alguna con la anecdota del libro, como si se hubiese entreabierto una puerta, apenas unos segundos, y yo hubiese vislumbrado una terrible tristeza.
– ?Y despues?
– ?Despues que?
– ?Que paso despues del juicio?
– Ah, si. Fui lo bastante lista como para no recomenzar la historia. Tenia un buen monton de dinero ahorrado y lo habia sabido invertir. Una inversion sin riesgo, con rentas bajas pero seguras, tres apartamentos en las zonas apropiadas, convenientemente alquilados, mas el cuarto, en el que vivo. Vamos, que podia permitirme el lujo de retirarme hasta decidir que iba a hacer en la segunda parte de mi vida. Hice algun que otro viaje, alguno muy largo. Luego descubri eso de lo que ya te he hablado, pero los medicos estuvieron habiles, y ahora me parece que todo paso de una forma muy rapida. Cuando regrese, de los viajes y de la enfermedad, me matricule en la universidad.
– ?En que?
– Literatura Moderna. Me examino y todo, ?que te has creido? Dentro de un par de anos creo que tendre el titulo.
– ?Tienes ya tema para la tesina?
Sonrio de nuevo, pero esta vez no hubo claroscuros en su sonrisa. Si acaso, un chispazo de gratitud por estar tomandola en serio.
– No, todavia no. Pero me gustaria hacer algo relacionado con la Historia del Cine. El cine es mi pasion.
No dije nada. Mientras seguiamos caminando la observaba por el rabillo del ojo; ella, en cambio, tenia la mirada fija hacia delante. Es decir, no se fijaba en nada. Pasaron algunos minutos.
– Tuve un novio. El primero y, por ahora, el ultimo de mi segunda vida. El primero al que no tuve que ocultarle como me gano la vida.
– ?Y que tal te fue con el?
– Era (y es) un gilipollas. Me fue con el como te va siempre con un gilipollas. A los diez meses ya habiamos llegado al final del trayecto.
– ?Y luego?
– Luego se acabo.
Intente calcular mentalmente cuanto tiempo habia pasado desde entonces. Ella se dio cuenta y me ahorro el esfuerzo.
– Hace casi un ano que no estoy con un hombre.
Calle, muy oportunamente.
– Tengo la sensacion de estar viviendo la vida al reves, no se si entiendes lo que quiero decir.
Asenti, pero no se si me vio hacerlo porque seguia con la mirada fija hacia delante.
– ?Y el Chelsea Hotel?
– El ultimo capitulo de la historia. La universidad me gusta, pero no me basta. Demasiado tiempo libre para pensar, algo que no siempre es bueno.
– Casi nunca lo es.
– En efecto. Pense que tenia que encontrar un trabajo, alguna ocupacion, y, hablando con un amigo gay, se me ocurrio abrir el Chelsea. Me gusta el horario, se empieza a trabajar hacia las ocho de la noche, se acaba a las cuatro de la manana, se duerme hasta la hora de comer. Y, ademas, ir alli todas las noches, ver a gente, hablar con ella, me hace sentirme menos sola.
Por la acera opuesta paso un chico con un perro de una raza indescifrable que empezo a ladrar salvajemente, intentando librarse de la correa. Pino-Baskerville volvio la cabeza en direccion al otro, se detuvo y lo miro. No ladro, no gruno, no dio muestras de querer lanzarse, cosa que hubiera podido hacer perfectamente, dado que estaba suelto. Miro y punto, pero yo me imagine que en esos segundos debian estar pasando por su cabeza imagenes terribles, ruidos, el sabor metalico de la sangre, el dolor por su oreja arrancada, garras, patas, vida y muerte. Nadia le susurro una orden y la fiera se puso en sit con un movimiento geometrico, adoptando la posicion de una esfinge, y dejo de mirar hacia el otro lado.
Al final, el chico consiguio llevarse a rastras a su perro, presa ya de una crisis histerica, se restauro el silencio de la noche, y nosotros reemprendimos el camino y la conversacion.
– ?Piensas que te he contado toda la verdad? ?O crees que he cambiado algo para atenuar la tristeza?
– Nadie dice nunca toda la verdad, sobre todo cuando habla de si mismo. Pero si me haces esa pregunta quiere decir que, de alguna forma, ya sabes eso y que has puesto mucho cuidado al hablar. Asi que, probablemente, me has contado algo muy cercano a la asi llamada verdad.
Me miro con una expresion entre curiosa y preocupada por una revelacion que podia tener consecuencias inesperadas.
– ?En serio que nadie dice nunca la verdad?
– Toda la verdad, nadie. Los que afirman (y puede que convencidos) que no mienten jamas son los mas peligrosos. No son conscientes de que mienten, inevitablemente, no se dan cuenta de ello, y son prisioneros de si mismos.
– Prisioneros de si mismos. Me gusta esa expresion.
– Si, prisioneros de si mismos, e incapaces de entender quienes son. Haz la prueba, preguntale a alguno de esos «Yo Digo Siempre La Verdad» como trabaja, cuales son sus virtudes, como son sus relaciones con los demas, cualquier cosa relacionada con la imagen que el o ella tiene de si mismo o de si misma. Presenciaras un fenomeno interesante.
– ?O sea?
– No son capaces de responder. Dicen generalidades, topicos, o se atribuyen cualidades que les gustaria tener pero de las que carecen, sin duda. Cualidades que se corresponden con la falsa imagen que tienen de si mismos. ?Sabes quien es Alan Watts?
– No.
– Era un filosofo ingles. Estudio las culturas orientales y escribio un libro muy hermoso sobre el zen. Watts decia que una persona sincera es aquella que sabe que es una gran impostora y actua con total descuido. Aceptando esta definicion, yo estoy a medio camino. Se que soy un impostor, pero todavia no consigo manejar el asunto con descuido.
– Estas loco. De verdad.
– Dejame que me lo tome como un cumplido.
– Lo es.
– Creo que ya va siendo hora de irse a la cama -dije mirando el reloj.
– Si, tu tienes un trabajo de persona seria y no te puedes quedar en la cama hasta tarde, como yo.
– Te acompano al coche.
– No hace falta, a menos que quieras que te lleve a tu casa. No se donde vives, pero si esta lejos, te acerco en coche.
– Vivo a dos pasos de aqui.
– Entonces no hace falta que vuelvas hasta donde hemos dejado el coche.
– Gracias por la conversacion, y por todo.
– Gracias a ti.
– Baskerville,
– Ya.
Tras unos segundos de vacilacion, se acerco a mi y me dio un beso en la mejilla. El Asesino, afortunadamente, no clasifico el gesto como hostil y, por lo tanto, no me hizo pedazos.
– Adios, buenas noches.
– Adios.
– ?No es absurdo?
– ?El que?
– Me he puesto colorada.
– No me he dado cuenta.
Cuando me pongo a ello, soy capaz de decir las cosas mas idiotas.