«Aunque te acostaras con el, no veo que tendria de malo».
«Simplemente, que no me va. Y, ademas, en un sitio como Modena, ?imaginate! Se enteraria todo el mundo».
«Pero a el le gustaria».
«?A el? Tendrias que conocerlo. ?Es mas timido…! En la familia lo han tenido como en el colegio. Imaginate que, cuando esta en Milan, su padre le da la llave de la casa solo una vez a la semana».
«?Cuantos anos tiene?»
«Veinticinco o veintiseis, creo».
«?Y como se llama?»
«Marcello se llama. ?Y que mas quieres saber?»
«?Huy, por favor! Haz lo que te parezca, querida».
«Bueno, ahora estoy hasta la coronilla de este interrogatorio. ?Queda claro?»
El guardo silencio, exasperado. Con que gusto le habria dado un par de bofetadas. Oh, si hubiera sido capaz.
Ella lo advirtio.
«?Que rapido te enfadas, tu! Y pensar que queria pedirte un favor».
«?Que favor?»
«?Lo ves como te has enfadado? Mejor no decirte nada».
«Como quieras».
«?Lo ves? Es que manana tengo que salir a las siete y no se que hacer para encontrar un taxi».
«Llamalo por telefono, ?no?»
«A esa hora no hay».
«Ya lo creo que hay».
«Y, ademas, no puedo llamar, porque mi hermana tiene el telefono en su alcoba».
«?No puedes despertarla?»
«?Tu no la conoces!»
«?Quieres que te acompane yo?»
«?A esa hora? ?Como vas a despertarte?»
«Pues despertandome. Asi de facil».
«?Y que diras en tu casa?» «Un madrugon no inspira sospechas».
Y se rio.
«?En serio quieres acompanarme?»
«?Que tiene de extraordinario? ?A que hora?»
«El tren sale a las siete cuarenta. Basta con que estes alli a las siete y diez».
«?Donde?»
«En mi casa, ?no?»
«Pero, si sabes que no se donde vives».
«Via Squarcia, 7».
«?Por donde queda?»
«?Sabes donde esta el Vigorelli? Pues muy cerca. Puedes mirar en la guia».
«Basta con que llegue a las siete y diez».
«En media hora estamos alli, en la estacion, espero, incluso con ese cacharro tuyo, y ademas, es que a las siete las calles estan vacias».
Despertarse temprano, para Antonio, era un autentico martirio y, ademas, habria sido tan sencillo dar mil liras a un taxista para que a las siete se encontrara debajo de su casa, pero no lo dijo. La idea de poder volver a ver a Laide, aunque solo fuera unos pocos minutos, tenerla a su lado, entrar asi un poco en su existencia privada, experimentar la maravillosa sensacion de que ella lo necesitaba, sobre todo la certeza de que aquella noche al menos no tendria el tormento de la incertidumbre y la espera, de que podria trabajar o reirse o charlar con los amigos como en los buenos tiempos: una tregua segura, un tiempo suspendido, una particula de felicidad.
«Y esta noche, ?que vas a hacer?»
«Esta noche hay ensayo en el teatro».
«Y despues, ?vas a ir al Due?»
«Como si estuviera loca: con el madrugon de manana».
Confusamente, el comprendia que muchas cosas no encajaban en las historias que ella contaba -La Scala, las fotografias, la sala de fiestas, la familia, el primo, la senora Ermelina-, muchas cosas que resultaba dificil conciliar, y, sin embargo, cuando ella hablaba, todas las dudas se le disipaban. Tal era el acento autentico de aquella chiquilla. No, era imposible que dijese mentiras. Habria habido, aunque hubiera sido ligerisimo, algun titubeo, incertidumbre, nota falsa, vacilacion. Y el seguia, atento, escuchandola, descifrandola, y era inteligente, era de una sensibilidad morbosa incluso para advertir los matices mas sutiles. ?Una chiquilla como Laide, tan lejana de cualquier complicacion psicologica? Con solo que hubiera intentado representar el menor engano, el lo habria advertido inmediatamente.
XVII
Entre el velodromo Vigorelli y el recinto de la Feria, hay un amplio espacio con una isla de prado, cerrado al norte por la compacta alineacion de las casas nuevas.
Alli se detuvo Antonio a las siete menos diez con su seiscientos. Habia llegado con una anticipacion ridicula incluso. No queria que ella lo viera tan presuroso, habria sido una confesion demasiado clara.
Hacia frio y humedad. Pese al malestar que le daban los cigarrillos en ayunas, encendio uno.
Llovia a mares: un agua violenta y rabiosa de primavera que azotaba la ciudad livida, vacia y dormida. Estaba solo el. Todos los demas dormian. Todos los demas lo ignoraban.
Habia cesado la tregua. Al cabo de pocos minutos la veria, pero, ?seria verdad? ?No seria por casualidad una broma? ?O no podian haber sucedido, entretanto, muchas cosas? ?Que ella se sintiera mal, por ejemplo? ?Como la avisaria?
Era la hora inhospita e ingrata en la que ya no hay deseos, los locales de diversion y vicio estan cerrados y tristes, los amantes adormecidos con su cansancio carnal y las luces apagadas, aunque la claridad del dia aun no sea suficiente.
Tambien los coches de los noctambulos mas desesperados habian regresado. Ni una ventana estaba iluminada: todo el mundo encerrado en la tibieza de la cama. Solo pasaban de vez en cuando camiones de basura. Habia una luz que no era luz, era gris, sueno, tragaluz, indiferencia absoluta.
?Ay de quien en una ciudad se deja sorprender por esa hora sin piedad, cuando llueve a cantaros y esta solo!
Le parecia ser un nino castigado y golpeado injustamente, de quien nadie sabia nada. En aquel momento dormian todos aquellos -sus hermanos, su madre, sus amigos- que lo necesitaban y a quienes el necesitaba. Ya no existian. Estaban sumidos en el sueno del alba, tan profundo y benefico cuando llueve. Estaba solo. Se sentia solo, ignorado y perdido, con su angustia infernal de la que la gente se habria reido con tanto gusto, y en derredor, bajo la lluvia, aun inmovil, estaba la gran ciudad, que al cabo de poco se despertaria y empezaria a jadear, a luchar, a retorcerse, a galopar para arriba y para abajo espantosamente, para hacer, deshacer, vender, ganar, apropiarse, dominar, por una infinidad de deseos y empenos misteriosos, de cosas mezquinas y grandes, trabajo, sacrificios y aflicciones infinitas e impetus y voluntades desbordantes, musculos y arrebatos mentales, posesion y dominio, ?adelante, adelante! Y el clavado alli, en un coche utilitario chorreando agua y desesperacion por un cuerpecito blanco y jovencito, tal vez con un fulgor dentro, llamado Laide y que nadie conocia. Telones de casas grises empapadas y hermeticas, como de vidas que a nadie importaban nada. ?El mundo? ?America y Rusia? ?El dominio de la Tierra?
Mas bien: ?se despertaria ella a tiempo? ?Funcionaria el despertador? ?Se daria bastante prisa en vestirse? ?Tendria ya hecha la maleta? 'Dios mio, haz que la maleta este lista, que no se vea animada a renunciar'. ?Dormiria aun? ?O estaria ya en el bano escrutandose la cara en el espejo, apretando un dedo en la comisura