la cocina.

– Papa, hay algo que tengo que deciros. A ti y a mama.

En la frente de su padre se formo enseguida una arruga de preocupacion. Era la primera vez que pasaba algo asi. Que ella tomase la iniciativa de una conversacion.

– No habra pasado nada, ?verdad?

– Nada malo de lo que debas preocuparte, solo que quiero contaros una cosa. ?Podemos entrar?

Su padre contemplo el camino de gravilla a sus pies. Aun no habia terminado del todo y no le agradaba dejar una tarea a medias. Ella lo sabia, como sabia que no eran las circunstancias ideales para la conversacion de que se trataba, pero Goran estaba esperandola en la carretera y ella se lo habia prometido. Le prometio que, por fin, procuraria para los dos la oportunidad de forjarse su propia vida juntos. De verdad.

– Entrad vosotros, voy a buscar a una persona a la que quiero que conozcais.

Su padre miro enseguida hacia la verja. Ella lo vio en su mirada. Lo habria sabido aunque los hubiese tenido cerrados.

– ?Has traido visita? Pero si estamos…

Se miro la ropa de trabajo y se sacudio rapido con las manos, como si asi fuese a quedar mas limpia. Y ya se estaba arrepintiendo. Llevar visita a casa sin que sus padres se hubiesen preparado iba contra las normas tacitas que regian en su casa. Aquello era un completo error. Se habia dejado convencer de algo cuyo unico final posible era el fracaso. Goran no podia comprenderlo. En su casa todo era muy distinto.

– Inga, Maj-Britt trae una visita.

Su madre dejo en el acto la limpieza del seto y se puso de pie.

– ?Una visita? ?Y que visita es esa?

Maj-Britt sonrio e intento irradiar una serenidad que no sentia.

– Si esperais dentro, vendremos dentro de… ?Esta bien un cuarto de hora? Y no teneis que pensar en poner un cafe ni nada de eso, solo quiero presentaros…

Habia pensado decir «presentaroslo», pero decidio que seria mejor esperar. La cosa ya estaba bastante mal. Su madre no respondio. Se sacudio lo mas visible de las perneras del pantalon y se encamino a buen paso hacia la puerta de la cocina. Su padre tomo la cesta y la azada para guardarlos en el cobertizo. Estaba claro: ya estaba irritado por que lo hubiesen interrumpido. Miro a su alrededor cuando cruzo el cesped para asegurarse de que no habia nada mas por medio.

– Tu lleva adentro las herramientas de tu madre.

No era una pregunta y Maj-Britt obedecio.

Se detuvieron en la escalera unos minutos y se dieron la mano. La de Goran estaba sudorosa, y eso no era habitual.

– Todo ira bien. Por cierto, le prometi a mi madre que les preguntariamos si no querrian venir a casa a tomar cafe un dia de estos, para que se conozcan. Recuerdamelo, que no se me olvide decirlo.

Para Goran todo era muy facil. Y muy pronto, tambien lo seria para ella.

Agarro el pomo y supo que habia llegado el momento. Pasara lo que pasase.

Lo tenia decidido.

Nadie los recibio en el vestibulo. Se quitaron los chaquetones mientras oian el chorro del agua en la cocina, seguido del golpeteo de las suelas de alguien que se acercaba. Enseguida aparecio su madre en la puerta. Llevaba el vestido estampado y los zapatos negros que solo acostumbraba a ponerse para las ocasiones. Y, en un segundo, quizas alcanzo Maj-Britt a comprender lo solemne de la situacion. Que lo hacian por ella.

Su madre sonrio y le tendio la mano a Goran.

– Bienvenido.

– Mi madre, Inga. Este es Goran.

La sonrisa de su madre se hizo mas franca y abierta mientras se saludaban.

– Es estupendo que Maj-Britt haya traido a casa a uno de sus amigos, pero debes perdonarnos, pues no hemos tenido tiempo de preparar nada que ofrecerte, de modo que tendras que conformarte con lo que haya.

