Goran se puso de pie.
– Pero ?que tonterias son estas?
Su padre tambien se levanto. Como dos gallos de pelea, midiendose las fuerzas con la mirada por encima del mantel bien planchado. Su padre echaba espuma por la boca al oir la insolencia.
– ?Tu, enviado de Satan! El Senor te castigara por esto, por haberla inducido a la depravacion. Te arrepentiras de esto, recuerda lo que te digo.
Goran se acerco a la silla de Maj-Britt y le tendio la mano.
– Ven, Majsan, no tenemos por que quedarnos aqui a escuchar esto.
Maj-Britt no podia moverse. La pierna seguia atada a la pata de la silla.
– Si te marchas ahora, Maj-Britt, no seras nunca bien recibida en esta casa.
– ?Vamos, Majsan!
– ?Me has oido, Maj-Britt? Si optas por irte con ese hombre, tendras que atenerte a tu eleccion. La raiz venenosa debe ser apartada de las demas, para no contaminarlas. Si te marchas ahora, renuncias a tu comunidad y a tu derecho al perdon de Dios, y dejaras de llamarte nuestra hija.
Goran le tomo la mano.
– Venga, Majsan, vamos.
El reloj de pared dio las cinco. Marco el tiempo exacto en el espacio. Y ella no sabia que, precisamente en ese momento, se estaba formando un borron rojo en el almanaque.
Maj-Britt se levanto. Dejo que la mano de Goran la condujese al vestibulo y, despues de ayudarle a ponerse el chaqueton, salieron por la puerta. De la sala de estar no se oyo un solo ruido. Ni siquiera los lamentos de su madre. Solo un silencio aniquilador que no acabaria nunca.
Goran la llevo por el sendero del jardin hasta cruzar la verja, pero una vez alli, se detuvo y la abrazo. Los brazos de Maj-Britt colgaban inertes.
– Cambiaran de actitud. Ya veras, dales un poco de tiempo.
Todo quedo vacio. No habia alegria, ni alivio al saber que las mentiras habian quedado atras, ninguna expectacion ante las posibilidades futuras. Ni siquiera podia compartir la rabia de Goran. Tan solo un dolor grande y negro ante tanta incapacidad, la suya y la de sus padres. Y la de Goran, incapaz de comprender que era lo que acababa de provocar alli dentro. Y la del Senor, que los habia creado a todos con libre albedrio, pero que condenaba a aquellos que no cumplian su voluntad. El Senor, que solo queria castigarla.
Habia deseado muchisimo poder dormir con el una noche entera, y ahora por fin podrian hacerlo, pero todo se habia estropeado. Queria ver a Vanja, asi que Goran tomo prestado el coche de sus padres y fue a buscarla. En el coche, le conto detalladamente la visita a la casa de Maj-Britt y, cuando Vanja cruzo la puerta, se la llevaban los demonios.
– ?Joder, Majsan! No permitas que destruyan esto tambien. ?Mas bien deberias plantarles cara!
Goran preparo una tetera tras otra y, a medida que avanzaba la noche, Maj-Britt fue escuchando los enfoques cada vez mas fabulosos que su amiga le iba dando al problema. Incluso consiguio hacerla reir varias veces. Sin embargo, fue al final de una larga retahila para convencerla cuando Vanja, de pronto, dijo una frase que hizo reaccionar a Maj-Britt.
– Hay que atreverse a deshacerse de lo viejo para dejar lugar a algo nuevo, ?no? Donde no habia espacio, nada puede empezar a crecer. -Vanja guardo silencio, como si ella misma se hubiera puesto a considerar lo que acababa de decir-. Mira tu, ?eso si que ha estado bien! -exclamo.
Y acto seguido, le pidio a Goran un boligrafo y garabateo sus propias palabras en un papel, las leyo en silencio y sonrio satisfecha.
– ?Ja! Si alguna vez escribo mi libro, estas palabras tienen que salir.
Maj-Britt sonrio. Vanja y sus suenos de escritora. Maj-Britt le deseaba toda la suerte del mundo, de corazon.
Vanja miro el reloj.
