Los dos paseantes volvian ya hacia el castillo, donde los servidores, ocupados en cargar en dos carretas el equipaje y algunos objetos personales, habian hecho una pausa para correr hacia una carroza de viaje que acababa de llegar, bajar el estribo y abrir la portezuela con exclamaciones de alegria ante la joven alta, rubia y delgada, vestida tambien de luto riguroso, que descendio de ella y a la que tan bien conocian.

— ?Dios mio! -exclamo Sylvie-. ?Es Marie!

Esta apretaba las manos que aquellas personas sumidas en la tristeza tendian hacia ella como a una esperanza; luego alguien senalo los jardines y a quienes alli estaban. Ella se recogio las faldas y corrio hacia ellos. A tres pasos de distancia mas o menos, se detuvo.

— ?Madre! -dijo con una voz apagada por la emocion-. He venido a pediros perdon…

Iba a doblar las rodillas y dejarse caer en la arena del sendero, pero Sylvie impidio el gesto. Invadida por una alegria que ya no esperaba, abrio los brazos para acoger a su hija finalmente de vuelta… La palidez de Marie, el dolor pintado en su bonito rostro, reflejaban un dolor igual al suyo propio.

Largo rato permanecieron asi, apretadas la una contra la otra, mezclando sus lagrimas y sus besos.

— Hace mucho que te he perdonado -murmuro por fin Sylvie-. Lo unico que esperaba era volver a ver algun dia a mi hija. ?Oh Marie, no sabes la alegria que me das al volver con nosotros!

— Que nos das -preciso Perceval-. Por mi parte, estaba seguro de que no podrias negarte a venir a compartir con tu madre estas horas terribles. -Y abrazo a la joven, pero con una reticencia que no paso inadvertida a Marie.

— ?No me perdonais? -dijo con tristeza.

— No voy a ser mas intransigente que tu madre, pero me cuesta mas que a ella, aunque sigo queriendote lo mismo. Estuvo en trance de muerte y no sabiamos que habia sido de ti; y cuando por fin lo supimos, fue ella quien me prohibio ir a decirte, delante de Madame si era necesario, lo que pensaba de tu conducta. En el fondo, ella tenia razon y yo no habria hecho mas que envenenar mas las cosas. Ahora me siento feliz y vamos a olvidarlo todo juntos. ?Sabes que nos marchamos de aqui dentro de una hora?

— He visto los preparativos, pero ?por que tan pronto? ?Y para ir adonde?

— No queremos esperar que el nuevo duque nos eche -dijo Perceval con amargura-. Vamos a Conflans, porque es todo lo que la generosidad del rey deja a tu madre.

Y eso porque la finca le pertenece en propiedad, como los bienes que le dono, cuando era nina, la difunta senora duquesa de Vendome, que Dios tenga en su gloria -anadio, al tiempo que se quitaba el sombrero con respeto.

Sylvie no pudo retener un sollozo. En efecto, la duquesa Francois e habia muerto el mes de septiembre anterior en la vieja mansion del faubourg Saint-Honore, al que habia vuelto despues de la partida de la gran expedicion para recibir las noticias con mas celeridad. Tenia setenta y siete anos, pero no fue la edad sino el dolor lo que abatio su antigua vitalidad, como habia tambien golpeado al hijo mayor, Louis de Mercoeur, cardenal-duque de Vendome, abrumado por la desaparicion de su hermano.

Y Sylvie habia visto aumentado su dolor en la muerte de la que habia sido para ella una segunda madre, por la orden de exilio que le impedia acudir a verla una ultima vez y rezar al pie de su lecho mortuorio.

Con ternura, Marie deslizo su brazo por el de su madre y se encamino con ella, a pasos lentos, hacia la mansion.

— ?Pobre duquesa! -murmuro-. Se diria que la desgracia se ceba con la casa de Vendome.

— Si -suspiro Perceval-. Sobrevivio a sus tres hijos, que es lo mas cruel que puede ocurrirle a alguien. Dios quiera proteger a los dos muchachos sobre los que reposa en adelante la gloria de ese alto linaje: el joven duque Louis-Joseph, que solo tiene dieciseis anos, y el pequeno Philippe, que ha tenido la suerte de volver de Candia sano y salvo, pero inconsolable por no haber podido encontrar a su tio…

— Son muchos los inconsolables -murmuro Marie-. Lo mas dificil es convencerse de que no le veremos mas… que tendremos que vivir sin el.

— Le amas todavia -susurro Sylvie, posando su mano sobre la de su hija-. No habrias tenido que devolverle su palabra.

