– Si, justo al lado de la Piramide. Si te parece, comemos algo, cogemos un taxi y vamos a verla. ?De acuerdo?
– De acuerdo.
– Para comer, eliges tu el sitio. Para la cena, elijo yo. ?Te parece bien?
Me parecia bien, asi que fuimos a un restaurante que conocia, cerca del Supremo. Los dos estuvimos de acuerdo en que nos podiamos conceder el tomarnos un vaso de vino, aunque esa tarde tuvieramos que trabajar. Luego convinimos tambien en que tomarnos un solo vaso de vino era un poco triste, asi que decidimos pedir una botella entera, total, no era obligatorio acabarnosla. El restaurante estaba bastante lleno, nadie se fijaba en nosotros, nos bebimos entera la botella y yo empece a relajarme.
– A veces soy un poco gansa, lo se. Lo hago sin darme cuenta y luego me pregunto si no habre dicho alguna inconveniencia.
Me miro, aguardando un comentario por mi parte, y tuve la nitida sensacion de que incluso aquella leve critica hacia si misma formaba parte de un juego de seduccion que tenia perfectamente controlado.
No respondi, por lo que ella debio pensar que tenia que cambiar de tactica, y me paso el dedo por el dorso de la mano, que yo tenia apoyada sobre la mesa. Cometeria una incorreccion afirmando que la cosa me dejo perfectamente indiferente.
– Pero en parte es por culpa tuya.
Pique el anzuelo.
– ?Por culpa mia? ?Por que?
– Todos los hombres que conozco me han intentado tirar los tejos. Tu, en cambio, pareces tan indiferente… Es algo que me fastidia.
– Me alegro de que hayas sacado este tema a relucir: me das la oportunidad de explicarme -dije en un tono de gravedad totalmente ridiculo.
– Si, explicamelo -dijo ella, sonriendo y sin dejar de acariciarme el dorso de la mano, que yo no tenia fuerzas para apartar.
– Tu eres una chica guapisima, pero por una serie de motivos yo no puedo ni plantearme…, como te diria…
– Dilo con tus palabras.
– Vamos, que no puedo ni siquiera considerar la idea de cortejarte, mucho menos contemplar la perspectiva de que entre nosotros pueda ocurrir algo.
?Considerar la idea de cortejarte? ?Contemplar la perspectiva de que entre nosotros pueda ocurrir algo?
Guerrieri, ?como cono estas hablando? ?La proxima vez que salgas con una mujer le vas a preguntar si se siente proclive a tomar en consideracion la posibilidad de instaurar entre nosotros una relacion que incluya la eventualidad de practicar entretenimientos sexuales? Asi, con estas palabras, que quede claro, y haciendo salvedad del derecho potestativo a anular el contrato.
– ?Por que?
– Para empezar porque esto, para mi, es un asunto de trabajo y nunca hay que mezclar el trabajo con la vida privada.
Bien dicho, Guerrieri, una gran verdad. Que pena que, en un pasado no tan lejano, te hayas atenido a esta regla de forma, como decirlo, mas que flexible.
– ?Y luego?
– Luego esta el hecho de que, aunque no estuviese el trabajo entre medias, tu tienes veinte anos menos que yo.
– ?Y eso que quiere decir?
– Pues quiere decir que no esta bien. Quiere decir que cuando existe una diferencia tan grande de edad y de experiencias se corre el riesgo de que uno de los dos resulte herido.
– ?Quieres decir que existe el riesgo de que yo resulte herida?
– Cabe la posibilidad.
– Eres un pedazo de vanidoso, aunque lo ocultes bien. ?Y si fueras tu el que resultara herido?
– Es otra posibilidad muy poco deseable. En cualquier caso, se mire desde donde se mire, hay motivos de sobra para que nos olvidemos del tema. Y, ahora, yo diria que va siendo hora de que nos vayamos.
Me parecio que habia salido dignamente del asunto, pero ella, al levantarse, me saco la lengua y yo tuve de nuevo la ambigua sensacion de que formaba parte de un juego que escapaba a mi control.