– No importa, de verdad que no.

Goran le devolvio la sonrisa.

– ?De ninguna manera! Por supuesto que tomaras algo. El padre de Maj-Britt esta esperando en la sala, asi que puedes ir pasando. Yo ire enseguida con el cafe. Maj-Britt, tu ven a ayudarme en la cocina.

Su madre se marcho y ellos dos se miraron un instante. Se cogieron fuertemente de la mano y asintieron. Lo lograremos. Maj-Britt le senalo la sala de estar y Goran respiro hondo. Y Maj-Britt leyo en sus labios aquellas dos palabras que le infundian valor. Ella sonrio, se senalo a si misma y luego a el y asintio. Pues en verdad que asi era.

Su madre estaba de espaldas vertiendo el agua caliente en la cafetera. Habian sacado la porcelana fina, la sinuosa cafetera de porcelana decorada con flores azules. De repente, sintio remordimientos. Deberia haberlos prevenido de que pensaba llevar visita, en lugar de exponerlos al imprevisto. Vio que a su madre le temblaban las manos. De repente, se sentia apremiada.

– No tendriais que haberos molestado tanto.

Su madre no respondio. Siguio vertiendo un poco mas de agua del cazo para que se mezclase con el cafe de la cafetera electrica. Maj-Britt deseaba ir a la sala. No queria dejarlo alli solo con su padre. Habian decidido que harian aquello juntos. Como harian todo lo demas en el futuro.

Miro a su alrededor.

– ?Puedo hacer algo?

– Canta en el coro, ?verdad?

– Si, es primer tenor.

No se oia el menor ruido de la sala de estar. Ni siquiera un murmullo.

– ?Quieres que lleve esto?

Maj-Britt senalo una pequena bandeja con el azucar y la jarrita de la crema de leche. Del mismo juego de porcelana que la cafetera. Desde luego, se tomaban muchas molestias.

– Primero llena la jarrita de crema.

Maj-Britt fue a sacar la crema del frigorifico, lleno la jarrita y, entre tanto, ya se habia hecho el cafe. Su madre la miro con la cafetera en una mano, mientras se atusaba el cabello con la otra.

– ?Vamos?

Maj-Britt asintio.

Su padre estaba sentado a la mesa de la sala de estar, ataviado con su traje negro de vestir. Los marcados dobleces del mantel sobresalian de la superficie de la mesa, pero quedaron aplastados por las floridas tazas de porcelana y el plato con ocho clases distintas de galletas. Goran se levanto al verlas entrar.

– ?Menuda fiesta! De verdad que no era mi intencion causarles tanta molestia.

Su madre sonrio.

– ?Bah! No es nada, solo he servido lo que tenia en casa. ?Un cafe?

Maj-Britt no articulaba palabra. Habia algo de irreal en todo aquello. Goran y sus padres en la misma habitacion. Dos mundos tan esencialmente distintos bajo la misma mirada. Las personas que mas amaba en el mundo, reunidas en el mismo lugar, al mismo tiempo. Y Goran alli, en su casa, donde Dios siempre vigilaba cada acontecimiento. Alli estaban juntos. Todos ellos. Y todo estaba permitido. Incluso lo invitaron a cafe en la vajilla de porcelana. Con sus trajes de vestir.

Alli estaban, pues, con sus tazas de cafe y unas galletas en el plato. Intercambiando sonrisas esquivas, sin decir nada, nada importante, nada que se apartase de las frases de cortesia sobre la excelencia de los dulces y el buen sabor del cafe. Goran hacia lo que podia y ella sentia transcurrir los segundos, como la situacion se iba haciendo insostenible. La sensacion de estar ante un precipicio. De estar disfrutando los ultimos instantes de hallarse a buen recaudo, antes de precipitarse a lo desconocido.

– Asi que os habeis conocido en el coro.

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