inconfundible.
Tal vez un guarda de seguridad como Bei no hubiera vigilado con atencion a cada residente a todas horas, pero la camara de video de Seguridad Interna debia de haberlo registrado. ?Como habia entrado el hombre misterioso en el edificio y luego en el piso de Jiao sin que nadie lo viera? El Viejo Cazador mastico las hojas de te que habian quedado en el fondo de la taza. Era un habito que habia adquirido despues de leerlo en una biografia sobre Mao.
La investigacion del asesinato de Yang tampoco avanzaba, por lo que le habian dicho. Todavia no habian detenido a nadie, y ni siquiera estaban siguiendo a ningun sospechoso. El teniente Song se enfurecio al enterarse de que Chen se habia ido de vacaciones sin dar ninguna explicacion.
Al igual que el subinspector Yu, el Viejo Cazador no creia que el inspector jefe se hubiera tomado vacaciones por motivos personales, aunque el numero para emergencias que les habia proporcionado indicaba que durante su estancia en Pelan estaria en contacto con su antigua novia, por no decir en su compania.
Entonces sono el movil del Viejo Cazador. Era Chen.
Sin decir ni una sola palabra sobre sus vacaciones, Chen explico la sospechosa participacion de la escuadra especial de Pekin al principio de la Revolucion Cultural. Entre otras cosas, Chen menciono la gran aficion de Shang a sacar fotografias, algunas de las cuales tal vez aun se conservaran, y hablo tambien de la criada de Shang. Era una llamada apresurada; Chen sonaba cauto, como si temiera que le hubieran pinchado el telefono. No divulgo su fuente y colgo antes de que el Viejo Cazador tuviera tiempo de hacerle alguna pregunta.
De todos modos, el Viejo Cazador guardo el numero de Pekin. No era el numero habitual de Chen. La llamada telefonica era sin duda una pista para indicarle al Viejo Cazador el rumbo que debia seguir su investigacion en Shanghai.
El Viejo Cazador solicito informacion a sus contactos sobre la escuadra especial, pero no obtuvo respuesta. Habia pasado demasiado tiempo desde que los miembros de la escuadra vinieron a Shanghai, y su viaje estuvo rodeado de gran secretismo.
Sobre las fotografias de Shang, tampoco habia sacado nada en claro. Hoy en dia estaba de moda coleccionar fotografias antiguas, no solo de Shang, sino tambien de otras figuras celebres. En cualquier caso, el Viejo Cazador no encontro ninguna fotografia tomada por Shang, o en la que apareciera ella.
Solo le quedaba ponerse en contacto con la criada. Tal vez se tratara de la misma anciana que habia visitado a Jiao.
Tras consultar las Paginas Amarillas, el Viejo Cazador llamo al orfanato sin mas dilacion. Segun la secretaria que contesto al telefono, tenian constancia de que algunas personas habian visitado a Jiao anos atras, pero no quedaron registrados ni el nombre ni la direccion de los visitantes.
Con todo, podria tratarse de la criada de Shang. En la opera de Suzhou aparecian algunas criadas sacrificadas y leales como esta.
Despues de hacer varias llamadas mas, el Viejo Cazador obtuvo algunos datos sobre la criada; se llamaba Zhong y ahora tendria mas de ochenta anos. Tras salir de la casa de Shang, en lugar de volver al campo, Zhong continuo viviendo sola en la ciudad, subsistiendo a duras penas gracias a la prestacion minima a que tenia derecho por estar registrada como residente en Shanghai.
El Viejo Cazador volvio a meterse en el bolsillo la bolsita con hojas de te. El propietario de la casa del agua caliente aun estaba detras del tabique de separacion, disfrutando de un popular culebron televisivo. A cinco centimos el termo de agua caliente, el negocio solo era una excusa para tenerlo registrado como local comercial y obtener asi una mayor compensacion economica en el caso de que lo demolieran para construir nuevos edificios. Ya habia pasado la hora de la comida y nadie volveria a entrar hasta la cena, cuando los trabajadores de provincias acudieran a comprar agua para calentar su arroz frio.
El Viejo Cazador dejo diez centimos sobre la mesa y salio del establecimiento con la intencion de visitar a Zhong.
Tuvo que tomar dos autobuses antes de apearse en una parada cercana al puente de Sanguantang, que se alzaba sobre las oscuras aguas del arroyo Suzhou. Zhong vivia en el distrito de Putou, una zona en la que se mezclaban las chabolas, los nuevos rascacielos y los edificios de cemento y acero en plena construccion.
