Conducator tenia «mal gusto» y despreciaba su manera de vestirse como «tipicamente pueblerina». Petkanov recordaba aquella frase y el tono en que fue dicha. Esas tenemos ahora: hemos vuelto a las andadas, a que las presumidas zorras burguesas campen a sus anchas y se burlen de la forma de vestir del proletariado. ?Para que necesita el ser humano las ropas? Solo para mantenerse caliente y ocultar sus verguenzas. Siempre ocurria igual cuando algun camarada empezaba a mostrar tendencias desviacionistas: podias apostar que viajaria a Italia a comprarse un reluciente traje y que regresaria pareciendo un gigolo o un mariconazo. Justo lo que habia hecho el camarada fiscal general Solinsky en su visita de amistad a Turin. Si…, interesante, aquel asuntillo. Por suerte, tenia buena memoria para esa clase de cosas.

Gorbachev… Bastaba ver la gente que le rodeaba para comprender que habria problemas. ?Aquella impertinente mujer suya, con sus trapos de Paris y su tarjeta de American Express, rivalizando con Nancy Reagan por el titulo de esposa capitalista mejor vestida…! Si Gorbachev se mostraba incapaz de mantener a raya a su propia esposa, ?como iba a poder parar la contrarrevolucion una vez en marcha? Ni aunque se lo hubiera propuesto. Ahi estaban todos aquellos gigolos que viajaban con el, todos sus consejeros, representantes especiales y portavoces, que ni siquiera podian aguardar a sus viajes oficiales para darse el gustazo de tener a un sastre italiano arrodillado ante sus piernas. El portavoz por antonomasia, no recordaba ahora su nombre, el favorito de los capitalistas, iba siempre de punta en blanco. El que dijo que la doctrina Brezhnev estaba muerta. El que solto que habia sido reemplazada por la doctrina de Frank Sinatra.

Ese fue uno de los momentos en que se dio cuenta de que todo se habia ido al carajo. La doctrina Sinatra… A mi manera. Pero solo habia una manera: la verdadera y unica via cientifica del marxismo-leninismo. Decir que las naciones del Pacto de Varsovia podian hacer las cosas a su manera equivalia a decirles: ya no nos importa el comunismo, cedamoslo todo a los bandidos americanos, ?a la mierda con todo! Y que expresion tan acertada: ?la doctrina Sinatra! ?Que manera de hacer la pelota al Tio Sam! Porque… ?quien era Sinatra, en resumidas cuentas? Un italiano de traje lustroso que siempre estuvo liado con la Mafia. Alguien que tuvo a Nancy Reagan a sus pies. Si, la cosa tenia sentido. Todo aquel condenado asunto habia empezado con Frank Sinatra. Sinatra se tiro a Nancy Reagan en la Casa Blanca…; eso decian, ?no? Reagan no podia con su mujer. Nancy andaba a la grena con Raisa en cuestiones de moda. Gorbachev tampoco podia con su mujer. Y el portavoz de Gorbachev nos sale con que hemos de seguir todos la doctrina de Frank Sinatra. ?La doctrina Mickey Mouse, la doctrina Pato Donald…!

Su Departamento de Seguridad Exterior le habia mostrado en cierta ocasion un documento remitido por sus fraternos colegas del KGB. Era un informe del FBI sobre la seguridad del presidente de los Estados Unidos, sus niveles de proteccion, etcetera. A Petkanov se le habia quedado grabado un detalle concreto: que el lugar donde el presidente de los Estados Unidos se sentia mas seguro, y donde el FBI consideraba que estaba mas seguro, era Disneylandia. A ningun asesino norteamericano se le ocurriria pegarle un tiro alli. Seria un sacrilegio, una ofensa a las sacrosantas divinidades Mickey Mouse y Pato Donald. Eso, al menos, aseguraba el informe del FBI remitido por el KGB al Departamento de Seguridad Exterior de Petkanov por si semejante informacion pudiera resultarles util. La anecdota le habia confirmado a Petkanov el infantilismo de aquellos yanquis que dentro de poco invadirian su pais comprandolo todo. ?Adelante, pues! Demos la bienvenida al Tio Sam: que venga y que construya aqui otra gran Disneylandia, para que su presidente pueda sentirse seguro en ella mientras escucha tranquilamente los discos de su Frank Sinatra y se rie de nosotros considerandonos unos campesinos ignorantes que no saben vestirse.

Tenian que verlo, insistio Vera. Los cuatro juntos, Vera, Atanas, Stefan y Dimiter. Era un momento crucial en la historia de su pais, el adios a una infancia terrible y a una adolescencia gris y penosa. Era el fin de las mentiras y de los enganos; habia llegado la hora de que se abriera camino la verdad, el comienzo de la madurez. ?Como iban a permanecer ellos al margen?

