– ?Por que le interesa todo esto? -pregunto Gang, levantando la vista.

– Soy escritor -explico Chen, sacando una tarjeta de la Asociacion de Escritores-. Voy a escribir un libro sobre aquellos anos.

– Bueno, merece la pena hacerlo, Pequeno Chen. Hoy en dia los jovenes no tienen ni idea de la Revolucion Cultural; lo unico que saben es que los Guardias Rojos eran monstruos malvados. Deberia publicarse algun libro objetivo y realista sobre aquel periodo -dijo Gang, depositando de nuevo los palillos sobre la mesa-. Volviendo a su pregunta. ?Quien dirigia el Grupo para la Revolucion Cultural del CCPC en Pekin por aquel entonces? La senora Mao. ?Quien estaba detras de ella? Mao. Cuando las enviaron a Shanghai, esas escuadras eran muy poderosas y capaces de hacer cualquier cosa: golpear, torturar y matar sin informar al Departamento de Policia y sin preocuparse de las consecuencias. En resumen, eran como el enviado especial del emperador que blande la espada imperial.

– ?Se pusieron en contacto con su organizacion? Al fin y al cabo, ellos eran como dragones venidos de algun lugar lejano, mientras que ustedes eran las serpientes locales mas grandes.

– Solian enviar a escuadras pequenas con alguna mision secreta. De vez en cuando solicitaban nuestra cooperacion. Por ejemplo, si querian adoptar medidas energicas contra alguien, nosotros les ayudabamos y, si hacia falta, manteniamos a otras organizaciones alejadas del blanco.

– ?Recuerda a Shang?

– Shang… Solo que era actriz. Es todo lo que recuerdo.

– Una escuadra especial se ocupo de ella durante la campana para «barrer a los Cuatro Viejos». Se suicido.

– Asi que eso es lo que quiere saber. -Gang apuro el vaso de un trago-. No podria encontrar a nadie mejor que yo para ayudarlo, Pequeno Chen. Casualmente, me he enterado de algo acerca de esas escuadras especiales. Algunos actores sabian ciertas cosas sobre la senora Mao en los anos treinta, sobre su escandalosa vida privada como actriz de tercera. Por eso queria silenciarlos. Los persiguio hasta la muerte y destruyo cualquier prueba incriminatoria, como viejas fotografias o periodicos. Cosas antiguas, desde luego. En el juicio a la Banda de los Cuatro, lo que hizo la senora Mao durante la campana se menciono como parte de sus delitos.

– Es una teoria.

Aunque en el caso de Shang, penso Chen llevandose el vaso a los labios sin probar el vino, al ser mucho mas joven que la senora Mao, no podia tener ninguna informacion sobre la epoca en que la esposa del presidente trabajo de actriz.

– No estoy seguro acerca de Shang. No es un nombre que relacione con esos anos -siguio explicando Gang mientras se servia otro vaso de vino-. Quizas estaba demasiado ocupado. Pero puedo intentar ponerme en contacto con el que fue mi ayudante entonces, por si el sabe algo. Hace mucho que no lo veo.

– Seria de gran ayuda si el pudiera recordar algo.

– Usted me trata como si yo fuera un representante del Estado y, como tal, deberia hacer algo a cambio, naturalmente.

– Se lo agradezco de verdad -respondio Chen, mientras escribia su numero de movil en su tarjeta-. No me llame al numero del despacho, no suelo estar.

– Ah, asi que usted tambien es un representante de la ciudad. -Gang examino la tarjeta detenidamente-. El otro dia, cuando condescendio a sentarse conmigo, enseguida supe que usted era distinto. Usted es alguien, Pequeno Chen. Siempre sera bienvenido aqui, pero no tiene por que beber conmigo. Si no, la tia Yao me matara.

– ?De que hablas? -pregunto la tia Yao, acercandose a su mesa muy escamada.

– De tu corazon de oro por haber tolerado a un borracho inutil como yo durante tantos anos.

– ?Alguna cosa mas? -le pregunto la mujer a Chen sin responder a Gang.

– No, yo ya me marcho. Gracias -contesto Chen levantandose-. No se preocupe, tia Yao. Gang me ha dicho que no beba con el. La proxima vez solo pedire fideos.

