facil subir y bajar de la litera superior de un coche cama. Su decision no habia tenido nada que ver con un modelo de altruismo como fuera Lei Feng durante la epoca de Mao, aunque a Chen le hubieran endosado un caso sobre el presidente.
– Usted debe de ser alguien importante -afirmo la chica, sentandose mas cerca de Chen-, pero ha comido fideos instantaneos en lugar de ir al vagon restaurante.
– Bueno, me gustan los fideos instantaneos -sonrio Chen a modo de disculpa.
En la sociedad actual, alguien que comia fideos instantaneos sentado en un duro asiento de tren estaba considerado un don nadie incapaz de pagar un suplemento de doscientos yuanes para dormir en una litera, y mucho menos de pagarsela a otro. La brecha entre ricos y pobres era un hecho vergonzoso, pero aun mas vergonzosas eran las reacciones de la gente. En la epoca de Mao, se suponia que la sociedad era igualitaria, al menos en teoria. Chen se sintio mal.
– Es un gasto a cargo de mi empresa. El billete, quiero decir.
No era del todo cierto; tal vez no le reembolsaran el importe del billete. Aun asi, no iba a preocuparse ahora por doscientos yuanes.
Las luces nocturnas del tren se encendieron. La pareja de enfrente cerro los ojos, tras recostarse el uno contra el otro. El silencio fue invadiendo gradualmente el vagon. Chen contemplo en la ventanilla su reflejo, supuesto al paisaje en la oscuridad.
Pekin quedaba muy atras.
Borracho, fustigue a un caballo valiosisimo;
me preocupa abrumar
a una belleza con una pasion excesiva.
Los dos versos de Daifu le volvieron inesperadamente a la memoria. Anos atras, un amigo se los habia copiado en un abanico de papel, que Chen luego perdio. Con una punzada de culpabilidad, el inspector jefe cayo en la cuenta de que ni siquiera habia llamado a Ling antes de abandonar Pekin.
Pero entonces se puso a pensar en otro poema que Mao habia escrito a Yang cuando ambos eran jovenes:
Te saludo con la mano y me voy.
Nos es insoportable permanecer de pie
mirandonos, inconsolables.
Nuestro sufrimiento se repite una y otra vez,
tus ojos rebosantes de dolor
reprimen las lagrimas con dificultad.
Continuas malinterpretando mi carta,
pero todo esto pasara
como las nubes y la niebla.
Solo tu me comprendes en este mundo.
?Como me duele el corazon!
?Acaso lo sabe el cielo?
A Chen no le gustaba el poema, tan lleno de lugares comunes. Y aun le costaba entender como podia haber sido tan cruel Mao con Yang y con sus otras mujeres.
El sonido de su movil interrumpio sus cavilaciones. Era el Viejo Cazador. Chen miro de reojo a la chica que iba a su lado y vio que dormitaba con la boca levemente abierta.
El inspector jefe decidio no levantarse esta vez. Tal vez un par de frases breves fuera de contexto resultaran incomprensibles si las oian.
– Estoy en el tren, de regreso a Shanghai. Esto esta abarrotado, hay mucha gente tanto sentada como de pie -explico Chen, para asegurarse de que el policia jubilado captara la indirecta.
– Fui a ver a su criada. -El Viejo Cazador fue directo al grano. Esta vez no comenzo a divagar como un personaje de las operas de Suzhou-. Se llama Zhong.
– ?Su criada? -Debia de ser la criada de Shang, cayo en la cuenta Chen-. ?Ah! Ya entiendo. Eso es estupendo. ?Le ha contado algo nuevo?
– Xie visitaba a Jiao en el orfanato. Segun Zhong, la ayudo economicamente.
– Eso es muy interesante.
– Zhong afirma que Xie es el responsable del cambio que se ha producido en la vida de Jiao.
– ?Caramba!
– Voy a investigarlo, con la ayuda de Zhong.
– No, no haga nada, Viejo Cazador. Estare ahi a primera hora de la manana. Hablemoslo primero.
Chen nunca habia pensado que Xie hubiera ayudado a Jiao. Economicamente, eso no era posible. Xie apenas podia subsistir con sus ingresos.
Sin embargo, entre Xie y Jiao habia algo, una relacion que ahora estaba fuera de toda duda a la luz de la informacion que le habian proporcionado Yu y el Viejo Cazador.
Entonces, ?a que venia tanto secretismo por parte de Jiao y de Xie? Ninguno de los dos habia querido revelar el vinculo que los unia. Se lo habian ocultado tanto a Chen como al resto de sus conocidos. Los invitados que acudian a la mansion tampoco parecian saber nada. Si Xie visito a Jiao en el orfanato cuando esta era una nina, lo hizo por su amistad con Tan. No habia nada malo o indecoroso en ello, ni era preciso ocultarlo. Al inspector jefe le sorprendio que Seguridad Interna desconociera la conexion entre Xie y Qian.
El caso parecia cada vez mas desconcertante.
A su lado, la chica empezo a roncar, aunque sin hacer demasiado ruido. De la comisura de la boca le colgaba un hilillo de saliva.
Hacia las tres, rigido como una cana de bambu tras permanecer varias horas en el asiento, Chen comenzo a dar cabezazos contra el duro respaldo. Estaba tan cansado de cavilar en la oscuridad que por fin se durmio.
Lo ultimo en lo que penso antes de dormirse fue en aquella tabla de madera a modo de colchon que habia visto en el Mar del Sur Central. Una cama muy incomoda, sin lugar a dudas.
24
El tren llego por fin a la estacion de ferrocarriles de Shanghai.
La nueva estacion era mas grande y moderna que la anterior. Constituia otro intento de mejorar la imagen de la «ciudad metropolitana mas atractiva a escala internacional», como afirmaban los periodicos de Shanghai.
Chen se apeo del tren detras de la pareja, que posiblemente pisaba el suelo de Shanghai por primera vez. Los recien casados se abrazaron y se besaron antes de mezclarse con la multitud, ajenos al bullicio que los rodeaba. La chica bajo detras de el, y se despidio antes de desaparecer en otra direccion.
Chen se quedo esperando de pie en el anden, junto a la puerta del tren. Al cabo de cinco o seis minutos vio a un hombre de mediana edad que se dirigia hacia el a toda prisa, levantando las manos tras reconocerlo. Tal vez hubiera visto a Chen antes, en persona o en fotografia. Era un hombre de complexion mediana, pero tenia la mandibula cuadrada y la espalda ancha, y parecia propenso a engordar.
– ?Camarada inspector jefe Chen?
Era Liu, el agente que sustituia a Song al frente de la brigada especial de Seguridad Interna.
Salieron hasta el abarrotado vestibulo de la estacion, donde, en medio de las escaleras mecanicas que subian y bajaban, Chen vio de nuevo a la chica, estudiando un panel de informacion electronica.
– ?La conoce? -pregunto Liu.
– No -respondio Chen, bajando por la escalera mecanica detras de Liu.
Llegaron a una plaza igualmente abarrotada, con gente que hacia cola en las taquillas, vendedores ambulantes que exhibian sus productos y revendedores que gritaban con entradas en la mano. Los restaurantes y