Despues de despedir a la vecina, subio los peldanos de piedra.
En el recibidor, habia un monton de trozos de cristal procedentes de un gran espejo que se habia caido. La alfombra estaba arrugada y se veian manchas de sangre en el umbral y en el suelo de madera.
Encontro la puerta que daba al salon entornada. Tilda salto por encima de los cristales rotos y echo un vistazo.
Estaba todo revuelto. El aparador tenia las puertas de cristal abiertas de par en par y habian sacado todos los cajones de una antigua comoda. Vio rastros de zapatos embarrados en el suelo de madera pulida. «Los tecnicos tendran mucho trabajo aqui», penso.
Cuando acabaron de inspeccionar el jardin, Majner y ella se separaron sin cruzar palabra. Tilda se sento en el coche y condujo hasta la residencia de ancianos de Gerlof.
– Un robo -dijo Tilda para justificar su retraso.
– Vaya -contesto Gerlof-. ?Donde?
– En la casa parroquial de Hagelby. Golpearon al propietario.
– ?Esta grave?
– Bastante, tambien lo han apunalado…, pero seguro que manana podras leerlo todo en el periodico.
Se sento junto a la mesita del cafe, saco la grabadora y penso en Martin. Ahora ya debia de haber llegado a casa, habria entrado por la puerta, abrazado a Karin, su mujer, y a los ninos, y se habria quejado de lo aburrida que habia sido la conferencia de policia en Kalmar.
Gerlof estaba hablando.
– ?Disculpa?
Tilda no lo habia escuchado. Estaba pensando que Martin habia salido por la puerta sin mirarla.
– ?Habeis buscado huellas de los atracadores?
Tilda asintio sin entrar en detalles.
– Manana haran un reconocimiento exhaustivo del lugar. -Acciono el microfono-. ?Hablamos ahora un poco de la familia?
Gerlof asintio, pero aun asi, pregunto:
– ?Y que haceis exactamente en los reconocimientos?
– Bueno…, los tecnicos buscan indicios -contesto Tilda-. Fotografian y filman. Buscan huellas dactilares, pelos, restos textiles, es decir, fibras de ropa. Y luego estan los rastros biologicos como la sangre, claro. Hacen moldes de escayola de las pisadas en el exterior de la casa. Tambien se pueden conseguir huellas de calzado dentro, si se hace un analisis electrostatico…
– Sois muy concienzudos -la interrumpio Gerlof.
Ella asintio.
– Intentamos trabajar con metodo. Probablemente llegaron en coche, un vehiculo grande o una furgoneta. Pero de momento no tenemos muchas pistas.
– Es importante que encontreis a esos ladrones.
– Por supuesto.
– ?Puedes coger una hoja del escritorio?
Tilda obedecio y observo en silencio como Gerlof hacia unas anotaciones en el papel. Acto seguido se lo devolvio.
Habia tres nombres escritos con su pulcra caligrafia:
Tilda los leyo y miro a Gerlof.
– Vaya -dijo-. ?Son los ladrones?
– No. Son viejos conocidos mios.
– ?Y?
– Te podran ayudar -contesto.
– ?Como?
– Ven cosas.
– ?Si?
– Todos ellos viven cerca de la carretera y se fijan en el trafico -explico Gerlof-. Para John, Edla y Dagmar un coche todavia es un gran acontecimiento, sobre todo en invierno. Edla y Dagmar dejan siempre lo que tengan entre manos para ver quien pasa cerca de sus casas.
– Vaya. Entonces tendre que hablar con ellos -asintio Tilda-. Agradecemos cualquier pista.
– Bien. Empieza por John, vive en Stenvik. Somos amigos…, saludale de mi parte.
– Y le pregunto por los coches desconocidos -dijo ella.
– Pues si. Seguro que John ha visto pasar algunos por la costa… Luego puedes ir a ver a Dagmar, que vive en las afueras de Altorp, y preguntarle lo mismo. Y tambien te convendria hablar con Edla Gustafsson, de Hultet. Vive junto a la carretera nacional que lleva a Borgholm, cerca de Speteby.
Tilda echo un vistazo a la lista de nombres.
– Gracias -dijo-. Si paso por alli, ire a visitarlos.
Puso en marcha la grabadora que reposaba sobre la mesa.
– Gerlof… Cuando piensas en tu hermano Ragnar, ?que te viene a la cabeza?
El anciano guardo silencio y recapacito.
– Anguilas -dijo al cabo de un rato-. Le gustaba salir con su motora y vaciar las redes en otono. Tambien disfrutaba enganandolas. Probaba diferentes cebos para atraer a las hembras de noche y atraparlas con la cana.
– ?Las hembras?
– Solo se capturan las hembras. -Gerlof sonrio-. Nadie quiere a los machos, son demasiado pequenos y debiles.
– Como muchos hombres -comento Tilda.
16
– ?Cuanto falta para Navidad, papa? -pregunto Livia una noche al acostarse.
– Poco… Un mes.
– ?Cuantos dias?
– Dentro de… -Joakim miro el calendario de Pippi Calzaslargas que habia encima de la cama y conto- veintiocho dias.
La nina asintio y se quedo callada.
– ?Que pasa? -dijo el-. ?Piensas en los regalos de Navidad?
– No -respondio Livia-. Pero mama volvera entonces, ?no?
Joakim guardo silencio.
– No estoy tan seguro -contesto despacio.
– Si.
– No, no creo que podamos esperar…
– ?Si! -grito su hija-. Mama vendra entonces.
Luego se tapo con el edredon hasta la nariz y se nego a decir nada mas.
El sueno de Livia experimento una especie de cambio de patron: Joakim lo habia descubierto hacia un par de semanas. Dormia tranquila dos noches, pero a la tercera estaba inquieta y lo volvia a llamar.
– ?Papa?
