Livia y Gabriel pudieron conocer por fin a su abuela. Cuando entraron en el recibidor, ambos guardaron silencio y permanecieron a la expectativa; Livia observo con desconfianza una estatua de marmol situada en un rincon, que representaba el torso desnudo de un hombre. Tardo un momento antes de empezar a hablar. Habia llevado consigo a Foreman y dos ositos de peluche y le presento los tres a su abuela. Esta los condujo a su estudio, donde habia pinturas de Oland acabadas y a medio terminar en las paredes. Todas representaban una llanura florida bajo un despejado cielo azul.
Tratandose de alguien que apenas se habia preocupado por sus nietos hasta ese momento, Mirja les mostro un inusitado interes. Despues de comer
– Nos hemos quedado solos con el cafe -comento Mirja, y se sento en el sofa del salon.
– Esta bien -respondio Joakim.
En las paredes de toda la casa habia cuadros de ella, pero en el salon tenia dos de la tormenta de nieve pintados por su madre, Torun. Ambos mostraban la ventisca que se aproximaba a la costa como una negra cortina a punto de caer sobre los dos faros. Al igual que el cuadro de ludden, esas dos pinturas de invierno irradiaban ocultas amenazas y malos presagios.
Joakim busco en vano por el apartamento algun rastro del gusto de Katrine. Ella siempre preferia los espacios luminosos y limpios, en cambio su madre habia decorado la estancia con papel pintado y cortinas oscuros, alfombras persas y un tresillo de cuero negro.
Mirja no tenia ninguna fotografia de su hija muerta ni de las hermanastras de esta. En cambio, tenia retratos de varios tamanos de si misma y de un joven quiza veinte anos menor que ella, con perilla y el pelo alborotado.
Vio que Joakim clavaba la vista en las fotografias y asintio con la cabeza mirando la del hombre.
– Ulf -dijo-. Juega al bandy, no se si lo conoces.
– ?Asi que sois pareja? -inquirio Joakim-. ?El jugador de bandy y tu?
Una pregunta mas bien tonta. Mirja sonrio.
– ?Te molesta?
El nego con la cabeza.
– Bien, porque a muchos si que les molesta -respondio ella-. Seguro que a Katrine no le gustaba, aunque nunca dijo nada. Se supone que las mujeres mayores no pueden tener vida sexual. Pero no parece que a Ulf le importe y yo no me quejo en absoluto.
– No, mas bien pareces orgullosa -senalo Joakim.
Mirja se rio.
– El amor es ciego, dicen.
Bebio un sorbo de cafe y encendio un cigarrillo.
– Una policia de Marnas quiere seguir con la investigacion -comento el al cabo de un rato-. Me ha llamado un par de veces.
No necesito explicarle de que investigacion se trataba.
– Bueno -dijo Mirja-, no esta mal que lo haga.
– No si nos proporciona mas respuestas. Pero, en cualquier caso, Katrine no volvera.
– Yo se por que se ahogo -solto entonces Mirja, y le dio una calada al cigarrillo.
Joakim alzo la vista.
– ?Lo sabes?
– Fue la casa.
– ?La casa?
Su suegra rio brevemente, pero no sonrio.
– Esa casa del diablo esta repleta de desgracias -dijo-. Ha destrozado la vida de todas las familias que han vivido en ella.
Joakim la miro sorprendido.
– No se puede culpar a la casa del accidente.
Mirja apago el cigarrillo.
El cambio de tema.
– La semana que viene vendra a verme un jubilado que sabe mucho de ludden. Se llama Gerlof Davidsson. ?Lo conoces?
Ella nego con la cabeza.
– Pero creo que su hermano era vecino de la casa -dijo-. Ragnar. A el si lo conoci.
– Gerlof me contara historias de ludden.
– Yo tambien puedo hacerlo, si es que tienes tanta curiosidad.
Mirja dio un nuevo sorbo a su taza de cafe. A Joakim le parecio que empezaban a vidriarsele los ojos a causa del alcohol.
– ?Como fuisteis a parar a ludden tu madre y tu? -pregunto.
– El alquiler era barato -respondio Mirja-. Eso para mama era lo mas importante. Con el dinero que ganaba limpiando compraba lienzos y oleos y siempre ibamos justas. Asi que nuestras casas estaban acordes con nuestro nivel de ingresos.
– ?Ya entonces la casa estaba tan deteriorada?
– Empezaba a estarlo -contesto ella-. Entonces, ludden aun pertenecia al Estado, creo, pero se la habian alquilado por poco dinero a alguien de la isla…, un campesino que no se gasto ni una corona en restaurarla. Mama y yo eramos las unicas que queriamos vivir en la cabana durante el invierno.
Bebio cafe.
Los ninos reian en el cuarto de la television. Joakim se quedo pensativo un instante y luego pregunto:
– ?Hablo Katrine alguna vez contigo de Ethel?
– No -contesto Mirja-. ?Quien es?
– Era mi hermana mayor. Murio el ano pasado. Era adicta.
– ?Al alcohol?
– A las drogas -dijo el-. Toda clase de drogas, pero en los ultimos anos sobre todo a la heroina.
– Yo nunca he tomado demasiadas drogas -comento ella-. Pero estoy de acuerdo con personas como Huxley y Tim Leary…
– ?En que? -pregunto Joakim.
– Las drogas pueden abrir puertas a la mente. Sobre todo a nosotros, los artistas.
El la miro de hito en hito. Penso en la mirada perdida de Ethel y comprendio por que Katrine nunca le habia hablado de ella a su madre.
Luego apuro su cafe y miro el reloj, que marcaba las ocho y cuarto.
– Tenemos que volver a casa.
– ?Que os ha parecido la abuela? -pregunto Joakim en el coche, cuando regresaban a casa por el puente de Oland.
– Ha sido buena con nosotros -respondio Livia.
– Bien.
– ?Volveremos a verla? -quiso saber la nina.
– Quiza -dijo Joakim-. Dentro de un tiempo.
Decidio no pensar mas en Mirja Rambe.
19
– Mi hija me llamo ayer por la tarde -dijo una de las ancianas que se sentaban en el sofa junto a Tilda.
– ?Ah, si? ?Y que dijo? -pregunto la otra anciana.
– Queria cantarme las cuarenta.
