Carta que gana, carta que pierde. ?Donde esta la reina? Lo siento, ha perdido. Enhorabuena, ha ganado.

Todo fue como Francesco habia previsto, naturalmente. Siguiendo las indicaciones de Angelica llegamos a las cercanias de la playa de un pueblo turistico, frecuentado sobre todo por holandeses, alemanes e ingleses. Compre un par de cervezas heladas en un chiringuito y fui a instalarme a la sombra de un pino al comienzo del caminito de arena que llevaba a la playa. Puse en el suelo la toalla doblada en dos, me sente, bebi algunos sorbos de cerveza, encendi un cigarrillo y empece a juguetear con las tres cartas, ignorando a los que pasaban. Alguno aminoraba el paso para ver que estaba haciendo, yo levantaba la mirada, les sonreia a todos sin decir nada y ellos se iban.

Unos diez minutos despues llego Francesco. Se detuvo para mirarme de manera insistente con la expresion de un pez. La actuacion me vino con naturalidad. Alce la vista una primera vez; la alce una segunda; la alce una tercera y el seguia alli. Entonces deje de juguetear y le pregunte en ingles si queria hacer una apuesta. Would you like to bet? Siempre en ingles le explique como funcionaba el juego, gesticulando notoriamente. Alguno se paraba a mirar. Terminada la explicacion, Francesco puso un billete de mil pesetas ante mi, en la arena. Yo saque otro igual de mi mochila y lo puse sobre el suyo. Me asegure de que el publico estuviese siguiendo el juego.

– Carta que gana, carta que pierde. -Luego, moviendome de modo inutilmente rapido, puse las cartas en el suelo. Sin ningun truco. Con un poco de atencion cualquiera podia decir donde estaba la reina.

Francesco me miro con el inconfundible aire del estupido que se cree astuto e indico la carta equivocada. Con el rabillo del ojo note la expresion de uno de los espectadores. Un senor alto, gordo y peludo, con forma de pera, pecoso y pelirrojo. No entendia como alguien podia equivocarse en algo tan sencillo y, cono, hubiera querido ser el quien apostara.

Descubri la carta que Francesco habia senalado, se la mostre a el y a todos aquellos que ahora seguian la accion, sonrei, me encogi de hombros casi disculpandome por haber ganado y me hice con el dinero. El, un poco con palabras, un poco con gestos, dijo que queria jugar de nuevo y asi repetimos la secuencia. Solo coloque la reina en una posicion diferente, siempre sin ninguna manipulacion. Una vez mas, cualquiera que hubiera seguido con normal atencion mis movimientos sin truco habria sido capaz de indicar la reina. Francesco en cambio se equivoco de nuevo. El gordo con forma de pera se estaba poniendo nervioso. Queria jugar. El era nuestro hombre.

Entretanto habia llegado Angelica. El grupito de curiosos era de siete, ocho personas. Un hombre sobre la treintena, delgado, un poco bizco, pregunto en espanol si podia hacer una apuesta. Dije que si, mientras sentia que la adrenalina entraba en circulacion. Se empezaba a jugar en serio. El aposto y yo truque las cartas. Senalo la carta equivocada y perdio. Volvio a jugar y perdio. Volvio a jugar y volvio a perder tres, cuatro, tal vez cinco veces.

Entonces se adelanto Angelica. Por lo que yo podia entender, hablaba un espanol casi perfecto. Aposto. Gano. Perdio. Gano otra vez. Perdio. Perdio. No habia hecho trucos y el gordinflon ya no podia mas. Cuando Angelica dijo que para ella era suficiente, Francesco amago adelantarse de nuevo y el gordo lo empujo a un lado. Era su turno. Era mi turno, pense con una sonrisa invisible y maligna.

Todo fue como debia ir. Perdio. Perdio. Gano. Perdio. Perdio. Etcetera.

Despues de no se cuantas jugadas mire el reloj y le hice entender, un poco en ingles, un poco con gestos, un poco en un espanol imaginario (que consistia en anadir una «s» al final de cada palabra italiana) que era tarde, debia irme.

El gordo se cabreo. Adopto un aire amenazador. Dijo que estaba perdiendo y que tenia el derecho de continuar jugando. Yo mire alrededor, simulando estupor y un poco de preocupacion. Luego cogi todo el dinero que habia ganado y lo puse en la arena. Mire al gordo. ?Queria jugar aquella cantidad? ?Una ultima mano, todo de una vez?

Se quedo perplejo un instante, como si algo similar a una sospecha -o a un pensamiento- le hubiera pasado por la cabeza. En ese momento Francesco dijo que el estaba dispuesto a hacer esa apuesta. Entonces el otro dejo de pensar, si es que lo habia hecho. Esa partida era suya. Fuck.