14

Era una manana calida y luminosa. Tras consultar el reloj, Chen cambio de idea y decidio no visitar a su madre. La proxima vez, se dijo. Quiza despues del caso Mao. Tendria que haberle pedido a la tia Yao que le enviara algo de comida a su madre. El restaurante estaba bastante cerca de su casa, penso Chen demasiado tarde, dirigiendose apresuradamente a la estacion de metro situada en el cruce de las calles Henan y Nanjin.

El inspector jefe se apretujo contra los demas pasajeros para entrar en el vagon abarrotado, donde no quedaba ni un solo asiento libre. Incluso le costo mantenerse en pie entre tantos codazos. Durante la hora punta los taxis se arrastraban como hormigas, pero el metro al menos se movia. Chen penso de nuevo en Gang, un minusvalido que nunca podria entrar en un vagon de metro como ese. En sus anos de universidad, el antiguo Guardia Rojo debio de estudiar los clasicos, dada la forma en que salpicaba de citas sus comentarios. Todo el mundo deberia ser responsable de sus actos, pero Gang, tan joven y tan apasionado entonces, decidio seguir a Mao. Y pago un precio muy alto por ello.

Cada vez hacia mas calor en el interior del vagon. Chen se seco el sudor de la frente y del cuello. El inspector jefe se tambaleo tras una sacudida repentina y le piso el pie a una chica que estaba sentada leyendo un periodico matinal. Chen musito una disculpa. Ella le sonrio y continuo repiqueteando con sus sandalias en el suelo del vagon. La chica llevaba un vestido de verano amarillo, parecia una mariposa. Le recordo a Yang.

Intentar sacarle algo a Gang tal vez fuera una perdida de tiempo, pero el inspector jefe no queria dejar ni una piedra por remover. Estaba angustiado porque se sentia responsable de dos casos, no solo de uno; los dos posiblemente relacionados, aunque todavia no sabia que conexion habia entre ambos.

Al cabo de media hora, Chen llego a la Mansion Xie con la camisa empapada en sudor. Se sintio obligado a peinarse con los dedos el cabello mojado antes de tocar el timbre.

A causa del asesinato, la fiesta y la clase del fin de semana se habian cancelado. La gente no creia que Xie estuviera involucrado; sin embargo, nadie queria estar alli mientras los polis entraban y salian haciendo preguntas y, de vez en cuando, solicitando declaraciones.

Jiao salio a abrirle.

– ?Ah, bienvenido, senor Chen! Usted es el unico visitante hoy. El senor Xie no se encuentra bien esta manana. Por la impresion, ya sabe. Pero no tardara en bajar.

Jiao llevaba un vestido mandarin rosa y blanco sin mangas, con la espalda casi totalmente al descubierto. Una variacion moderna del elegante vestido, pero cubierta por un delantal blanco. Calzaba zapatillas de saten rosa.

– He venido demasiado temprano -se excuso Chen, preguntandose que haria alli la muchacha si no habia ninguna clase ese dia, y tampoco ninguna fiesta.

– No se preocupe. -Consciente de que Chen le miraba el delantal con curiosidad, Jiao anadio-: He venido a ayudar un poco.

– Es muy considerado de su parte.

– No cocino demasiado bien, pero Xie no sabe como funciona nada en la cocina. Sientese, por favor -indico Jiao, sacando un cuenco de cristal tallado lleno de fruta seca-. ?Que le apetece beber?

– Cafe.

– Estupendo. Acabo de hacerme una cafetera.

Jiao se comportaba como si fuera la anfitriona. Despues de servirle un tazon de cafe, se dirigio con paso gracil hasta el sofa que habia junto a la vidriera. Sobre una mesita de caoba habia una taza de cafe al lado de una maquina de escribir antigua. Jiao debia de haber estado sentada alli, a solas.

Habia un esbozo pequeno apoyado contra la pared. Podria ser suyo, recien acabado. Chen no empezo a hablar enseguida. Se sento en silencio bebiendo el cafe a sorbos, aparentemente relajado.

Mientras lo miraba, tal vez Jiao se preguntara por el motivo de su visita. Las largas aberturas del vestido mandarin dejaban ver sus esbeltas piernas.

– Estoy preocupado por el senor Xie -dijo Chen por fin-. Conozco a un par de buenos abogados. Si es necesario, podria ponerme en contacto con ellos en nombre de Xie.

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