ya no seran como antes, claro! Por ejemplo, Lamy, al que tanto apreciais, se va a servir al palacio del Luxembourg. La senora duquesa se lo envia a Mademoiselle para agradecerle su amistad. De todas maneras, no puede mantener el mismo tren de vida. ?Vais a adelgazar, amigo mio!

Las lagrimas asomaron a los ojos del buen abate.

— Se todo eso, y me conoceis muy mal, caballero. Ademas, aunque Jeannette se va con su ama, ?no es cierto que Corentin Bellec se queda en su puesto de intendente de la propiedad?

— ?Desde luego! No se puede dejar el ducado al albur de cualquier suceso, sin vigilancia. El… nuevo amo - las palabras salian con tanto esfuerzo que parecia masticarlas- podria exigir cuentas. Es un hombre muy interesado, y si Corentin se queda no es por gusto…

— ?Tampoco yo! El va a cuidar de los bienes terrestres, ?yo del alma de Fontsomme! He querido demasiado a mi joven duque para no intentarlo todo con el fin de que ese hombre comprenda que esta cometiendo un crimen y que…

— ?Es al rey a quien habria que hacer comprender eso!

Sylvie se interpuso entre los dos hombres, el que lloraba y el que tronaba.

— ?Os lo ruego, padrino! No debeis tratar al abate de esta manera. Nos da una gran prueba de amistad, y no nos traiciona como pareceis creer. Sin embargo, rehuso esa prueba: ese Saint-Remy es peligroso.

— Es posible, pero voy a quedarme igual. Ya veis, estoy dispuesto a ser vuestro espia aqui, y quiza Dios me conceda poder hacer un buen trabajo.

— ?Por que no, despues de todo? ?Ya habeis olvidado, querido padrino, lo que acaba de decirnos Marie?

— No… no he olvidado nada. ?Perdonadme, senor abate! Ultimamente tiendo a tomar a mal todo lo que me dicen. Me estoy convirtiendo en un viejo grunon… ?Gracias por vuestra abnegacion! Habria tenido que darme cuenta de cual era vuestra intencion.

Acogio entre sus brazos al abate para darle un fuerte abrazo, y luego lo solto con tanta brusquedad que el infeliz habria caido al suelo si Madame de Fontsomme no le hubiera sostenido. A su vez, ella se inclino para posar un beso en su mejilla mofletuda.

— Puede que nos seais todavia mas util de lo que creeis -le dijo-. ?Hasta la vista, querido abate! Siempre tendreis un lugar en nuestra casa. ?Ah, veo que vienen los aldeanos! Creo que ha llegado el momento de decirles adios.

Mientras el patio de honor de Fontsomme era el teatro de una escena conmovedora que permitio a la duquesa y al caballero de Raguenel verificar la magnitud del afecto que sentian por ellos las gentes del lugar, Marie se dirigia a Saint-Quentin, donde habia de integrarse en el nutrido cortejo partido de Saint-Germain para acompanar a Madame hasta Dunkerque. La joven se sentia aliviada e incluso feliz por haber puesto fin a una separacion tan cruel para todos; y tambien llena de un valor extraido del carino renovado que sentia por los suyos. Habian sufrido demasiado, y Marie consideraba que le tocaba a ella defenderles ahora que Philippe, su querido hermano menor, no iba a volver nunca. ?Philippe, al que amaba tanto y que Fulgent de Saint-Remy habia querido matar! Tenia derecho a hacer pagar sus crimenes al hombre que la habia enganado durante tanto tiempo. ?Y eso sucederia en el momento mismo en que el creeria alcanzar el triunfo!

Con un gesto maquinal, busco el saquito de terciopelo colgado de su garganta y lo sostuvo un momento, acariciandolo con la yema del dedo con algo parecido a la ternura. Habia en el algo que podia liberar a la familia de su pesadilla.

Aproximadamente dieciocho meses antes, cuando Marie luchaba contra la desesperacion en que la habian sumido las revelaciones de Saint-Remy y la renuncia a su sueno, Athenais, por entonces en lucha casi abierta con La Valliere, le habia aconsejado que consultara a una adivina: «Dice cosas asombrosas y puede ayudaros a hacerlas realidad. Des Oeillets os llevara.»Fue asi como un dia, acompanada por la camarera de la bella marquesa, Marie se habia encontrado en el fondo del jardin de una casita situada en la Rue Beauregard, en aquel faubourg de la Villeneuve-sur-Gravois crecido a principios de siglo en torno a la iglesia de Notre-Dame-de-Bonne-Nouvelle. Alli, en una especie de gabinete amueblado con una mesa, dos sillas y un tapiz, la habia recibido una tal Catherine Monvoisin, llamada la Voisin, una mujer pelirroja bastante guapa de casi cuarenta anos, vestida con un manto de terciopelo purpura bordado de oro y una falda verde claro drapeada de «punto de Francia», que estuvo a punto de provocar su hilaridad mas que su confianza. Sin embargo, lo que le dijo desperto su atencion, porque acerto a describir bastante bien la situacion en que se debatia la joven, al menos a grandes trazos. Luego Marie quedo algo confundida cuando la adivina le predijo un nuevo amor, un amor que vendria de lejos.

