presente. Era incomprensible que una persona que nunca habia pertenecido a su mundo pudiese colmar todo su ser de repente.
Guando termino de cantar, abrio los ojos y la miro. En un instante de muda complicidad, ambos lo supieron.
Despues, ella se lo conto a Vanja. Una y otra vez le conto lo que habia sucedido y lo que el le habia dicho y con que tono de voz lo hizo y que expresion tenia cuando lo dijo, y Vanja la escucho con paciencia e interes e interpreto la informacion justo como Maj-Britt deseaba. Por las noches, acostada en la cama, contaba las horas que faltaban para el siguiente ensayo del coro, pues sabia que entonces volveria a verlo. Pero nada resulto como ella esperaba. Mezclados con el resto del coro, volvieron a ser como extranos el uno para el otro. Goran se hacia notar y oir como de costumbre, ni rastro quedaba de la inseguridad que le habia descubierto a ella. Y en las escasas ocasiones en que sus miradas se cruzaron, las apartaron enseguida para volver a perderse en el coro.
Vanja le dio buenos consejos.
– Pero Majsan, tienes que hablar con el, ?no lo entiendes?
– Si, pero ?que le voy a decir?
– Pues inventate algo que sepas que le puede interesar. ?Que hace, aparte de cantar en el coro? Tendra otros intereses, ?no? O deja caer algo justo delante de el y busca un pretexto para entablar una conversacion. Soleis llevar partituras y cosas de esas que pueden caer desordenadas, ?verdad?
Para Vanja, que era muy valiente, resultaba muy facil. Pero las partituras de Maj-Britt parecian pegadas con cola a sus manos y, para que se le cayeran y llegaran a la hilera de los tenores, era preciso un milagro. Y Aquel que los obraba habia demostrado de sobra su desinteres. Vanja no estaba nada satisfecha; despues de cada ensayo del coro, la llamaba y la interrogaba acerca de todos los detalles.
Finalmente, fue Vanja la que resolvio el problema. Gracias a un sagaz trabajo detectivesco entre sus conocidos, se aseguro de que tambien Goran estaba interesado y cuando, pese a su insistencia, no consiguio que Maj-Britt tomase la iniciativa, se encargo personalmente del asunto. Una tarde, llamo a su amiga y le pidio que bajase al quiosco. Maj-Britt no queria y, por primera vez, Vanja se enfado y la llamo muermo. Maj-Britt no queria ser un muermo, sobre todo a ojos de Vanja, de modo que, pese al desconcierto que revelaba la mirada de sus padres, se puso el chaqueton y se marcho. No le permitian usar maquillaje, pero Vanja le prestaba del suyo y luego ponia sumo cuidado en retirarlo antes de volver a casa. Ni siquiera se habia peinado para salir, iba pensando llena de angustia mientras se acercaba al quiosco. Porque alli estaba Goran. Justo junto a la farola, en el aparcamiento de las bicicletas. Le sonrio levemente y le dijo hola y ella correspondio a la sonrisa y al saludo y luego se quedaron alli, callados y algo avergonzados, y la sensacion fue exactamente la misma que cuando estaban en la escalinata de la iglesia. Vanja no aparecia. Y tampoco el tal Bosse al que Goran esperaba. Maj-Britt no dejaba de mirar el reloj para que el viese que de verdad estaba esperando y Goran hacia lo posible por llenar la conversacion, que trataba exclusivamente de los dos amigos que aun no habian llegado. Y sobre por que no llegarian. Les llevo veinte minutos comprenderlo. Bosse era primo de Vanja y, mientras transcurrian los segundos, Maj-Britt comprendio que seguramente Vanja no pensaba aparecer en el quiosco aquella tarde. Que, al final, se habia cansado de que a ella no se le cayesen nunca las partituras y que habia decidido facilitarle las cosas al destino. Tambien Goran empezo a intuirlo y el fue, de hecho, el primero en reaccionar.
– Si resulta que Bosse no viene y Vanja tampoco, ?que te parece que hagamos?
Pues si, que que le parecia que hicieran… Maj-Britt no lo sabia. ?Que hacer un martes por la tarde, cuando tienes dieciocho anos y acabas de darte cuenta de que tu amor secreto no es ya tan secreto, que el objeto de ese amor esta al otro lado del aparcamiento de las bicis y que tambien acaba de ser descubierto? No, en verdad que Maj-Britt no lo sabia. Y tampoco les facilito las cosas el que justo en ese momento empezase a llover y que, en el fondo, ninguno de ellos quisiera irse. Y no era una lluvia fina normal y corriente de las que van arreciando paulatinamente, no, era una verdadera tormenta de agua que surgio de la nada de forma subita e inesperada. El dueno del quiosco empezo a cerrar y enrollo decidido el toldo bajo el que habrian podido protegerse, lo unico parecido a un techo que habia por alli.
