Volvio la vista hacia el mar, donde la linea del horizonte habia desaparecido tras la humeda bruma invernal.

– Y ahi fuera tambien hay un cementerio -anadio-. Toda la costa este es una necropolis donde encallaron y se partieron cientos de barcos; alli descansan todos los marineros que se ahogaron. Antiguamente, muchos no sabian nadar.

Joakim asintio y cerro los ojos.

– Yo no creia en nada -comento-. Antes de venir aqui, no creia que los muertos pudieran regresar, pero ahora ya no se que pensar. Han ocurrido cosas muy extranas.

Se quedaron en silencio.

– No importa lo que uno sienta o crea ver de los muertos -dijo Gerlof despacio-, pero dejar que nos dirijan puede resultar peligroso.

– Si -respondio Westin en voz baja.

– Y tambien intentar contactar con ellos… y hacerles preguntas.

– ?Preguntas?

– Uno nunca sabe que respuestas recibira -senalo el anciano.

Joakim bajo la vista hacia su taza de cafe y asintio.

– Pero he estado dandole vueltas a esa leyenda que dice que regresaran aqui.

– ?Quienes?

– Los muertos. Cuando fui a tomar un cafe a casa de los vecinos me contaron que las personas que murieron en la casa regresan aqui por Navidad. Me preguntaba si habria mas historias de esas.

– Es una vieja leyenda -contesto Gerlof-. Se cuenta en muchos lugares, no solo aqui, en ludden. Se dice que la vispera de Navidad las personas muertas durante el ano regresan para elevar una plegaria. Entonces, aquellos que turbaron su paz tienen que desaparecer.

Joakim asintio.

– Un encuentro con los muertos.

– En efecto. Existia la arraigada creencia de que uno podia volver a ver a los muertos… y no solo en la iglesia. Tambien en la casa.

– ?En la casa?

– Segun la tradicion popular, habia que encender velas en las ventanas para que los muertos encontraran el camino a casa -explico Gerlof.

Joakim se inclino hacia delante.

– Pero ?se trata solo de gente que habia muerto en la casa o tambien de otros?

– ?Te refieres a marineros ahogados? -pregunto el anciano.

– Si, marineros…, u otros miembros de la familia que hayan muerto en otro lugar. ?Esos tambien pueden regresar por Navidad?

Gerlof le lanzo una breve mirada a Tilda y luego nego con la cabeza.

– Son solo leyendas -respondio-. Existen muchas supersticiones sobre la Navidad. Era el momento del cambio, cuando la oscuridad era mas intensa y la muerte se sentia mas cercana. Luego, los dias empezaban a ser mas largos y la vida retornaba.

Joakim guardaba silencio.

– Estoy deseando que llegue -dijo finalmente-. Ahora es todo tan oscuro. Estoy deseando que empiece a cambiar.

Unos minutos despues, se encontraban en el patio despidiendose. Joakim le tendio la mano a Gerlof.

– Esto es muy bonito -dijo este-. Pero ten cuidado con la nevasca.

– La nevasca -repitio Joakim- es la gran tormenta de nieve, ?no?

Gerlof asintio.

– No aparece cada ano, pero estoy bastante seguro de que este invierno caera. Y llega muy deprisa. Si te pilla aqui, junto al mar, no hay que salir de casa. Sobre todo los ninos.

– ?Como hace la gente de Oland para predecir esas cosas? -pregunto-. ?Lo sienten en el aire?

– Miramos el termometro y escuchamos el pronostico del tiempo -respondio el anciano-. Este ano, el frio ha llegado pronto; esa suele ser una mala senal.

– De acuerdo -dijo Joakim, y esbozo una sonrisa-. Tendremos cuidado.

– No lo olvide. -Gerlof asintio y se encamino hacia el coche apoyado en Tilda, pero de pronto se solto de su brazo y se dio la vuelta-. Una cosita mas…, ?que ropa vestia su mujer el dia del accidente?

Joakim dejo de sonreir.

– ?Disculpe?

– ?Se acuerda de la ropa que llevaba ese dia?

– Si…, pero no era nada particular -dijo-. Botas, vaqueros y un anorak.

– ?Aun conserva las prendas?

El asintio, y de nuevo parecio cansado y atormentado.

– Me la enviaron del hospital. En un paquete.

– ?Podria verla? -inquirio Gerlof.

– ?Se refiere a llevarsela prestada?

– Si, llevarmela prestada. No hare nada con ella, solo quiero estudiarla.

– De acuerdo…, aun esta empaquetada -contesto Joakim-. Ire a buscarla.

Regreso a la casa.

– ?Puedes ocuparte del paquete, Tilda? -pidio el anciano, y continuo caminando hasta el coche.

Cuando Tilda arranco y dejaron atras la verja, Gerlof se recosto en el asiento.

– Ya hemos tenido nuestro momento de charla -dijo, y suspiro-. He acabado siendo el viejo sabihondo. Resulta dificil evitarlo.

Sobre sus rodillas, reposaba el paquete marron con la ropa de Katrine Westin. Tilda le echo un vistazo.

– ?Que es eso de la ropa? ?Por que te la querias llevar?

El bajo la vista a sus rodillas.

– Se me ha ocurrido cuando estabamos alli, en la cienaga. Tiene que ver sobre como se realizaban los sacrificios.

– ?Que quieres decir? ?Que Katrine Westin fue sacrificada?

Gerlof miro por el parabrisas hacia la cienaga.

– Pronto, cuando le haya echado un vistazo a la ropa, te contare mas cosas,.

Salieron a la carretera nacional.

– La visita me ha dejado un poco preocupada -comento Tilda.

– ?Preocupada?

– Por Joakim Westin y sus hijos… Era como si tu estuvieras alli en la cocina, narrando leyendas populares, mientras el las escuchaba como reales.

– Si -dijo Gerlof-, pero creo que le ha sentado bien hablar un poco. Aun llora la perdida de su mujer, no es tan raro.

– No -respondio Tilda-. Pero me ha dado la impresion de que hablaba de ella como si aun estuviera viva…, como si contara con volver a verla.

20

Despues del robo en la casa parroquial y la huida a traves del bosque, los hermanos Serelius estuvieron dos semanas sin dejarse ver por Borgholm. Pero de pronto, una noche aparecieron en la puerta de Henrik, en el peor momento posible.

Porque, a esas alturas, los golpes sordos y ritmicos que este habia empezado a oir en el apartamento eran ya insoportables; como un grifo que gotea y no se puede cerrar.

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