Monika se sentia desanimada cuando terminaron la conversacion. En el apartamento de Pernilla sucedian cosas que escapaban a su control. Habia llegado el momento de dar el siguiente paso. La hora de investirse de su nuevo papel en serio. Fue al vestibulo y se puso el abrigo.

Ya en el coche, solo con verse en camino, sintio cierto alivio. Lo mas dificil siempre era tomar la direccion adecuada. Una vez decidido el objetivo, el resto era solo cuestion de energia para ponerlo en practica. Y de energia estaba ella sobrada. Su mision habia arrumbado la desesperanza que sentia y ahora todo era resolucion. Todo volvia a tener sentido.

En esta ocasion, no dudo al cruzar el portal, simplemente comprobo con la mano la forma del picaporte y supo que muy pronto lo sentiria como a un viejo conocido. Paso de largo ante su puerta camino del tercer piso, escucho un poco con la oreja contra la hoja de la puerta antes de seguir, pero no se oia nada. Alli dentro reinaba el silencio. Se sento en la escalera, doblo el abrigo para protegerse del frio suelo de piedra. Y asi paso una hora. Cada vez que oia que alguien se acercaba, se levantaba y fingia que bajaba o que subia, lo que mas natural pareciese segun de donde vinieran. En una ocasion, paso un hombre que volvio al cabo de un rato y ambos sonrieron pensando que deberian dejar de verse en aquellas circunstancias. Monika acababa de doblar el abrigo para volver a sentarse cuando por fin se abrio la puerta.

Se puso de pie. Estaba fuera de la vista de nadie y solo podia ver los pies de la persona que salia, pero se percato de que llevaba zapatos de mujer. La puerta se cerro sin que nadie pronunciase una palabra y los pies desconocidos se encaminaron a la escalera. Monika los siguio. Pertenecian a una mujer de mediana edad, llevaba el cabello recogido y un abrigo beis. Cuando llego al portal, Monika ya le habia dado alcance y le sonrio cuando la mujer le sostuvo la puerta, le dio las gracias y se dirigio al coche.

Ya tenia el numero guardado en el movil, lo habia copiado de la pagina web del ayuntamiento.

– Se trata de Pernilla Andersson, a la que habeis estado ayudando ultimamente.

– Ah, si, exacto, eso es.

– Me pidio que llamara para agradeceros la ayuda y para avisar de que no teneis que seguir viniendo. A partir de ahora se encargaran unos amigos.

El hombre del grupo de emergencias del ayuntamiento le respondio que se alegraban de haber sido de utilidad y le dijo que Pernilla podia volver a llamar si necesitaba apoyo o ayuda de cualquier tipo. Monika le aseguro que no creia que fuese necesario, pero, por supuesto, le dio educadamente las gracias por su ofrecimiento.

Era importante hacerlo todo bien.

Realmente importante.

Se quedo media hora en el coche, antes de volver a su casa. Durante unos minutos, permanecio de pie respirando despacio, adoptando el riguroso papel profesional, pero sin abrocharse el ultimo boton. Estaba alli como amiga, no como medico; era Monika, no la especialista Lundvall quien llevaria a cabo la mision, pero necesitaba la seguridad en si misma que le infundia su profesion. Para lo que estaba a punto de hacer, no le bastaba solo la seguridad personal.

Dio unos toquecitos en la puerta, no queria despertarla si estaba durmiendo. Nada sucedio y, tras haber esperado un buen rato, volvio a llamar, con algo mas de impetu esta vez, y entonces oyo pasos que se acercaban.

«Solo escuchar. No intentes procurar consuelo, solo escuchar y estar ahi.»

Habia asistido a varios cursos sobre como enfrentarse a la gente que acaba de sufrir la perdida de un ser querido.

Se abrio la puerta. Monika sonrio.

– ?Pernilla?

– Si.

No era como Monika se la habia imaginado. Era pequena y delgada, llevaba el cabello oscuro muy corto y vestia unos pantalones de chandal grises y un jersey de punto demasiado grande.

– Me llamo Monika, soy del grupo de emergencias del ayuntamiento.

– Ah, vaya, crei que hoy no volverian a venir. Dijeron que les faltaba gente.

Monika sonrio mas aun.

– Lo hemos arreglado.