— ?Oh, si! Aun en el caso de que se hubiera llevado a cabo la boda, habria acabado por detestarme.

Para despejar la atmosfera, Perceval cambio de tema y pregunto:

— ?Nuestra marcha trastorna tus planes, quiza? ?Pensabas quedarte aqui unos dias?

— No. He venido a toda prisa para hacer las paces con vosotros antes de cruzar el mar, porque nunca se sabe lo que un viaje puede reservarnos. Madame va a Inglaterra, el rey la envia a hablar con su hermano, el rey Carlos II, para restablecer la alianza entre los dos reinos. En cierto modo, como embajadora extraordinaria. Naturalmente, yo voy con ella. Oh, el viaje no durara mucho: Monsieur, rabioso desde que fue exiliado el caballero de Lorraine, no autoriza a su mujer a ir mas alla de Dover, donde solo nos quedaremos tres dias.

— ?Es a la vez estupido y cruel! -observo Perceval-. Cuando el rey decide…

— Monsieur no siempre cede. Tiene unos celos enfermizos de los exitos de una mujer, a la que detesta desde la muerte de su hijo. La vida no resulta divertida en sus castillos, ya sea el Palais-Royal, Saint-Cloud o Villers-Cotterets. Ha habido que plegarse a sus prohibiciones. -Pero tengo aun otra cosa que deciros, una decision que me he visto obligada a tomar y que, espero, me perdonareis…

— ?Otro perdon? -pregunto Sylvie, sorprendida.

— Si… por adelantado. El perdon antes del pecado… El hombre que va a ocupar aqui vuestro lugar, ese Saint-Remy… esta enamorado de mi desde hace mucho tiempo, al parecer. Y he decidido casarme con el.

— ?Como?

Fue una exclamacion de incredulidad a dos voces. La duquesa palidecio, mientras Raguenel se puso de un color rojo encendido.

— ?Te has vuelto loca? -rugio.

— No. ?Intentad comprenderlo! El rey desea ese matrimonio porque ve en el una manera de unir la rama perdida al tronco principal…

— ?El rey! -espeto Perceval-. ?Otra vez el rey…!

— ?Siempre el rey! Piensa que tendremos descendencia. Si no acepto, hara que se case con otra. Por eso estoy decidida a aceptar, pero puedo aseguraros que nunca habra hijos…

— ?No, no lo hagas, te lo ruego! -imploro Sylvie-. Y no te fies por el hecho de que ese hombre es mucho mas viejo que tu. Si le niegas lo que el matrimonio le permite exigir, puede forzarte a darselo. Ignoras todavia, afortunadamente, la violencia de la que es capaz un hombre que desea a una mujer -anadio con un estremecimiento de horror retrospectivo-. Deja heridas incurables.

Pero Marie no quiso oir mas. Con un movimiento brusco, estrecho a su madre, le dio un largo beso en la mejilla, y luego la solto y corrio hacia su coche.

— ?Para eso haria falta que tuviera tiempo! -grito contra el viento que empezaba a levantarse-. ?No os atormenteis por mi! Tengo aun una amiga segura en Madame de Montespan, y Madame me quiere mucho. Ellas me ayudaran.

— ?Dios mio! -gimio Sylvie, tapandose la cara con las manos-. ?Pero que quiere hacer, casarse con ese asesino, compartir su casa y su lecho? ?Oh, es impensable!

Perceval se encogio de hombros y volvio a tomar su brazo.

— Nada es impensable en la corte de Luis XIV, pero confio en Marie. Tiene caracter y es inflexible en sus decisiones, lo sabes bien. Y si conserva la amistad de la bella Athenais, estara protegida. ?Se dice que el rey esta loco por ella!

Se interrumpio: el abate de Resigny, con su breviario en las manos como si aquel dia fuera igual a todos los demas, bajaba la escalinata, y ni en sus ropas ni su actitud habia ningun signo que indicara una partida inminente.

— ?Adonde vais, senor abate? -pregunto con cierta brusquedad Raguenel-. No hay tiempo para ir a rezar al parque. ?No os venis con nosotros?

El preceptor de Philippe, que no habia reducido gran cosa de volumen desde su llegada, sonrio con tristeza.

— No, porque en estos ultimos dias he reflexionado mucho, y rezado tambien; y, con vuestro permiso, senora duquesa, voy a quedarme.

— ?Como, nos abandonais? ?Quereis servir al nuevo amo? -lo fulmino Perceval, rojo de colera-. ?Las cosas

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