Ademas, habian estado juntos desde el comienzo, desde aquel mes reciente y ya lejano cuando todo parecia una juerga, una simple excusa para que los chicos pudieran rondar a Vera y flirtear tranquilamente con ella. Habian acudido a las primeras y nerviosas manifestaciones de protesta, sin saber que iban a decir ni hasta donde podrian llegar. Habian escuchado, marchado y vociferado juntos, sintiendo que aquello se transformaba en algo serio y apasionante. Y aterrador tambien: juntos estaban cuando a aquel amigo de Pavel casi lo aplasta un carro blindado en el bulevar de la Liberacion; cuando los soldados que custodiaban el palacio presidencial perdieron los nervios y empezaron a disparar sus fusiles contra las mujeres. En varias ocasiones habian tenido que escapar de las balas corriendo, muertos de miedo, escondiendose en los soportales, cogidos del brazo para tratar de proteger a Vera. Pero tambien habian estado presentes cuando todos empezaron a sentirse como si estuvieran echando abajo una vieja puerta desvencijada y carcomida; cuando los soldados les sonreian y hacian la vista gorda y compartian con ellos sus cigarrillos. Y al poco tiempo supieron que estaban ganando porque incluso algunos diputados del Partido Comunista se dejaban ver en las manifestaciones.

– Son ratas que abandonan el barco -habia comentado Atanas-. Comadrejas.

Atanas estudiaba idiomas: era un poeta aficionado al alcohol, al que le gustaba alardear de que su escepticismo desinfectaba los espiritus contaminados de los otros tres.

– No podemos depurar la raza humana -le habia replicado Vera.

– ?Por que no?

– Siempre habra oportunistas. Has de contentarte con procurar que esten de tu parte.

– No los quiero de mi lado.

– Pero no cuentan para nada, Atanas; no importan. Solo indican de que parte se va a inclinar la victoria.

Y al fin, el empujon final a la puerta: Stoyo Petkanov habia tenido que marcharse de la noche a la manana, sin que le permitieran fingir que estaba enfermo ni entregar el poder a su sucesor: fue despedido con malos modos por el Comite Central y enviado a su casa de la provincia nororiental, con una escolta de cinco personas para protegerlo.

Al principio, aquel correveidile suyo, Marinov, habia tratado de mantener unido el Partido, dandoselas de conservador reformista; pero a las pocas semanas se habia visto desbordado y barrido por su propia marana de contradicciones. Los hechos empezaron a saltar como los radios de una rueda de bicicleta: el rumor improbable de ayer se convertia en la noticia rancia de manana. El Partido Comunista voto a favor de suspender su liderazgo en el desarrollo politico y economico de la nacion, se rebautizo como Partido Socialista y urgio la constitucion de un Frente de Salvacion Nacional que agrupara a las principales organizaciones politicas; y cuando su propuesta fue rechazada, insto a que se celebraran elecciones lo antes posible. Esto era algo que los partidos de la oposicion no deseaban, no tan pronto, al menos, porque sus estructuras eran rudimentarias y los socialistas (antes comunistas) controlaban aun la radio y la television estatales, al igual que la mayoria de las editoriales e imprentas. Aun asi, la oposicion se vio obligada a correr el albur y consiguio suficientes escanos como para poner a los socialistas (antes comunistas) a la defensiva, por mas que los socialistas (antes comunistas) consiguieron la mayoria, algo incomprensible para los comentaristas occidentales. Consiguientemente, el gobierno seguia invitando a los partidos de la oposicion a formar un frente comun para salvar al pais, a lo que dichos partidos continuaban respondiendo: «Ni hablar: vosotros lo habeis hundido, y a vosotros os toca arreglarlo; y si no podeis hacerlo, id a casa.» Con lo cual las cosas iban a trompicones, con reformas a medias, entre disputas, insultos, frustraciones, miedo, un mercado negro pujante, subidas de precios y parches y mas parches.

No habia mucha heroicidad en todo ello; o, por lo menos, no ofrecia ningun parecido con la imagen que algunos se habian forjado: la de un valiente husar cortando con su sable las ataduras de la esclavitud. Pero era, ciertamente, un proceso heroico, a la manera que puede ser heroico el trabajo. Vera se lo representaba como la accion tenaz y prolongada de aflojar los dedos de un puno fuertemente cerrado durante medio siglo, un puno que aferraba una pina dorada. Al final el puno se abre y suelta la pina: esta aplastada, deforme, ajada por el sudor de anos; pero incluso asi su peso sigue siendo el mismo que cuando el puno aquel se la apropio, y no ha perdido un apice de su belleza.

El ultimo acto de este proceso -el fin del principio- era el juicio a Petkanov. Vera insistio en que lo presenciaran los cuatro. Puesto que no les iba a ser posible entrar en la sala, podian seguir su desarrollo por television. Seguirlo minuto a minuto, no perderse ni un instante del repentino paso de la nacion desde una dilatada adolescencia a la madurez que se le habia negado.

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