informado. Sin pruebas de que una barca hubiese estado en el cabo no se podia poner en marcha una investigacion criminal: era necesario algo mas que unos agujeros en un jersey.

– Le he devuelto la ropa a Joakim Westin -le dijo el anciano cuando la llamo.

– ?Le has hablado de tu teoria del asesinato? -pregunto Tilda.

– No…, no era el momento adecuado. Aun no esta bien del todo. Seguramente creeria que un fantasma habia arrastrado a su mujer al agua.

– ?Un fantasma?

– La hermana de Westin…, que era drogadicta.

Luego, Gerlof le conto por encima la historia de Ethel, la hermana mayor de Joakim, una yonqui que perturbaba su tranquilidad.

– Asi que esa fue la razon de que la familia se fuera de Estocolmo -comento Tilda cuando el termino-. Los echo de alli una muerte.

– Esa fue una de las razones. Oland tambien debio de atraerles.

Tilda penso en lo cansado y demacrado que estaba Joakim Westin cuando fueron a visitarlo, y anadio:

– Creo que deberia hablar con un psicologo. O quiza con un sacerdote.

– ?Asi que yo no valgo como confesor? -le espeto Gerlof.

Casi todas las tardes, al salir del trabajo, cuando Tilda pasaba junto al buzon, sentia el impulso de sacar la carta para la mujer de Martin y enviarla. Sin embargo, la misiva seguia en su bolso. Le parecia cargar con una hacha: la carta le daba poder sobre una persona a la que no conocia.

Tambien tenia poder sobre Martin. Este seguia llamandola para charlar con ella. Tilda no sabia que responderia si el le volvia a preguntar si podia ir a verla.

Habian pasado dos semanas sin que se comunicara un solo robo de casas en el norte de Oland. Pero una manana sono el telefono de la comisaria. La llamada procedia de Stenvik, en la costa oeste de la isla, y el hombre que telefoneaba hablaba en voz baja, en cerrado dialecto olandes. Dijo llamarse John Hagman. A ella le sono ese nombre: Hagman era uno de los conocidos de Gerlof.

– ?Estan buscando ladrones de casas? -pregunto.

– Si, en efecto -respondio Tilda-. Habia pensado llamarle…

– Si, Gerlof me lo dijo.

– ?Ha visto algun ladron?

– No.

Luego el hombre guardo silencio. Tilda espero y pregunto:

– ?Ha descubierto quiza algun rastro de los ladrones?

– Si. Han estado aqui, en el pueblo.

– ?Hace poco?

– No se cuando, pero tuvo que ser en otono. Parece que han entrado en varias casas.

– Pasare a ver -dijo Tilda-. ?Como podre encontrarle?

– Ahora soy el unico que vive aqui.

Tilda se apeo del coche patrulla en un camino de grava, entre una hilera de casas de verano cerradas, a unos metros sobre el estrecho y miro alrededor. El viento era muy frio y penso en su familia. Procedian de alli, de Stenvik, y de alguna manera habian conseguido sobrevivir en aquel paisaje pedregoso.

Un anciano de baja estatura con un mono azul oscuro y gorra marron se acerco al coche.

– Hagman -se presento.

Senalo con la cabeza una casa marron oscuro de una planta, con anchas ventanas.

– Alli -dijo-. Vi que el viento la habia abierto. Lo mismo que la casa del vecino.

En efecto, una de las ventanas de la parte trasera estaba entreabierta. Al acercarse, Tilda comprobo que el marco estaba forzado y rajado junto a la aldabilla.

No se veian huellas bajo la ventana, pero vio que la habitacion estaba desordenada; habia ropa y herramientas tiradas por el suelo.

– ?Tiene la llave, John?

– No.

– Entonces entrare por aqui.

Se sujeto al marco con las manos enguantadas y se impulso al interior en penumbra.

Entro en un pequeno trastero y dio la luz, pero no se encendio ninguna bombilla. La corriente estaba cortada.

No obstante, el rastro de los ladrones podia seguirse con claridad: todos los cajones estaban abiertos y su contenido esparcido por el suelo. Al continuar hacia el salon, vio cristales en el suelo; igual que en la casa parroquial de Hagelby.

Se acerco para ver con mas detalle. Habia pequenos trozos de madera entre los cristales, y tardo un rato en comprender que lo que se habia roto era un barco dentro de una botella.

Unos minutos despues, salia por la ventana rota. Hagman seguia de pie en la hierba.

– Han estado ahi dentro -dijo ella-, y lo han dejado todo revuelto. Tambien han roto algunas cosas.

Saco una bolsa de plastico transparente y le enseno los trozos de madera que habia recogido; los restos del barco.

– ?Es uno de los de Gerlof?

Hagman miro apenado los restos y asintio.

– El tiene una casa aqui, en el pueblo, y ha vendido barcos en botellas y modelos a escala a muchos de los veraneantes.

Tilda se guardo la bolsa en el bolsillo de la chaqueta.

– ?Y no ha visto ni oido nada en estas casas por la noche?

Hagman nego con la cabeza.

– ?Ningun coche extrano por los alrededores?

– No -contesto el hombre-. Los propietarios cada ano regresan a la ciudad en agosto. En septiembre, una empresa estuvo por aqui arreglando unos suelos. Luego nadie…

Tilda lo miro.

– ?Un empresa de parque?

– Si, trabajaron en la casa durante varios dias. Pero luego la cerraron bien antes de irse.

– ?No era una empresa de fontaneria? ?Fontaneria Kalmar? -pregunto ella.

Hagman nego con la cabeza.

– Eran entarimadores -aseguro-. Chicos jovenes.

– Entarimadores… -repitio Tilda.

Recordo los suelos recien acuchillados de la casa parroquial de Hegelby y se pregunto si habria encontrado una pista.

– ?Hablo con ellos?

– No.

Tilda dio una vuelta con Hagman por las otras casas de la zona y anoto cuales tenian las ventanas rotas.

– Tendremos que informar a los propietarios -dijo cuando regresaron al coche patrulla-. ?Tiene usted contacto con alguno de ellos?

– Si, con algunos -respondio Hagman-. Con los que tienen buenos modales.

Cuando Tilda regreso a la comisaria, hizo una docena de llamadas a los propietarios de casas de Oland y de los alrededores de Kalmar que habian denunciado robos durante el otono.

De todos aquellos con los que pudo hablar, cuatro habian hecho acuchillar el parquet de su casa de verano durante el ano. Todos habian contratado una empresa del norte de Oland: SUELOS Y PARQUETS MARNAS.

Tambien llamo a la casa parroquial de Heglby, cuyo propietario habia regresado ya del hospital. El hombre, Gunnar Edberg, tenia la mano escayolada, pero se encontraba bien. Tambien habian contratado a la empresa de Marnas para arreglar el suelo.

Вы читаете La tormenta de nieve
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату