mas que dispuesto a esperar horas: si hubiera estado mas absolutamente seguro, la espera habria sido una delicia, pero no tenia esa certeza. Los precedentes no bastaban. Todas las veces, cuando habian pasado diez minutos, lo apremiaba la obsesion: 'Esta noche Laide no vendra y manana no telefoneara, Laide no vendra y nunca mas telefoneara, Laide no vendra porque se ha marchado de Milan y ha encontrado a otro mejor que tu, mas joven, divertido y rico y se ha ido para siempre'. O bien: 'Ya han pasado doce minutos, la ultima vez se retraso diez, como maximo se ha retrasado dieciseis minutos, por lo que aun hay un margen disponible; hagamos lo siguiente: hasta que hayan pasado veinte minutos no me resignare a que esta noche no venga; por lo demas, dijo que tenia que hacer la limpieza, podria ser que no hubiera calculado el tiempo justo, es tan meticulosa con la limpieza, capaz de lustrar y relustrar un cristal seis, siete veces, tal vez esta noche me haga esperar incluso mas de veinte minutos, pero para mi es espantoso; ella no lo hara con mala intencion, lo hara sin pensar, pero a mi me resulta espantoso todas las veces, conque reconozco que la culpa es mia, reconozco que soy un maniatico, que es como un caso clinico, pero no puedo mas. No, asi es imposible seguir, ya es que no vivo ni trabajo ni como ni duermo, la gente me habla y yo no la escucho, estoy ahi como un automata, ya no soy yo mismo, es mi perdicion, tengo que plantarla; vamos, vamos, hombre, librate de este maldito gusanillo, marchate por unos meses, buscate una muchacha, hazte con otras dos, tres, tira ese poco dinero que tienes ahorrado, nunca habras gastado mejor un dinero. Basta, yo no puedo mas'.

'Basta, basta, armarse de valor y al menos marcharse. Si no eres capaz de mas, espera aun quince minutos como maximo y despues marchate, a saber como se quedaria ella de asombrada. Si, todos los amigos a los que me he confiado son ya demasiados, yo, si estoy con uno mas de un cuarto de hora, no puedo resistirme y empiezo a contarle todo y ellos me escuchan, me escuchan, porque debe de ser divertido comprobar que alguien se ha idiotizado hasta tal punto; mis males deben de ser un gran consuelo para quien me escucha, solo por eso se quedan escuchandome, parecen incluso tan interesados; el caso es que todos los amigos, con una sola voz, me dan siempre el mismo consejo: fingir arrogancia, dar muestras de no concederle tanta importancia a las citas, no esperar mas de diez minutos y despues marcharse es una tactica infalible, el mundo siempre ha sido asi, para tener las de ganar con las mujeres hay que mostrarse indiferente; claro, claro, que facil os resulta a vosotros decirlo, pero, ?y si me voy y esa no vuelve a dar senales de vida, si no me telefonea mas?, no es una ovejita, Laide es una tia dura, tiene un orgullo que no veas, ?menudo si iba a correr tras mi!: no, es mejor que espere, pero han pasado otros dieciseis minutos, yo ya estoy hasta las narices y ahi, en la planta baja, hay una que esta mirandome, no es ni mucho menos que se haya asomado al alfeizar a mirar afuera, no, esta dentro y tiene la luz apagada, pero yo veo que de vez en cuando se acerca a la ventana, lo necesario para mirar, y mira y mira hacia mi precisamente, a saber si estara divirtiendose y nada mas facil que haya llamado a otros para que acudan a ver y que esten riendose juntos: un hombre de cincuenta anos pasados que espera a esa, a esa… ?que? En fin, mejor no hablar, en una palabra, de esa del cuarto piso, que a sus veinte anos ya ha hecho mas de las suyas que Bertoldo en Francia a los cincuenta. A fin de cuentas, si me comparan con mis coetaneos, puedo consolarme, ya que aun no tengo tripa y, ademas, estoy agil: desde luego, la cara, la maldita cara, ciertos dias tiene algunas arrugas, pero no son tanto las arrugas, es ese aflojamiento de conjunto, es una cara delgada y, sin embargo, ciertos dias logra aflojarse, pero es que no solo se aflojan las carnes gruesas, si bien, por lo general, mas de cuarenta y cinco, cuarenta y seis no me echan y, ademas, al diablo, ?estoy en condiciones de fecundar o no? ?Entonces? Si estoy en condiciones de fecundar, nadie puede tener motivo para reirse, ni aunque me acostara con una de catorce anos: ?cuanta hipocresia, cuanta hipocresia asquerosa! Diablos, ya son las diez menos diez, veinte minutos empiezan a ser demasiados: ?y si fuera a pedir al portero que llame por el telefono interior? Si, un poco curioso seria, el seguro que se olearia el pastel, ?y a quien le importa? ?Como si no supiera que Laide va con frecuencia con hombres! En cualquier caso, vamos a esperar cinco minutos mas, mas de cinco minutos, no; si no, ese de ahi cierra la cancela; al menos sabre si ella esta de verdad en casa, podria ser perfectamente que toda esa historia de la hermana que vuelve de la clinica fuese para justificar su fechoria, pero, en realidad, tal vez este fuera cenando con otro, acaso con ese conde que lleve el diablo, ese que le hace escuchar los discos de Bach antes de follar, si; ?ostras, las diez menos cinco! Si no me decido, ese de ahi cierra la cancela'.