?Le diria algo Zhong? El Viejo Cazador no pensaba dirigirse a ella como un poli, como alguien con autoridad que podia obligarla a hablar. Aminoro el paso al llegar al pequeno claro situado bajo el principio de la curva del puente, solo a un par de minutos del callejon en el que vivia Zhong, y encendio un cigarrillo sin dejar de pensar.
En un comercio de ultramarinos situado junto a la entrada del callejon, compro una bolsa de plastico con lichis secos. Al final del pequeno callejon diviso un edificio muy antiguo de dos plantas. La puerta, pintada de negro, conducia a un estrecho pasillo repleto de cocinas con briquetas de carbon y cestos de bambu, y a una oscura escalera que llevaba a un desvan. Tras palpar la pared durante un buen rato sin encontrar el interruptor, el Viejo Cazador tuvo que subir la escalera a tientas en la oscuridad, oyendo como crujian los escalones bajo sus pies, hasta que llego al desvan.
La puerta se abrio antes de que el llamara. En el umbral aparecio una anciana bajita y encogida, probablemente de mas de ochenta anos. Bajo la luz que entraba por la ventana del desvan, la mujer parecia una vieja campesina de alguna aldea remota. Llevaba el cabello envuelto en una toalla gris y una ristra de cuentas budistas alrededor del cuello, y daba vueltas a otra ristra mas corta en la mano derecha. Con todo, parecia muy despierta para su edad.
– ?Que quiere de mi? -pregunto la anciana, frunciendo la frente surcada de arrugas.
– ?Ah! Usted debe de ser la tia Zhong. Soy el Viejo Yu. -El Viejo Cazador habia preparado que decir-. Por favor, disculpeme por haberme tomado la libertad de venir a visitarla. Soy un viejo jubilado al que solo le queda un deseo por cumplir en este mundo vulgar.
– ?Y que deseo es ese?
– Soy un devoto admirador de Shang, he visto todas y cada una de sus peliculas. Pero nunca he podido ver alguna fotografia que le hubieran tomado en la intimidad. Usted tuvo la suerte de pasar muchos anos con ella, tia Zhong. Me pregunto si podria ensenarme o venderme algunas de sus fotos.
– Tuvo muchisimos admiradores. Pero ?de que le sirvio en sus ultimos dias? -Sin embargo, la anciana dio un paso hacia atras e hizo un gesto vago para indicarle que entrara en el desvan, que parecia un palomar-. Ahora, despues de tantos anos, aparece usted de pronto pidiendo fotos de Shang.
– Escucheme, tia Zhong. En aquella epoca yo no sabia nada sobre los problemas de Shang. Algunos anos despues, busque fotografias suyas por todas partes, sin exito. No fue hasta ayer que alguien me hablo de su relacion con Shang y de la pasion de Shang por las fotografias. Pense que tal vez le hubiera dejado algunas a usted como recuerdo.
– No, senor Yu, no me dejo ninguna.
– Si usted no tiene fotografias de ella, ?donde podria encontrarlas?
– ?Por que no deja en paz a una pobre vieja? Yo ya tengo un pie en la tumba. Y apiadese de Shang, dejela en paz a ella tambien.
– Hace mas de veinte anos de su muerte, pero no pasa ni un solo dia sin que piense en ella. Era una perla sin igual, cuya belleza le irradiaba del alma. Las estrellas del cine de hoy en dia son como gallinas cubiertas de barro en comparacion a un gracil fenix como ella -explico el Viejo Cazador, levantando la bolsa de plastico-. Soy un jubilado normal y corriente. Esto no es mas que una muestra de mi sincera gratitud hacia usted, por toda la ayuda que les presto a ella y a su familia. Usted era la que le enviaba un carro de carbon en el terrible invierno.
– Yo solo soy una mujer inculta e ignorante -respondio ella-. No era nadie hasta que Shang me llevo a Shanghai.
– Por favor, cuenteme algo sobre ella.
– Estuve con Shang, luego con Qian, y finalmente tambien con Jiao -explico la mujer, que, tras coger la bolsa de plastico, empezaba a ablandarse-. Todo ha pasado ya, como el humo dispersado por el viento, como las nubes pasajeras. ?Que puedo decirle? Al iniciarse la Revolucion Cultural, tuve que dejar a Shang. De no haberme ido, la habrian acusado de llevar una vida burguesa.
– Si, fue muy considerado de su parte.
– Shang me daba tanta lastima… Se aferraba a la esperanza de que el
– ?A quien se refiere con ese