Al fin y al cabo, el sentido y la esencia de cada vida individual no dependen de dones divinos o imperiales. La vida desafortunada de Shang, favorita de un emperador, era un ejemplo de ello.

Chen saco un cigarrillo, pero no lo encendio y volvio a contemplar al bebe. Mientras sostenia el cigarrillo apagado entre los dedos, se dio cuenta de que el parque habia ejercido cierto efecto en el, y ahora tuvo la impresion de que pensaba con mas claridad.

Yu solia decir en broma que el parque parecia tener un feng shui propicio para el inspector jefe. En los anos setenta Chen empezo a estudiar ingles en el parque, una experiencia que le llevo a muchas otras cosas en su vida. Chen no creia en el feng shui, pero aquella tarde, dandose golpecitos con el cigarrillo en el dorso de la mano, ansio ver algunas senales de feng shui en el parque.

A continuacion, Chen se levanto y se cobijo a la sombra de un arbol en flor, desde donde marco el numero de Liu.

– ?Que ocurre, camarada inspector jefe Chen?

– Entre las personas con las que hablo Song en los ultimos dias, ?habia alguien que trabajara en el sector inmobiliario?

– No, no lo creo.

– ?O alguien apellidado Hua?

– No estoy seguro. Song hablo con bastante gente. ?Como voy a acordarme de todos los nombres, asi de repente?

– ?Podria comprobarlo y luego decirmelo?

– Bueno, no estoy en el despacho…

Dondequiera que estuviera Liu en aquel momento, Chen creyo oir musica que sonaba como agua borboteante, y risas de muchachas como barcos empujados por la corriente.

– Por favor, compruebelo lo antes posible, camarada Liu.

– Lo hare, camarada inspector jefe Chen -respondio Liu sin ocultar su irritacion-. Pero ya hemos hablado de nuestro plan, ?no?

Liu debia de creer que aquella llamada de Chen era otra tactica mas para frenar las «medidas contundentes».

– Si, es cierto -respondio Chen-, pero aun no tienen la orden de registro, ?verdad?

Despues, Chen volvio a la pasarela curvada que se elevaba sobre el agua y respiro el aire del rio, con su olor tan caracteristico. Habia hecho todo cuanto habia estado en su mano. Seguridad Interna actuaria al dia siguiente. A menos que se produjera algun milagro de ultima hora, al inspector jefe no le quedaria otra opcion que abandonar el caso.

Chen se volvio lentamente hacia la torre en forma de piramide del Hotel de la Paz, situado al otro lado de la avenida Zhongshan. El hotel, construido en estilo gotico en los anos veinte por el legendario hombre de negocios judio Victor Sassoon, fue en otros tiempos el edificio mas suntuoso de Shanghai. La oleada de nostalgia que invadia la ciudad habia propiciado la difusion de un sinfin de leyendas urbanas sobre los lujos asociados al hotel. El inspector jefe se pregunto si la banda de jazz de los Shanghai Old Dicks actuaria en el bar del hotel aquella noche. Despues de ir durante casi dos semanas a la mansion Xie, Chen no tenia ningun interes en visitar el hotel.

Entonces oyo el sonido de su movil, casi ahogado por el ulular de la sirena que llegaba desde el rio. Era Peiqin.

– ?Que sucede, Peiqin?

– Estoy en el piso de Jiao, preparando otra cena. Diria que para dos.

– ?Para esta noche?

– Si, para esta noche. Jiao me ha dicho que no volvera hasta despues de las ocho.

Chen miro el reloj de forma casi mecanica.

– ?Esta segura de la hora a la que volvera?

– Tengo que asegurarme de que el arroz este aun caliente cuando Jiao vuelva. Insistio mucho en ello.

– Que interesante, Peiqin -dijo Chen pensando en lo que le habia contado el Viejo Cazador, quien juro haber visto fugazmente a un hombre en la habitacion de Jiao la ultima vez que esta dio «una cena para dos» en su casa-. ?Se lo ha contado al Viejo Cazador?

– Si. Esta noche patrullara por la zona. Me ha dicho que era importante que tambien usted lo supiera. -Y luego anadio-: ?Ah! He hecho una lista de todo lo que me ha parecido inusual en el piso de Jiao. ?Cree que podria serle util?

– Por supuesto. Muy util. ?Me la podria enviar a mi casa por fax?

– Si, se la puedo enviar desde una de esas tiendas en que hacen fotocopias.

– No se como agradecerselo, Peiqin.

– No hace falta que me lo agradezca. Yo no se nada sobre su investigacion, pero trabajando en casa de Jiao he aprendido algunas recetas nuevas. Venga a vernos este fin de semana.

– Lo pensare, Peiqin.

Cuidese mucho, jefe. Adios.

Peiqin estaba preocupada por el, y Chen podia adivinar sus motivos: llevaba semanas sin visitar al subinspector y a su esposa. Pero el corazon le dio un vuelco al pensar en lo que sucederia el fin de semana. La generosa ayuda de Peiqin no iba a servir de nada. Encendio el cigarrillo que sostenia desde hacia un rato entre los dedos y aspiro profundamente. Tenia la sensacion de haber pasado algo por alto en el caso Mao. Algo esencial, pero dificil de captar. La llamada de Peiqin habia intensificado esa sensacion.

Quizas el parque fuera realmente un lugar propicio para el, fuera cual fuese su feng shui. Nada mas meterselo en el bolsillo del pantalon, su movil volvio a sonar. Era Ling, desde Pekin.

– ?Donde estas? -pregunto. Sonaba tan cerca como el agua que lamia la orilla-. Te he llamado al hotel, pero me han dicho que ya te habias ido.

– Me vi obligado a volver a toda prisa a Shanghai. Lo siento, no tuve tiempo de decirte adios. Cogi el tren nocturno en el ultimo minuto, y ya era demasiado tarde para llamarte. -Despues anadio, asiendo con fuerza el movil-: Estoy en el parque Bund. El parque al que fuimos la ultima vez que viniste a Shanghai, ?te acuerdas? No sabes como te agradezco lo que has hecho por mi. Me has ayudado muchisimo en mi trabajo.

– Me alegro de haberlo hecho. Puedes ser excepcional en lo que te propongas, inspector jefe Chen. Asi que se un policia excepcional -dijo Ling, con un tono subitamente distante de nuevo-. Quiza sea como el poema que escribiste, por lo que recuerdo, a imitacion de un poeta britanico, sobre la necesidad de saber elegir. «Tienes que elegir bien la jugada / o el tiempo no te perdonara…»

– Lo siento muchisimo, Ling -se disculpo Chen, consciente de que ella se habia resignado, despues de todo por lo que habian pasado, a que el fuera, ante todo, un policia. Lo demas quedaba en un segundo plano.

– Llamame cuando no estes demasiado ocupado. Y cuidate mucho.

– Te llamare…

Se oyo un clic. Ling ya habia colgado.

Pero ?que otra opcion le quedaba? De nuevo, oyo el canto de una cigarra entre el verde follaje que tenia a sus espaldas.

Triste de no seguir triste,

el corazon endurecido de nuevo,

ya no espera el perdon,

y se muestra agradecido y contento

de haber estado contigo.

Nadie disfruta de la luz del sol en el jardin vacio.

Era la ultima estrofa del poema que Ling acababa de mencionarle por telefono. Al final, Chen no habia tenido otra eleccion que redimirse haciendose policia.

El poema le trajo la respuesta, sin embargo, y no solo a la pregunta que acababa de hacerse. Un destello revelador cruzo su mente, y se le ocurrio otra posibilidad.

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