El parece sentir mucho dolor, y se apoya contra la pared.
– He vertido otra cosa en la botella.
Entonces, Davidsson se pone de pie y pasa tambaleandose junto a mi en direccion a la puerta. De pronto, eso me da nuevas energias.
– ?Marchate! -grito.
Cojo un bidon de plastico vacio que hay en una esquina y le golpeo la espalda con el.
– ?Fuera!
Me obedece, y yo lo sigo andando por la nieve y veo que se encamina hacia la valla. Tras encontrar la abertura, continua en direccion al mar.
La torre sur proyecta su luz rojo sangre a traves de la nevada, la norte ahora esta negra.
En la penumbra, veo que la motora de Ragnar se mece en las olas, junto al rompeolas. Rompen en la playa con un gran estruendo y yo deberia detenerlo, pero me quedo en la cuesta y solo miro mientras el se tambalea y suelta amarras. Entonces se detiene, se agacha de nuevo y vomita en el agua.
La barca se le escapa, las olas empiezan a jugar con ella y la empujan lejos del rompeolas.
El parece sentirse demasiado mal para preocuparse por la barca. Lanza una mirada al mar y luego vuelve a tierra tambaleandose.
– ?Ragnar! -grito.
Si me pidiera ayuda se la ofreceria, pero no creo que me haya oido. No se detiene al llegar a la playa, sino que corre hacia el norte. A casa. Enseguida desaparece en la oscuridad.
Yo regreso a casa y entro a ver a Torun. Aun esta despierta y sentada como de costumbre en una silla junto a la ventana.
– Hola, mama.
No vuelve la cabeza, pero pregunta:
– ?Era Ragnar Davidsson?
Me acerco a la estufa y suspiro.
– Se ha ido. Ha estado aqui un rato…, pero ahora se ha marchado.
– ?Ha tirado las pinturas?
Contengo la respiracion y me doy la vuelta.
– ?Las pinturas? -digo luego, con el llanto contenido en la garganta-. ?Por que piensas eso?
– Ha dicho que iba a hacerlo.
– No, mama -respondo-. Tus lienzos estan en el trastero. Puedo buscar…
– Pues deberia haberlo hecho -replica Torun.
– ?Que? ?Que quieres decir?
– Le he pedido a Ragnar que los tirara al mar.
Tardo cuatro o cinco segundos en comprender de que habla: luego es como si una membrana se rompiera en mi interior y peligrosos liquidos empezaran a mezclarse en mi cerebro. Me veo a mi misma precipitarme hacia Torun.
– ?Sigue sentada aqui, vieja de mierda! -grito-. ?Sigue sentada aqui hasta que te mueras! ?Ciega de mierda…!
La golpeo una y otra vez con la palma de la mano, y Torun recibe las bofetadas. No las ve llegar.
Cuento los golpes, seis, siete, ocho, nueve, me paro al duodecimo.
Despues, ambas respiramos agitadas. El triste ulular del viento se oye tras las ventanas.
– ?Por que me dejaste sola con el? -pregunto-. Debiste darte cuenta de lo sucio que estaba, mama, y de como apestaba… No debiste dejarme entrar alli, mama.
Hago una pausa.
– Pero ya entonces estabas ciega.
Torun clava en mi una mirada fria. No creo que sepa de que le estoy hablando.
Y ese fue mi final en ludden. Abandone la casa y nunca mas volvi. Y no volvia a hablar con Torun. Me ocupe de que ingresara en un sanatorio, pero nunca mas volvimos a hablar.
Al dia siguiente, llego la noticia de que el ferry nocturno entre Oland y el continente habia zozobrado a causa de la tormenta. Muchos pasajeros habian muerto en el agua helada. Markus Landkvist fue uno de ellos.
Otra victima de la tormenta fue Ragnar Davidsson, el pescador de anguilas. Fue hallado muerto en la playa un dia despues. No senti ningun remordimiento: no senti nada.
Creo que despues de nosotras nadie mas vivio en la cabana, y tampoco creo que nadie pasara mas de un mes de verano en la casa principal. La pena se habia incrustado en las paredes.
Seis semanas mas tarde, cuando ya me habia mudado a Estocolmo para empezar en la Escuela Superior de Arte, descubri que estaba embarazada.
Katrine Manstrale Rambe nacio al ano siguiente, la primera de todos mis hijos.
Heredaste los ojos de tu padre.
36
– ?Hola! -grito Henrik a la figura tendida en la nieve-. ?Estas bien?
Era una pregunta estupida, pues el cuerpo a sus pies yacia inmovil y con el rostro ensangrentado. La nieve ya habia empezado a cubrirlo.
Parpadeo desconcertado, todo habia sucedido demasiado deprisa.
Le habia parecido reconocer a los hermanos Serelius fuera, en el jardin. Cuando el primero de ellos abrio la puerta, Henrik le asesto un golpe con el hacha de su abuelo lo mas fuerte que pudo; y acerto en algun lugar de la cabeza. Por el lado romo, no con el filo, de eso estaba seguro.
Se paro en la puerta del porche y, a luz del patio, se percato de que habia golpeado a una mujer.
Unos metros detras de ella habia un hombre medio congelado por la ventisca. El desconocido dio un par de pasos y se arrodillo al lado de la mujer.
– ?Tilda? -grito-. ?Tilda, despierta!
Ella movio debilmente un brazo e intento levantar la cabeza.
Henrik salio a la escalera, dando la espalda al calor de la casa y exponiendo la cara al viento y el frio, y descubrio que la mujer vestia un uniforme oscuro.
Una policia. La nieve casi la habia sepultado al pie de la escalera. Un delgado hilo de sangre oscura corria por su nariz y alrededor de su boca.
Durante unos segundos, todo excepto la nieve permanecio inmovil.
Henrik volvio a sentir dolor en el abdomen.
– ?Hola! -repitio-. ?Como te encuentras?
No hubo respuesta, pero el hombre que acompanaba a la agente cogio el hacha de la nieve y se acerco a el.
– ?Sueltalo! -le grito a Henrik.
Detras de el la mujer tosio y empezo a vomitar sobre la nieve.
– ?Que? -pregunto Henrik.
– ?Suelta eso!
Comprendio que se referia al cuchillo de cocina. Aun lo empunaba.
No queria soltarlo. Los hermanos Serelius estaban por alli, en alguna parte; tenia que defenderse.
La mujer habia dejado de vomitar. Se llevo la mano al rostro y se palpo con cuidado la nariz. Los copos de nieve se posaban sobre ella, y la sangre se le habia solidificado formando oscuras manchas en el rostro.
– ?Como te llamas? -pregunto el hombre en la escalera.
La agente levanto la cabeza y le grito algo a Henrik a traves del viento, las mismas palabras varias veces; el al fin entendio lo que decia: su nombre.
– ?Henrik! -gritaba-. ?Henrik Jansson!