Goran fue el primero en romper a reir. Al principio, intento contenerse y por eso sono mas bien como un lamento involuntario, pero la lluvia se desato con tal impetu que ya no pudo aguantarse mas. Y tambien ella se echo a reir. Sintiendose liberada, lo dejo que la cogiera de la mano y, al abrigo de su chaqueton, echaron a correr los dos juntos.
– Si quieres podemos ir a mi casa.
– ?Podemos?
Se habian detenido al otro lado de la carretera comarcal donde, en condiciones normales, sus caminos deberian separarse. El parecio sorprendido de su pregunta.
– ?Y por que no ibamos a poder?
Ella no contesto, solo sonrio algo insegura. Algunas cosas resultaban muy faciles para los demas.
– Tengo entrada propia, de modo que ni siquiera tienes que ver a mis padres si no quieres.
Ella dudo apenas un instante, pero termino por asentir y se dejo llevar por la maravilla de lo que estaba sucediendo.
Tal y como le habia dicho, tenia una entrada propia. Una puerta en el lateral del edificio y, tras ella, una escalera que conducia a la planta alta. Incluso tenia una pequena cocina con dos fogones y un horno, de modo que era casi como un apartamento propio. ?Y por que no iba a ser asi? Goran tenia veinte anos y podia haberse mudado de casa de sus padres si lo hubiese querido. Claro que ella tambien habria podido.
Solo que era impensable.
Abrio un armario empotrado que habia en el vestibulo y le dio una toalla para que se secase un poco. Colgo su chaqueton mojado en el respaldo de una silla y encendio el radiador. No habia mas que una pequena entrada y una habitacion. Una estanteria de color marron oscuro con algunos libros, una cama sin hacer y una mesa de escritorio con una silla. El ruido del televisor procedente del interior de la casa, donde se encontraban los padres, indicaba que vivian en un edificio mal aislado.
– No sabia que ibas a venir…
Se acerco a la cama deshecha y echo la colcha por encima.
– ?Quieres un te?
– Si, gracias.
La cocina descansaba sobre un estante bajo y Goran cogio un cazo que habia sobre uno de los fogones.
– Sientate si quieres.
Se dirigio al vestibulo y siguio hasta lo que Maj-Britt supuso seria un bano, porque oyo el chorro del agua y el tintineo de la porcelana. Miro a su alrededor en busca de un sitio donde sentarse. Solo habia dos opciones, o la silla con el chaqueton mojado junto al radiador o la cama a medio hacer. Se quedo donde estaba. Pero luego, cuando el volvio con el te y ella tenia una de las tazas entre las manos y el le pregunto si no queria sentarse a su lado, ella le dijo que si y se sento. Empezaron a tomarse el te, el era el que mas hablaba. Le conto sus planes de futuro, que queria mudarse de alli y quiza solicitar el ingreso en el conservatorio de Estocolmo o de Gotemburgo, y le hablo de lo harto que estaba de aquel agujero de pueblo en el que vivian. ?Y ella, no se habia planteado nunca hacer algo con su voz, con lo bien que cantaba? Maj-Britt se permitio dejarse llevar por los suenos de Goran, admirada de las posibilidades que el hacia surgir como por arte de magia. Pese a tener dieciocho anos y ser mayor de edad, jamas se le habia pasado por la cabeza que hubiese otras opciones que aquellas que la Comunidad consideraba adecuadas. No habia reparado en que mayor de edad significaba que era una ciudadana adulta con derecho a decidir sobre su vida. Lo unico que sabia con certeza era que no queria estar en otro lugar que aquel en que ahora se encontraba. En la habitacion de Goran, con una taza de te vacia en la mano. Todo lo demas carecia de importancia.
Y despues de aquella tarde, todo fue como tenia que ser. Pasaban los meses y en apariencia, todo seguia como de costumbre. Pero en su interior resonaba la efervescencia de una transformacion. Una curiosidad discola osaba abrirse paso cuestionando todas las restricciones. Y cuando tomo conciencia del derecho que la asistia, se alzo hacia el cielo por un camino muy distinto de aquel en que ella habia luchado hasta el momento.
Ningun dios en todo el mundo podia tener nada en contra de lo que por fin experimentaba. Ni siquiera el Dios