«Entonces olvidareis -le dijo- esta pasion que tan contraria os es; antes sufrireis una prueba dificil. No se todavia en que consistira, pero no olvideis que para todo mal existe un remedio, y que yo entiendo mucho de remedios. Cuando llegue el momento, volveremos a vernos…»

Al salir de la casa de la vidente, Marie no estaba mas que medio convencida. ?Que idea tan absurda, imaginar simplemente que ella podria dejar de amar a Francois, el unico hombre que llevaba en su corazon desde su infancia! Sin embargo, cuando la terrible noticia, doblemente dolorosa para ella, se habia difundido por la capital, y sobre todo cuando se habia adjudicado el ducado de su hermano a Saint-Remy -ese Saint-Remy al que ella habia permitido convertirse en un amigo y visitarla, pero al que ahora despreciaba de todo corazon-, Marie se habia acordado de la Voisin. Habia vuelto a verla, sola en esta ocasion, y la adivina le habia entregado el saquito de polvo blanco que sostenia ahora en la palma de la mano.

«Nadie se extranara de que un hombre ya maduro caiga enfermo, sobre todo si se casa con una muchacha demasiado joven para el… En pocos dias todo quedara solucionado, y podreis volveros hacia un futuro distinto.»

?Veneno! Era veneno lo que le habia vendido la Voisin [32] y al principio a Marie le habia horrorizado aquella solucion; pero en las pesadillas que la afligian con frecuencia, le parecia oir aun la voz desesperada de su madre que le gritaba: «Ese hombre queria dejar morir a tu hermano menor de una manera horrible», y acabo por acostumbrarse a la idea de vengar de golpe todo el mal que habia infligido a los suyos el hombre que se atrevia a amarla. Incluso su marcha a Candia con la flota, «a fin de cosechar una gloria suficiente para hacerme digno de vos», habia acabado por arrojar una sombra siniestra. ?Y si habia sido el quien asesto el golpe mortal a Philippe? En el fragor de la batalla, debia de ser bastante facil… Desde ese momento, un verdadero horror sustituyo a la simpatia, y luego amistad, nacida bajo los platanos del castillo de Sollies. La determinacion de convertirse en la mano vengadora que acabara con el llego con toda naturalidad. Bastaba con tener el valor suficiente para llevar hasta el fin una tarea que le repugnaba, pero que era necesaria. Luego tendria todo el tiempo de vida que le quedara para expiar su pecado en un convento. Por lo menos, las personas a las que amaba podrian envejecer en paz…

Iba tan absorta en sus pensamientos que no se dio cuenta de que el tiempo habia cambiado. Al llegar a Saint-Quentin, caia una verdadera tromba de agua y la antigua y orgullosa ciudad picarda, que tantas habia tenido que sufrir durante las guerras con Espana, parecia ser objeto de una nueva invasion. Marie hubo de renunciar a llegar en el coche que le habia prestado Mademoiselle hasta el magnifico Hotel de Ville, el ayuntamiento en el que sabia que iban a pasar la noche el rey, la reina y las princesas. Dejo que el cochero se las arreglara como mejor pudiera y se lanzo por las calles adoquinadas entre una increible aglomeracion de caballos, coches, senores, damas y criados, todos mas o menos mojados y embarrados. Dominando aquella confusion como si fuera una especie de faro, Lauzun, montado en un magnifico caballo lleno de brio que le daba al menos la ventaja de no tener que abrirse paso, repartia ordenes y se esforzaba en organizar el caos. Por otra parte, era su papel: pocos meses antes habia sido nombrado capitan de la primera compania de guardias de corps, y a el habia confiado el rey el mando de la fabulosa escolta, compuesta por cerca de treinta mil personas, que se dirigia a Calais. Y lo cierto es que, poco a poco, volvio la calma y se restablecio el orden, por mas que aun no hubiesen acabado los apuros para Lauzun… De pronto, su mirada de aguila distinguio a Marie, que trataba de llegar a la casa comunal; giro el caballo hacia ella, se coloco a su lado, se inclino al tiempo que le tendia la mano y la levanto del suelo para instalarla en la grupa de su corcel.

— ?Valgame Dios! ?Que haceis aqui? Creia que Mademoiselle os habia dado un coche para ir a Fontsomme.

— Vengo de alli, pero mi cochero no podia avanzar y he preferido apearme para no tener que esperar horas.

— Mademoiselle esta en la escalinata del Hotel de Ville. Os llevare alli.

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