Conto los billetes y los deposito junto a los mios, siempre sobre la arena. Yo tenia una cara que oscilaba entre el desconcierto y la preocupacion.

Mostre las cartas sosteniendo dos con la derecha y una con la izquierda. Repeti de nuevo la formula. Las apoye. Luego las junte de nuevo, esta vez todas con la derecha, y volvi a depositarlas. En la jerga de los fulleros esta variante del juego de las tres cartas se llama golpe de gracia. En general se hace al final. Precisamente.

La reina era la carta de la izquierda. Entre el publico se habia hecho silencio. El gordo se lo penso un poco. Sus sentidos decian al centro, sin duda. Pero se lo penso. Yo sentia mis latidos, miraba sus ojos, que se movian de un lado al otro. De un lado al otro hasta que apoyo una mano en la carta que habia elegido.

En el centro.

Deslice el indice bajo la carta que el muy tonto habia elegido y le di la vuelta. Diez de diamantes.

El silencio del publico se deshizo en una nube de comentarios indescifrables, en diversas lenguas entremezcladas.

Estaba estirando la mano para retirar el dinero -el mio y el suyo-, cuando el tipo colorado se tiro de rodillas en la arena, se arrojo sobre las otras dos cartas y las descubrio, una despues de la otra. Justo como habia hecho Angelica en la otra playa. Por unos segundos tuvo en la mano la reina de corazones con la expresion de quien se ha lanzado a derribar una puerta y ha caido estrepitosamente porque la puerta estaba abierta. Arrojo con rabia la carta en la arena, se levanto con dificultad y se marcho maldiciendo en una lengua que por el sonido parecia ingles o norteamericano, pero cuyas palabras no distingui.

No dije nada. Recogi el dinero, las cartas, las botellas de cerveza vacias y me fui mientras los espectadores se dispersaban junto con sus comentarios acerca de aquello que habian presenciado.

No nos quedamos en Altea con los amigos de Angelica. Partimos a la caida del sol y llegamos a Valencia ya de noche. Angelica nos pregunto si queriamos ir a su casa a beber algo y fumarnos un porro. Me disponia a decir que los acompanaria y luego me iria al hotel, cuando Francesco se adelanto.

– Esta bien, vamos encantados. Estas de acuerdo, ?verdad, Giorgio?

Claro que estaba de acuerdo, por supuesto. Asi que subimos.

La casa de Angelica era una especie de estudio, con un pequeno balcon que daba a un patio interior y el bano sin puerta, solo con una especie de cortina sucia para impedir la vista. Hacia calor y de dentro llegaban olores que me recordaban algunas partes bajas del barrio Liberta, cerca de mi casa. De nino pasaba por ahi y detras de las cortinas oia voces, ruidos, gritos. Sentia olor de cocina mezclado con lejia y otras cosas. Y a veces imaginaba que detras de aquellas cortinas habia un pasaje hacia otra dimension y un mundo paralelo.

Bebimos ron, fumamos algunos porros que Angelica ya tenia liados. Nuestras conversaciones eran totalmente inconexas, como ocurre en esas ocasiones. En un momento dado Angelica aspiro una bocanada de su porro, la ultima tal vez, y dijo que queria pasarme su humo. Yo la mire entrecerrando los ojos con una sonrisa idiota. Ella no espero mi respuesta, pego su boca a la mia y me echo el humo dentro. Tosi y ellos dos rieron mientras yo trataba de adoptar una actitud digna. Luego ella dejo de reir y me beso. Su boca era dura y agresiva, como un refuerzo de goma en un enchufe, su lengua era igual: elastica y fuerte.

Despues, la escena es confusa, a veces fragmentaria. Ella sigue besandome mientras sus manos bajan para desabrochar mis pantalones. Su boca ya no esta sobre la mia sino en otra parte. Estoy desnudo y ella tambien lo esta, desnuda, sobre mi y moviendose lentamente. Hace algo contrayendo los musculos de la ingle y la sensacion me llega directa al cerebro, mucho mas que el humo y el alcohol. Pienso que es excelente, excelentisima. Justo como decia Francesco. Ah, Francesco. ?Donde esta? Vuelvo la cabeza con un movimiento lentisimo, pero en cualquier caso el mas veloz que consigo hacer, y lo veo. Esta sentado en el suelo, a mi izquierda, tal vez a un metro de distancia, tal vez a menos. Tiene una sonrisa vaga y nos esta mirando. O tal vez mira hacia otra parte. Angelica continua moviendose y me parece que se toca mientras se me folla. Despues todo se mezcla.

Antes de dormirme, o lo que sea aquel hundirse, veo a Angelica y a Francesco. Estan juntos, se mueven en camara lenta. Muy cerca. Yo en cambio estoy lejos.

Cada vez mas lejos.

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