Saco un billete de quinientas -quinientas de propina era bastante exagerado, pero era mejor excederse, nunca se sabia-, conque entro por la cancela, subio los cuatro escalones que conducian al tabuco del portero, llamo con los nudillos en el cristal, porque dentro no se veia a nadie, y aparecio un hombre de unos cincuenta anos:

«Disculpeme, podria llamar por el telefonillo a la senorita Anfossi?», y le alargo las quinientas liras.

El otro puso algunas pegas, pero despues cogio el billete y en seguida busco la comunicacion: en efecto, era ella, oyo al instante su voz con aquel «?Diga!» arrastrado, despreocupado y lleno de misterio.

«Bueno, ?que? ?Bajas?»

Ella en seguida se sulfuro:

«Pues es que aun no he acabado».

«?Y cuanto te falta aun? Podrias decirme cuanto vas a tardar».

«No lo se, no puedo saberlo».

«Pero, a ver, ?debo esperar o marcharme?»

«Tu haz lo que quieras; si quieres esperar, espera», y colgo.

El salio, de nuevo para arriba y para abajo por la acera de enfrente, que extrano aquel tipo bajo el cobertizo aun dormido, pero, ?estaria de verdad dormido? Mirando mejor, Antonio comprobo que no era un hombre, era un cacharro, algo de madera, una sombra obscura que tenia forma de hombre, pero no lo era, el patio estaba completamente desierto, tambien la calle estaba desierta, tambien la ventana de la que miraba en la casa de enfrente tenia las persianas echadas. Solo dos ventanas encendidas en el primero y en el cuarto la ventana de ella. Encendio un cigarrillo y despues otro, ya eran las diez y diez, pero, ?estaria Laide dentro limpiando la casa o estaria con otro hombre? Podia muy bien ser que la hermana no estuviera, pero tambien que ella hubiese aprovechado para traerse a casa a algun maromo; a saber si no estaria divirtiendose al pensar en el, que esperaba por la calle, tal vez estuvieran los dos tras la persiana espiandolo, desnudos, y el la mantuviese bien apretada y ella tal vez le contara que ese de ahi, que estaba esperando por la calle, habia perdido la cabeza por ella y ella iba con el porque soltaba sus buenos billetazos: total, a ella no le costaba apenas, porque a el no le atraia y se contentaba con sacarla a comer y al cine, pero, ?se puede ser mas gilipollas? Ya estaban empezando las pestilentes imaginaciones del cerebro que le envenenaban la vida, le volvian un infierno la vida: si, si, le estaba bien, a el, el intelectual, a el, que se asombraba de que los novelistas no hablaran de otra cosa que de amor y lo mismo las canciones y todo, el, el hipocrita, se asombraba, decia que no era verdad, en el mundo habia muchas cosas mas importantes que las mujeres, ?verdad? Un hipocrita, eso es lo que era, no es que no pudiese entenderlo, perfectamente lo entendia, desde luego, pero no tenia valor para reconocerlo, el, tartufo, como todos los demas, y ahora se daba cuenta de lo importante que es la mujer para un hombre, ahora se daba cuenta de que una muchacha hermosa podia ser deseada por los hombres, ahora pensaba y volvia a pensar en lo falso que era el mundo, que fingia que no existiesen los deseos carnales y no hablaba de ellos, mientras que, en realidad, todos los hombres, bastaba con que fueran sinceros, si se encontraban incluso por la calle a una muchacha desconocida, inmediatamente pensaban en una sola cosa: '?Es deseable? ?Me gustaria acostarme con ella?' Mejor dicho, se hacian dos preguntas, porque la segunda era sin falta esta: '?Habria por casualidad alguna forma de hacer el amor con ella?' Y, cuando un hombre veia a una mujer joven y atractiva, en seguida, incluso en la mas alta sociedad, incluso en la iglesia, incluso los curas, seguro, lo mismo, pensaba en como estaria bajo la ropa, si las tetas se sostendrian solas, si seria estrecha la cintura. El, por ejemplo, Antonio, pensaba en seguida en si estaria depilada o no: una de las cosas que mas lo excitaban eran precisamente las axilas sin pelos, sobre todo si eran muy jovenes, carnosas y llenitas, la muchacha que alzaba los brazos ofrecia precisamente con las axilas al descubierto la perspectiva mas apetitosa de su cuerpo. Y despues, naturalmente, todos se preguntaban como estarian hechos los muslos y el trasero, habia incluso quienes preferian por encima de todo el trasero y todos, todos, cuando veian a una muchacha o incluso a una nina, pensaban inmediatamente en la misma cosa, pero ninguno lo decia, ninguno tenia el valor para decirlo, ninguno se atrevia a reconocerlo, porque eran todos un hatajo de hipocritas que daban nauseas y todos vivian, hablaban y se comportaban como si por encima de todo les interesaran las ganancias economicas, la posicion social, los hijos, su casa, y pensar que todo, todos los esfuerzos, todos los pensamientos secretos se concentraban en esa unica cosa, pero era tabu y nadie se atrevia a hablar de ella, razon por la cual, cuando alguien hacia un regalo a un amigo, aun cuando fuera generoso, le daba tal vez un objeto artistico, un automovil, un yate, pero nunca le ofrecia la ocasion de poseer a una puta hermosisima: no, nunca se ofrecia lo que se agradeceria mas que nada e incluso los millonarios que invitaban a

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