Pernilla dejo la puerta abierta y desaparecio hacia el interior del apartamento. Monika cruzo el umbral. Sintio enseguida como se aligeraba el peso. Era como si, de repente, algo cediese y, por un instante, le inquieto la posibilidad de que esa ligereza la volviese debil otra vez. Tan solo el poder ver a Pernilla con sus propios ojos, tener una idea propia de su cara y gozar del permiso de estar cerca de ella lo hacia todo mas soportable. Alli podia hacer algo de provecho. Hacer que todo fuera menos imperdonable. Pero debia ir con cuidado, no habia que andar con prisas, Pernilla debia tener la oportunidad de comprender que Monika era de fiar. Que estaba alli para ayudar. Para resolver todos los problemas.

Se quito el abrigo y coloco las botas en la zapatera. Habia en ella varios zapatos de caballero. Zapatillas de gimnasia y zapatos de vestir demasiado grandes para adaptarse a los menudos pies de Pernilla, dejados alli para no ser usados nunca mas. Paso ante la puerta de un bano decorada con un pequeno corazon de ceramica y continuo al interior del apartamento; la cocina a la derecha, al otro extremo del vestibulo, una abertura hacia lo que parecia la sala de estar. Iba mirando atenta a su alrededor, no queria perderse un solo detalle en su interes por conocer a quien vivia en aquel apartamento. Sus gustos, sus valores, que cualidades preferia en una amiga. Le llevaria el tiempo que tuviera que llevarle, lo unico urgente era eliminar las trampas mas peligrosas. Si Pernilla la rechazaba, estaria perdida.

Pernilla estaba sentada en el sofa, hojeando una revista al parecer carente de interes. A Daniella no se la veia por ninguna parte. Sobre una comoda lijada habia una vela en una palmatoria de cobre cuyo resplandor incidia sobre la amplia sonrisa de Mattias. La fotografia estaba ampliada y enmarcada en un portarretratos liso y dorado. Monika bajo la vista al suelo al encontrarse con su mirada, queria desaparecer de su campo de vision, pero sus ojos acusadores abarcaban toda la habitacion. No habia lugar donde pudiera esconderse. Monika sentia como el, suspicaz, la vigilaba y cuestionaba su presencia. Pero ella le ensenaria; con el tiempo, el comprenderia que era su aliada y que podia confiar en ella. Que no lo enganaria una vez mas.

Pernilla dejo la revista en la mesa y la miro.

– Sinceramente, creo que nos las arreglaremos solas esta noche. Quiero decir, si os falta gente.

– No, que va, no pasa nada. En absoluto.

Monika se pregunto inquieta que se esperaba que hiciera, que habian hecho los del grupo de emergencias para que los necesitaran. Pero no se le habia ocurrido nada cuando Pernilla continuo:

– No quisiera parecer ingrata, pero si he de ser sincera, empieza a ser bastante duro tener siempre en casa a gente extrana. No es nada personal. -Pernilla exhibio una sonrisa como para parecer menos arisca, pero no llego a reflejarse en su mirada-. De hecho, creo que necesitaria estar sola un tiempo.

Monika le devolvio la sonrisa, con la idea de ocultar su desesperacion. Ahora no, no ahora que estaba tan cerca.

Pero un instante despues, Pernilla le arrojo el salvavidas que tan ansiosamente necesitaba Monika.

– Bueno, si pudieras ayudarme a bajar una cosa en la cocina antes de irte…

Monika sintio que el miedo cedia, una entrada era cuanto necesitaba, una minima abertura para demostrar la importancia de su presencia. Agradecida, acepto la tarea.

– Por supuesto, claro que si, ?que quieres bajar?

Pernilla se levanto del sofa y Monika se percato de la mueca que le arranco la protesta de su espalda. Vio como giraba el hombro derecho en un intento de deshacerse del dolor que la atormentaba.

– El detector de incendios del techo. Empieza a quedarse sin pilas y pita de vez en cuando.

Monika siguio a Pernilla a la cocina. Miro rauda a su alrededor para saber mas. Ikea, sobre todo, un lio de fotos y de notas en la puerta del frigorifico, unos objetos de ceramica que parecian de fabricacion casera, tres retratos historicos con marcos sencillos colgados de la pared, sobre la mesa de la cocina. Vencio la tentacion de acercarse al frigorifico y leer las notas. Ya lo haria mas adelante.

Pernilla saco una silla y la coloco bajo el detector de incendios.

– Tengo problemas de espalda y me resulta imposible estirar el brazo por encima de la cabeza.

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