– Y solo por eso, porque lo he dicho, acabo de decidirme y tomo la decision hoy a las cuatro menos veinte del 15 de junio de 1969. Me mudo a Estocolmo. Asi podemos mudarnos juntas, Majsan, aunque no sea a la misma ciudad, y sin mi no te vas a quedar en este agujero, ?no?
Goran y Maj-Britt se echaron a reir.
Y cuando llego el alba, recobro la certeza. Habia elegido bien y ellos no le arrebatarian esa felicidad. Su maravillosa Vanja. Como un pilar, alli estaba siempre que Maj-Britt la necesitaba. ?Que habria hecho si Vanja no hubiese existido?
Vanja.
Y Ellinor.
Maj-Britt aplico el oido por si habia ruido en el bano. Silencio absoluto. El dolor lumbar empezaba a remitir. Solo quedaba una molestia sorda pero soportable. Y una necesidad urgente de ir al bano.
– Juro por Dios que no conozco a la tal Vanja.
Maj-Britt solto un bufido. «Pues sigue jurando. A mi me trae sin cuidado. Y a El tambien, seguro.»
– No tardaran en llamarme por telefono, hace media hora que tendria que haber estado en casa del siguiente usuario.
Era inutil. Jamas le sacaria la verdad. Y por si fuera poco, ella no tardaria en hacerse pis encima. Maj-Britt dejo escapar un suspiro, se giro y abrio la puerta. Ellinor estaba sentada en el retrete, con la tapa bajada.
– Fuera de aqui. Tengo que usar el retrete.
Ellinor la miro y meneo despacio la cabeza.
– Estas loca. ?Que te pasa?
– Ya te he dicho que tengo ganas de hacer pis. Largo de aqui.
Pero Ellinor no se inmuto.
– No me movere de aqui hasta que no me digas que te hace pensar que conozco a esa mujer.
Ellinor se retrepo tranquilamente y se cruzo de brazos. Se acomodo cruzando tambien las piernas. Maj-Britt apreto los dientes. Si no le tuviese tanta aversion a la sola idea de tocarla, le habria dado una bofetada. Un buen tortazo en la cara.
– Pues hare pis en el suelo. Y ya sabes quien tendra que limpiarlo.
– Pues haz pis en el suelo.
Ellinor retiro una pelusa de la pernera del pantalon. Maj-Britt no podria aguantar mucho mas, pero jamas se humillaria hasta ese punto, desde luego, al menos no delante de aquella odiosa criatura que siempre se salia con la suya. Y tampoco podia arriesgarse a que Ellinor viese la sangre en la orina, pues seguro que la muy traidora daria la alarma enseguida. Solo le quedaba una salida, por poco que le gustase.
– Por algo que me escribio en una carta.
– ?En una carta? ?Y que fue lo que escribio?
– Eso a ti no te incumbe. Ya puedes quitarte de ahi.
Ellinor no se movia. La desesperacion de Maj-Britt iba en aumento. Noto que ya le chorreaban unas gotas y que se le mojaban las bragas.
– Debi de malinterpretarlo y te presento mis disculpas por haberte encerrado, ?vale? Y ahora, ?puedes irte de aqui?
La joven se levanto por fin, tomo el cubo y salio por la puerta con una expresion avinagrada. Maj-Britt se encerro a toda prisa y se sento en el vater tan rapido como pudo. Experimento una liberacion al notar que la vejiga por fin iba quedando vacia.
Oyo cerrarse la puerta. «Adios Ellinor. Ya no volveremos a vernos nunca mas.»
De repente, sin previo aviso, se le hizo un nudo en la garganta. Por mas que tragaba, no conseguia eliminar la sensacion. Y tambien empezo a llorar, asi sin motivo, a borbotones le brotaron las lagrimas de los ojos y comprobo con horror que no era capaz de detenerlas. Era como si algo se le hubiese quebrado por dentro y se cubrio la cara con las manos.
Un dolor demasiado duro de soportar.
Y cuando la derrota era un hecho, se vio obligada a admitir su ridicula anoranza. La intensidad con que deseaba que hubiera una sola persona, solo una, que de forma totalmente voluntaria y sin cobrar quisiera quedarse con ella un rato.