Nicoletta tardo casi un minuto en llegar para abrirnos la puerta.
Era una joven alta y delgada, de tez palida, guapa pero de una belleza desvaida. La tipica mujer que mejora mucho con la ropa y el maquillaje adecuados. No tenia una expresion simpatica ni tampoco excesivamente inteligente. Caterina la abrazo, permanecio un buen rato estrechandola contra si, y luego hizo las presentaciones. Nicoletta daba la mano languidamente, y la casa, en la que no parecia que viviera nadie mas, olia a naftalina.
Atravesamos un pasillo poco luminoso y llegamos a la cocina, donde nos sentamos alrededor de una mesa de formica. Habia algo impersonal y un poco rancio en aquella casa. Y habia algo desagradable en su inquilina, aunque era dificil descifrar el que. Pense que, como buen investigador, deberia pedir que me ensenara la habitacion de Manuela, aunque lo mas probable era que ya se hubieran llevado todas sus cosas y que ahora la ocupase otra inquilina.
– ?Quereis un cafe? -dijo Nicoletta, con el tono de quien se ve casi obligado a garantizar el minimo de hospitalidad exigido por el sindicato. Dijimos que si, y al poco nos lo sirvio en unas tacitas viejas y desconchadas, parecidas a las de los bares. Caterina, despues de tomarse el cafe, se encendio un cigarro, dejando la pitillera sobre la mesa. Nicoletta cogio tambien un pitillo y lo encendio con un gesto muy femenino, a tono con la manera con la que estrechaba -es una forma de hablar- la mano.
– Nico, el abogado Guerrieri te va a hacer ahora unas preguntas. Tu contestale con toda tranquilidad. No tendras ningun tipo de problema. Al abogado Guerrieri, como ya te dije, lo han contratado los padres de Manuela para que compruebe que a los carabinieri y a la fiscalia no se les ha escapado nada. Como es logico, ha hablado conmigo y ahora va a hacerlo contigo, igual que con todas las personas cercanas a Manu. Pero, te repito, no tienes de que preocuparte.
Caterina habia adoptado la postura y hasta el tono de un policia cuando le toma declaracion a un testigo. El hecho me produjo una cierta impresion.
– ?De acuerdo?
– De acuerdo -dijo Nicoletta con una expresion poco entusiasta. Era mi turno.
– Ante todo, gracias por haber aceptado el hablar conmigo. Espero no hacerle perder mucho tiempo.
Ella asintio, sin que quedase muy claro si se trataba de un gesto de mera cortesia o si queria confirmar que lo de no hacerle perder mucho tiempo era una buena idea. Le hice, mas o menos, las mismas preguntas que le habia hecho a Caterina y ella me contesto, mas o menos, de la misma forma. Luego llegamos al quid de la cuestion.
– Ahora, Nicoletta, si no le importa, me gustaria que me hablara un poco del ex novio de Manuela, de Michele Cantalupi.
– ?Que quiere saber de el?
Me pregunte si seria conveniente dar algun rodeo, acercarme poco a poco a lo que me interesaba. Me respondi que no existia razon alguna para hacerlo.
– Todo lo que usted pueda decirme de su relacion con las drogas. Antes de que empiece, le recuerdo que esta conversacion es absolutamente confidencial y que no referire a nadie (y menos a la policia) lo que usted me cuente. Lo unico que me interesa es saber si Michele Cantalupi ha tenido algo que ver, directa o indirectamente, con la desaparicion de Manuela, y como.
– No tengo ni idea de si Michele tiene algo que ver con la desaparicion de Manuela.
– Hableme de la cocaina.
Nicoletta vacilo, luego miro a Caterina que le hizo una senal de asentimiento con la cabeza. Suspiro, y me contesto.
– Ante todo, lo unico que se es de la epoca en la que Michele y Manuela estaban juntos.
– ?Quiere decir: lo unico que sabe sobre la cocaina?
– Si.