– Hicieron un buen trabajo -dijo Edberg-. Trabajaron cinco dias a principios de verano, pero nunca los vimos; estabamos en Noruega.

– ?Les dejaron las llaves sin conocerlos?

– Es una empresa de confianza -replico-. Conocemos al propietario; vive en Marnas.

– ?Tiene su numero de telefono?

Ahora Tilda tenia una pista, y tan pronto como acabo de hablar con Gunnar Edberg llamo al dueno de SUELOS Y PARQUETS MARNAS S. A. Fue directa al grano: queria los nombres de los acuchilladores que habian trabajado en el norte de Oland durante los ultimos anos. Recalco que no eran sospechosos de nada, y que la policia apreciaria que, de momento, no les dijera nada a sus empleados sobre el asunto.

No tuvo problemas. El dueno de la empresa le dio dos nombres con direccion y numero personal:

Niclas Lindell

Henrik Jansson

Buenos chicos ambos, aseguro. Amables, habiles y responsables. Unas veces trabajaban juntos, otras solos: por lo general, en casas de gente que vivia en la isla todo el ano, mientras estaban de vacaciones, y en casas de veraneo cuando los propietarios volvian a la ciudad. Habia mucho trabajo.

Tilda le dio las gracias y le hizo una ultima pregunta: ?Le podia proporcionar una lista de las casas en las que habian trabajado Lindell y Jansson durante el verano y el otono?

Esos datos se guardaban en el ordenador de la empresa, le dijo el hombre. Imprimiria la informacion y se la enviaria por fax.

Tras colgar, Tilda encendio su ordenador y busco informacion sobre Lindell y Jansson en el registro de la policia. Henrik Jansson habia sido detenido y condenado por conduccion ilegal en Borgholm hacia siete anos: tenia diecisiete anos y conducia sin carnet. No habia nada mas sobre el o Lindell.

Despues el fax se puso en marcha y aparecio la lista de SUELOS Y PARQUETS MARNAS.

Tilda comprobo enseguida que, de las veintidos direcciones de casas que habian contratado reparacion de suelos, siete habian denunciado robos durante los ultimos tres meses.

Niclas Lindell habia trabajado en dos casas. Pero Henrik Jansson lo habia hecho en todas.

Tilda sintio la misma ansiedad que un cazador cuando un alce aparece en el bosque. Luego se dio cuenta de otra cosa: durante una semana de agosto, Henrik Jansson habia estado en la casa de ludden. Segun la informacion, el trabajo habia consistido en «acuchillado de la planta baja».

?Significaria algo?

Henrik Jansson vivia en Borgholm. Segun los datos de la empresa de parquet ese dia se encontraba en una casa de las afueras de Byxelkrok, y tal como estaban las cosas, en aquel mismo momento podia estar trabajando tranquilamente. Tilda necesitaba mas tiempo antes de llamarlo a declarar.

De repente, el timbre del telefono rompio el silencio. Miro el reloj, ya eran las cinco y cuarto. Estaba casi segura de quien era.

– Comisaria de Marnas, Davidsson.

– Hola, Tilda.

Habia acertado.

– ?Como estas? -pregunto Martin.

– Bien -contesto ella-, pero ahora no tengo tiempo de hablar. Estoy ocupada en algo importante.

– Espera, Tilda…

– Adios.

Colgo sin sentir la menor curiosidad sobre que queria. Sintio una liberacion al ver que Martin Ahlquist, de repente, era tan insignificante para ella. En aquellos momentos, el entarimador Henrik Jansson era el hombre de su vida.

Su meta era encontrar a Henrik y detenerlo: y de camino a la comisaria, preguntarle un par de cosas. Queria saber por que habia maltratado al jubilado, pero tambien por que habia roto la botella con el barco de Gerlof.

Invierno de 1960

Ese ano, el verano fue inusitadamente lluvioso en Oland, y nuestro segundo invierno en ludden fue peor que el primero. Mucho mas frio, y con mucha mas nieve. Durante enero y febrero, segun recuerdo, la escuela de Marnas estuvo cerrada los lunes, pues las maquinas quitanieves no tenian tiempo de limpiar las carreteras tras las nevadas del fin de semana.

MIRJA RAMBE

Mi madre, Torun, continua pintando, a pesar de que su vista no se ha recuperado tras el dia de la tormenta de nieve. Apenas ve y ya no puede leer.

Las gafas no le son de gran ayuda. En Borgholm encontramos una lampara halogena montada en un tripode. Tiene una luz blanca resplandeciente, y cuando la encendemos nuestras dos oscuras habitaciones parecen un estudio de cine. En medio de ese resplandor solar, mi madre se sienta y pinta con las gamas mas oscuras que puede mezclar.

Las espatulas y los pinceles de Torun borronean, como ratas estresadas, los tensos lienzos. Mi madre pinta la nevasca en la que se perdio el invierno pasado, y acerca tanto el rostro al lienzo que tiene la punta de la nariz continuamente ennegrecida. Fija la mirada en las negras sombras crecientes: yo creo que, mientras pinta, siente que aun se encuentra fuera, entre los muertos de las charcas de la cienaga.

Cubre con pintura lienzo tras lienzo, pero como no hay nadie que quiera comprar o siquiera exponer los cuadros, guarda las telas enrolladas en un cuarto vacio y seco, junto a la cocina.

Yo tambien pinto mucho, cuando sobran papel y colores, sin embargo, el ambiente en la casa del fin del mundo sigue siendo sombrio. Nunca tenemos dinero, y Torun no ve lo suficiente como para seguir limpiando casas.

A principios de noviembre, mi madre cumple cuarenta y nueve anos. Lo celebra sola con una botella de vino tinto y empieza a decir que su vida se ha acabado.

La mia parece no haber empezado.

Tengo dieciocho anos, he terminado la escuela y me he hecho cargo de algunos trabajos de limpieza de Torun a la espera de tiempos mejores. Me he perdido los anos cincuenta por completo. Al final de la decada, llegan a mis manos unos viejos numeros del Bildjournalen, y por ellos me entero de que, aparte de la muerte de Stalin y del miedo a la bomba atomica, ha sido la epoca de los jovenes con calcetines blancos cortos, guateques y rock and roll: pero en el campo no habia nada de eso. Nuestra radio era vieja y lo maximo que emitia era una mezcla de voces fantasmales y chasquidos. Tras la dulce temporada de playa, la vida en la costa se transforma en nueve meses de oscuridad, viento, largos caminos embarrados, ropa mojada y constantes pies helados.

Este ano, el unico consuelo es Markus.

Markus Landkvist ha llegado de Borgholm ese mismo otono y se ha mudado a una pequena habitacion en ludden. Markus tiene diecinueve anos, uno mas que yo, y trabaja como ayudante en las granjas de la comarca, a la espera de hacer el servicio militar.

No es mi primer amor, pero significa un claro paso adelante. Mis enamoramientos anteriores habian consistido en quedarme mirando fijamente a algun chico al otro lado del patio, confiando en que se acercara y me tirara del pelo.

Markus es alto y rubio y el mas guapo de la region, por lo menos eso pienso yo.

– ?Sabias que ludden esta embrujada? -le pregunto al encontrarnos por primera vez en la cocina.

– ?Que?

No demuestra el menor miedo o siquiera interes, pero ahora que he empezado me veo obligada a continuar:

– Los muertos viven en el establo -digo-. Susurran a traves de las paredes.

– Es solo el viento -dice el.

No es exactamente amor a primera vista, pero empezamos a relacionarnos. Yo soy muy habladora, y Markus

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