Monika se subio en la silla.

– ?Que te pasa en la espalda?

Una conversacion introductoria. No se conocian. A partir de ahora, Monika debia olvidar cuanto sabia.

– Sufri un accidente hace cinco anos. Haciendo submarinismo.

Monika saco la alarma de la caja.

– Suena grave.

– Si, lo fue, pero ya estoy mejor.

Pernilla guardo silencio. Monika le dio la alarma. Pernilla saco la pila y se dirigio al poyete de la cocina. Cuando abrio el armario, Monika entrevio articulos de limpieza y un equipo de clasificacion de basuras extraible.

Pernilla se dio la vuelta y Monika comprendio que esperaba que se marchase, ahora que habia cumplido su mision. Nada de eso. Monika se volvio hacia los retratos que colgaban de la pared.

– ?Que retrato mas bonito de Sofia Magdalena! Es obra de Cari Gustav Pilo, ?verdad?

Observo la sorpresa de Pernilla.

– Si, quiza. No se quien lo pinto exactamente.

Pernilla se acerco al retrato para comprobar si estaba firmado, pero no encontro nada. Se volvio otra vez a mirar a Monika.

– ?Te interesa el arte?

Monika sonrio.

– No, no el arte en concreto, pero si la historia. En especial, la historia de Suecia. Y claro, de paso, te quedas con el nombre de algun que otro artista. A veces me paso temporadas en que casi me obsesiono estudiando historia, Pernilla sonrio y, en esta ocasion, la sonrisa se reflejo tambien en sus ojos.

– ?Que casualidad! A mi tambien me interesa mucho la historia. Mattias solia decir eso, precisamente, que estaba obsesionada.

Monika guardo silencio y la dejo tomar la iniciativa. Pernilla volvio a contemplar el retrato.

– Uno encuentra cierto consuelo en la historia, en leer sobre todos esos destinos que existieron y dejaron de existir. Al menos a mi me ha ayudado a adquirir cierta perspectiva a la hora de examinar mis propios problemas, esto de la espalda, despues del accidente, y esas cosas.

Monika asintio mostrando interes y como si verdaderamente estuviese de acuerdo con ella. Totalmente de acuerdo. Pernilla se miro las manos.

– Pero ahora…, no se.

Hizo una breve pausa.

– Quiero decir que no se como podria hallar ningun consuelo en la historia. Salvo que esta muerto como todos los demas.

«Solo escuchar. No intentes dar consuelo sino solo escuchar y estar ahi.» Se hizo el silencio. No solo porque eso era lo que recomendaban en los cursos a los que habia asistido, sino tambien porque no se le ocurria que decir. Miro de reojo el caos de la puerta del frigorifico. Le habria gustado mucho acercarse y verlo mas de cerca. Y hallar mas caminos por los que adentrarse en la vida de Pernilla.

– Al hacer la maleta, estuvo dudando entre este y el que llevaba puesto cuando murio. -Pernilla acariciaba el gran jersey que llevaba puesto. Alzo el cuello y lo froto contra su mejilla-. Hice una colada completa el dia antes de que muriera. Lave todo lo que habia en la cesta. De modo que ahora ni siquiera me queda su olor.

«Solo escuchar.» Claro que, en aquellos cursos, no le habian explicado muy bien como soportar todo lo que uno oia.

Daniella vino a salvarla de la situacion. Desde la habitacion contigua a la cocina se oyo una adormilada protesta. Pernilla solto el jersey y fue en busca de la pequena. Monika dio los tres pasos que la separaban del frigorifico y se puso a ojear rapidamente el collage. Fotos de familia; bonos de una pizzeria; una tira de fotomaton con fotos de Mattias y Pernilla; mas dibujos infantiles incomprensibles; varios recortes de periodico. Solo pudo leer los titulares de uno cuando Pernilla volvio.

– Esta es Daniella. -La pequena escondia la cara en el cuello de su madre-. Aun se encuentra medio dormida, pero pronto estara en marcha otra vez.

Monika se les acerco y le puso la mano en la espalda a Daniella.

– Hola, Daniella.

Daniella apreto su carita mas aun en su escondite.

– Nos presentaremos mas tarde, cuando te hayas despabilado un poco.

Pernilla saco una silla y se sento con Daniella en brazos. Una vez mas, Monika experimento la sensacion de que esperaba que se marchase, tal y como le habia pedido que hiciera. Pero Monika queria quedarse un poco mas. Quedarse alli, donde se podia respirar.

– ?Que cuenco de ceramica mas bonito!

Dijo senalando uno de los que habia en el alfeizar de la ventana.

– ?Bah, ese! Lo hice yo.

– ?De verdad?

Monika se acerco para verlo mas detenidamente. Azul y un poco torcido.

– Realmente bonito. Yo tambien estuve asistiendo un tiempo a un curso de ceramica, pero estos ultimos anos no he tenido tiempo. El trabajo reclama demasiada atencion.

Ni siquiera era mentira. De hecho, habia elegido ceramica como optativa en secundaria.

– Pues ese esta torcido. Lo conservo solo como recuerdo, porque tuve que dejar la ceramica cuando me dane la espalda, ya no podia pasar tanto tiempo sentada. -Pernilla se quedo mirando el cuenco-. A Mattias tambien le gustaba. Segun el, le recordaba a mi. Yo quise tirarlo, pero el se nego en redondo.

Cada vez que mencionaba su nombre, Monika sentia los latidos de su corazon. El pulso aumentaba en senal de peligro. Daniella habia salido de su escondrijo y ahora estaba sentada mirando a Monika. Esta le sonrio.

– Si quieres puedo salir con ella un rato, asi podras descansar un poco. He visto que hay un parque ahi fuera.

Pernilla apoyo la mejilla en la cabeza de su hija.

– ?Quieres salir, bonita? ?Quieres salir a columpiarte un poco?

Daniella alzo la cabeza y asintio. Monika sintio menguar su desasosiego. El corazon se calmaba y recuperaba su ritmo habitual. Habia superado la primera prueba.

Ahora solo le quedaba todo lo demas.

18

Cuando orinaba salia sangre. Lo habia descubierto hacia unos dias, pero quiza llevase mas tiempo pasandole. Hacia ya mucho que se le habia cortado la menstruacion, de modo que sabia que la sangre era indicio de que algo no iba bien. Pero no tenia fuerzas para averiguar que. No para averiguar una cosa mas. Intento mantenerlo apartado en esa blancura dispersa, pero ya no estaba delimitada. Todo aquello que habia existido alla fuera, a una distancia prudencial, habia regresado y cobrado tal protagonismo que dejaba a Maj-Britt sumida en un dolor demasiado pesado de sobrellevar. Y asi las cosas, tanto daba un poco de sangre en la orina. En cualquier caso, todo resultaba insoportable.

Vanja tenia razon. Sus remembranzas no eran ni inventadas ni desvirtuadas y sus palabras escritas en negro sobre el papel blanco habian evocado todos los recuerdos emocionales de Maj-Britt. Ahora estaba de nuevo en medio del miedo. Empezo a sospecharlo ya cuando estaba sucediendo, pero no tuvo fuerzas para entenderlo.

Porque uno no le hace esas cosas a su propio hijo.

Sobre todo, si lo quiere.

Habria sido mas facil olvidar.

Estaba junto a la puerta del balcon contemplando el cesped. Una mujer a la que no habia visto antes empujaba un columpio. Pero a la nina si la reconocio. Era la que solia salir con su padre y a veces tambien con la

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