue un lider de los Guardias Rojos al principio de la Revolucion Cultural. Tengo algunas preguntas sobre la campana para «barrer a los Cuatro Viejos». Entonces yo era muy joven, ?sabe? Habia muchas cosas que no entendia. Empiece hablandome de esa campana.

– Bueno, Mao queria volver a arrebatarles el poder a sus rivales en el Partido, asi que movilizo a los estudiantes para que se convirtieran en Guardias Rojos, una fuerza de las bases que combatiria por el. En la primera campana de la Revolucion Cultural, los Guardias Rojos recibieron la orden de «barrer a los Cuatro Viejos»: viejas ideas, vieja cultura, viejas costumbres y viejos habitos. Asi que ciertos enemigos de clase, como capitalistas, terratenientes, intelectuales y artistas famosos, se convirtieron en blancos faciles. Fueron sometidos a las criticas de las masas, y se registraron sus hogares en busca de «objetos antiguos», que los Guardias Rojos destruian o robaban.

– Si, a mi padre le quemaron todos los libros. Y a mi madre le arrancaron un collar que llevaba puesto.

– Siento que su familia sufriera. Mao declaro la campana para «barrer a los Cuatro Viejos» una actividad revolucionaria, y los Guardias Rojos creian cualquier cosa que el dijera. Pegamos muchas palizas, pero mas tarde tambien nos las pegaron a nosotros. -Gang se inclino para remangarse los bajos de los pantalones-. Mire, a mi me lisiaron de una paliza. Karma.

– Todo se debio a la Revolucion Cultural, y usted tambien pago un precio muy alto. No sea duro consigo mismo, Gang. En aquella epoca habia infinidad de enemigos de clase «negros», y muchas organizaciones de Guardias Rojos. ?Como se llevo a cabo la campana?

– Cada fabrica, escuela o unidad de trabajo contaba con una organizacion de Guardias Rojos o con algun grupo similar, pero tambien habia organizaciones mas grandes, como la mia, compuestas por Guardias Rojos procedentes de distintas escuelas. Para realizar una accion «de barrido» contra una familia determinada, por lo general no era necesaria la intervencion de una organizacion grande como la nuestra. Por ejemplo, si su padre era profesor universitario, debieron de ser las organizaciones de Guardias Rojos de la universidad las que asaltaron y saquearon su casa.

Gang dejo de hablar cuando llegaron los fideos y el vino de arroz. La tia Yao habia dispuesto las lonchas de ternera en una bandejita aparte, en lugar de colocarlas sobre los fideos. Tambien les trajo, gratis, un plato de cacahuetes hervidos.

– Los fideos «del otro lado del puente» -dijo Gang muy animado, abriendo la botella de vino de arroz de un golpe contra la esquina de la mesa, y levantando sus palillos a modo de invitacion, como si fuera el anfitrion-. Para que podamos tomar el vino acompanado de carne. La tia Yao es muy considerada.

– Me han dicho que tambien enviaron algunas escuadras especiales desde Pekin, del Grupo para la Revolucion Cultural del Comite Central del Partido Comunista, el CCPC.

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