si no tuviera derecho a esperar algo mejor.
Con Lundberg era diferente. El lo consideraba como un igual. Hasta como una persona con capacidad de resolver un problema que el mismo no podia. La fe de Lundberg en su habilidad habia abierto una puerta en el que desde hacia tiempo habia permanecido cerrada y atrancada. Por primera vez en muchos, muchos anos, Peter no se habia dado la vuelta y habia huido ante un desafio, sino que se habia quedado ahi y lo habia intentado; esto le hacia crecerse a sus propios ojos.
En lo mas profundo de su alma, hundido en anos de mala cosecha, una pequena semilla habia comenzado a crecer.
Paso la noche frente a la television con una lata de sopa de carne recalentada.
Alrededor de las diez se tomo un Imovane y se durmio casi inmediatamente. Sono que por el suelo del piso corrian grandes y gordas ratas. Habian construido puentes con tablas a traves de toda la habitacion y pronto alcanzarian su cama, pero el no podia ni siquiera abrir los ojos ni mirar y menos aun moverse. Oyo como se acercaban mas y mas e intento gritar pidiendo ayuda.
Se sento en la cama.
De repente estaba completamente despierto. La radio despertador marcaba las 4.13.
Miro a su alrededor. Una farola de la calle iluminaba la habitacion a traves de la ventana sin cortinas. No pudo ver ninguna rata, pero las podia oir. Oia unos ruidos extranos en el piso que no reconocia.
Se puso de pie y se cubrio con la sabana; luego permanecio parado en silencio y escucho. El sonido provenia del recibidor. Se acerco silenciosamente. Tenia el corazon desbocado, como si tuviera una manada de elefantes en su pecho.
Un rayo de luz iluminaba el pequeno recibidor. Asomo la cabeza por el quicio de la puerta y vio que la luz procedia de la ranura del buzon. Una mano enfundada en un guante marron aparecia a traves de la ranura y sujetaba un borde para que la abertura fuera tan grande como fuese posible. Un grueso alambre intentaba enrollarse de la mejor manera en la cerradura.
No le dio tiempo a pensar.
– ?Que cono hace? -exclamo el.
Aparecieron durante un segundo un par de ojos en la ranura y luego el rayo de luz le ilumino directamente. Se quedo completamente cegado y se llevo la mano a los ojos. Al momento siguiente oyo que se cerraba el buzon y unos pies bajaban corriendo las escaleras. Aun estaba deslumbrado pero encendio la lampara y corrio a ponerse los pantalones.
Al instante siguiente estaba en el rellano, oyo como se cerraba la puerta del portal. Sin pensarlo y sin zapatos bajo corriendo las escaleras.
Fuera en la calle no habia nadie. Todo Asogatan estaba desierto. Continuo corriendo hacia Gotgatan pero lo unico que vio fue un taxi que desaparecia cuesta abajo hacia Medborgarplatsen. Intento memorizar el numero del taxi.
2930. 2930. 2930.
Un grupo de jovenes se acercaban ruidosos por el sur y se dio cuenta de que habia salido corriendo con el torso desnudo. No deseaba encontrarse con ellos, de modo que dio media vuelta y regreso corriendo.
La puerta del piso estaba abierta de par en par como la habia dejado. El alambre colgaba del buzon como un arma diabolica, una amenaza olvidada.
El miedo se apodero de el. Un hormigueante y pavoroso horror que le impedia moverse. Los minutos pasaban.
Respiraba mas y mas deprisa y los oidos le zumbaban. Noto como el cuerpo comenzaba a temblarle.
La luz de la escalera se apago. La oscuridad repentina y la luz que se filtraba desde la habitacion de su piso hicieron que la oscuridad de la escalera fuese aun mas profunda y que toda la negrura a su espalda se abriera como un abismo.
No podia moverse.
Oyo un sonido en alguna parte pero no pudo determinar de donde provenia o si su cerebro se lo habia imaginado. Cada latido de su corazon retumbaba en su cabeza. Podia sentir el pulso en cada parte de su cuerpo.
De repente oyo que se abria la puerta de la calle, como el disparo de una escopeta, y que alguien entraba en el portal. Se encendio la luz y alguien subio apresuradamente por la escalera.
2930, 2930, 2930, 2930, era su unico pensamiento; comenzo a repetir las cifras como una especie de mantra.
Con una enorme fuerza de voluntad consiguio volver la cabeza y ver quien se acercaba. Su cerebro se preparo para la lucha pero su cuerpo estaba paralizado.
Era el repartidor de periodicos.
El hombre se sorprendio al verlo. Aun le quedaban unos escalones antes de llegar al rellano pero se detuvo de golpe y le miro desconfiado. Peter tenia su espalda desnuda vuelta hacia el pero la cabeza estaba girada de forma que se podian mirar a los ojos.
– ?Que tal? -pregunto el hombre cautelosamente.
Peter intento relajarse. Disminuyo la peor parte del terror. Intento darse la vuelta pero solo lo consiguio a medias y permanecio parado con el cuerpo en una posicion antinatural.
– Alguien ha intentado entrar -dijo finalmente y se esforzo por sonar tan tranquilo como fuera posible-. No se si hay alguien dentro.
El hombre dudo.
– ?Ha llamado a la pasma?
– No.
El hombre subio los ultimos escalones. Al parecer habia decidido confiar en el.
– Le puedo acompanar si quiere. Se como se siente. Robaron en casa de mi madre el otono pasado.
Peter asintio.
Entraron en el recibidor. Peter estaba tenso y le resultaba dificil caminar con normalidad. El hombre senalo el alambre y susurro.
– ?Cabrones! ?Sabe que si en Suecia se encerrase a cincuenta personas, y la policia sabe perfectamente quienes son esas cincuenta personas, los robos descenderian mas de un sesenta por ciento en todo el pais? Esas son las personas que cometen casi todos los robos. ?Cabrones!
Peter entro en la habitacion. Estaba vacia. Mientras tanto el hombre habia entrado en la cocina, grito que ahi no habia nadie. Miro en los armarios, en el cuarto de bano y debajo de la cama pero el piso estaba vacio.
– Parece que todo esta en orden -dijo el hombre-. Ahora tengo que marcharme. Aqui tiene el periodico.
– