aporto un video y luego, no recuerdo ahora por que, se me encargo que fuera yo el que transportara a la fiesta aquel cargamento de exquisito material pornografico.
Mientras iba en el coche, yo solo, de noche, hacia el restaurante de las afueras en el que iba a celebrarse la fiesta, me asalto de repente la idea de que podia sufrir un accidente, morir y aparecer rodeado de titulos como El cono es cosa de hombres, Los tres dias del condon, El glande que surgio del frio, Veinte mil pajas de viaje submarino, El chocho contraataca.
Soy consciente de que voy a parecer un perfecto desequilibrado, pero tuve el impulso, que domine a duras penas, de tirar toda la mercancia para no correr ese riesgo. Me imaginaba a mis padres enterandose, de un solo golpe, de que su hijo habia muerto y de que en vida habia sido un pervertido profesional. Me imaginaba a mi novia -que mas tarde se convirtio en mi mujer y, mas tarde aun, en mi ex mujer- descubriendo, en unos segundos tragicos, que habia alimentado delicados sentimientos hacia un pornografo compulsivo. Yo deseaba pedirles perdon a todos, pero estaba muerto, no podia hacerlo, asi que me veia condenado a observar todo ese sufrimiento desde el purgatorio -que era sin duda mi destino-, sin poder hacer nada para aliviarlo.
Lo juro, pense todas esas gilipolleces seguidas y, aunque no me deshice de la mercancia porno, si que hice el resto del viaje conduciendo con el impetu deportivo de una monja de ochenta anos.
Llegamos al aeropuerto, sacamos las tarjetas de embarque, pasamos los controles de seguridad y nos encontramos en la amplia zona de espera. No habia ningun sitio en el que esconderse y yo empece a mirar alrededor, buscando a alguien conocido, a ser posible entre los circulos judiciales, al que se le pudiese quedar grabado que me habia visto en compania de una jovencita y que me convirtiera en pasto del cotilleo mas desaforado.
Pense que si me iba a dar una vuelta por las tiendas, yo solo, reduciria las posibilidades de riesgo, asi que eso hice. Caterina se quedo sentada junto a la puerta de embarque, escuchando musica en su i-Pod, con la mirada vagamente perdida en las profundidades de la nada.
Me tome un cafe que no me apetecia especialmente, examine con exagerada atencion todos los articulos a la venta en una peleteria, me compre un par de periodicos. Luego, por fin, escuche por el altavoz que ya estaban avisando para nuestro vuelo y me puse en marcha sin darme excesiva prisa.
Caterina estaba en el mismo sitio en el que la habia dejado; su expresion tampoco habia experimentado ningun cambio aparente. Cuando me vio, sin embargo, me sonrio, se quito los auriculares y me dijo que me sentara a su lado.
– Ya estan embarcando -dije, permaneciendo de pie y cogiendo mi bolsa.
– ?Y para que vamos a hacer cola y estar de pie? Deja que suban todos los demas y entramos los ultimos.
No, gracias, mi natural nerviosismo me impide hacer cosas tan claramente racionales. Yo prefiero ponerme en la cola y tirarme de pie un cuarto de hora, dispuesto a interceptar a todo el que intente colarse y a pelearme con el, como si nos fueramos a quedar sin sitio o el avion pudiese despegar sin nosotros.
No dije nada de eso. Me sente y empece a hojear uno de los periodicos. Unos cinco minutos despues, mientras la cola para embarcar no habia avanzado ni un milimetro, Caterina me dio en el hombro, para llamar mi atencion.
– ?Te gusta el hip-hop?
Mientras me lo preguntaba se quito uno de los auriculares y me lo dio, acercando mucho su cabeza a la mia. Yo me lo acerque al oido y mi mejilla casi rozo la suya. Luego la musica hizo como explosion; emplee unos diez segundos en reconocerla.
– Es Mike Patton, «We are not alone», si no me equivoco.
Ella me miro con una expresion de autentico estupor. Que reconociese ese tipo de musica, y mas esa cancion, no entraba dentro de sus esquemas. Estaba a punto de decirle algo cuando escuche una voz que me llamaba, muy cerca de nosotros.
– ?Abogado Guerrieri!
Levante la cabeza y vi, justo delante de mi, mejor dicho, justo delante de nosotros, el uniforme de un policia; encima del uniforme estaba la cara de alguien a quien conocia, pero cuyo nombre no recordaba.
Me libre ridiculamente del auricular y me levante para estrechar la mano que el otro me estaba tendiendo.
– ?Va a Roma, abogado? -dijo mirando a Caterina, que se habia quedado sentada.
– Si, parece que ya estan embarcando -dije con el tono de voz mas desenvuelto de que fui capaz, mientras me preguntaba si debia presentarle a Caterina y, de ser asi, como podia hacerlo. No consegui dar con la solucion apropiada. ?Le presento a mi hija? ?Le presento a mi colaboradora? ?Le presento a mi ultimo ligue?
– Yo trabajo ahora aqui, en la policia de aduanas, he dejado la policia judicial. Estaba cansado, no es un trabajo en el que uno pueda pasarse toda la vida -dijo el policia, sin dejar de echarle miradas a Caterina que, mientras, seguia escuchando musica, ignorandole, ignorandome, e ignorando todo cuanto ocurria a su alrededor.
– Ha hecho bien -respondi, intentando acordarme de como se llamaba el policia, pero sin exito.
– ?Y usted, abogado? ?Viaja por motivos de trabajo?
Pues si, y tu ya podias meterte en tus putos asuntos. Vale que nos hemos saludado, vale que hemos intercambiado un par de frases de cortesia, vale que me has puesto al corriente, sin que yo te lo pidiera, de los cambios que ha habido en tu carrera, y vale que estas mirando a Caterina como si te la fueras a tirar aqui mismo, en el aeropuerto, pero ya podias largarte y dejar de tocar los cojones, ?no?
No dije eso. Le conteste que si, que iba a Roma por motivos de trabajo y que ahora, si me disculpaba, tenia que ponerme en la cola, el vuelo iba lleno y me iba a quedar sin sitio para colocar el equipaje, en cualquier caso, encantado de haberle saludado, que tuviera un buen servicio, y buena suerte. Luego me di la vuelta y me incorpore a la cola. Sin prisas, sonriendo, Caterina se reunio conmigo.
27
El avion inicio las maniobras de despegue y Caterina se vio obligada a apagar su i-Pod.
– ?Como es que conoces a Mike Patton?
– ?Por que te extrana? ?Es informacion reservada?
– Venga, sabes de sobra lo que quiero decir…
– ?Quieres decir que soy demasiado viejo como para conocer ese tipo de musica?
– Hombre, dicho asi…, lo que pasa es que, bueno, no es lo que escucha la gente de tu edad. Es hip-hop, y del potente. Mis padres escuchan a los Pooh y a Claudio Baglioni.
– ?Cuantos anos tiene tu padre?
– Cincuenta y dos. Mi madre tiene cuarenta y nueve.
– ?Tienes hermanos?
– Un hermano pequeno, de diecisiete anos.
La informacion me suscito una serie de desagradables pensamientos, de diversa indole, que reprimi rapidamente.
– ?Que les has dicho a tus padres?
– ?Sobre que?
– Sobre este viaje.
– Les he dicho que iba a Roma porque esta noche hay una fiesta. A veces voy a Roma por cosas asi. He pensado que seria un poco complicado explicarselo todo, ademas, mejor evitar un exceso de preguntas. ?He hecho bien?
Ignore la pregunta.
– Hablame de Nicoletta. ?Que tipo de persona es?
– Es una chica muy nerviosa, muy insegura. Es muy guapa, ya te lo dije, pero eso no le da seguridad. Es incapaz de tomar una decision, da igual que sea algo importante o una chorrada.
– No se parece a ti.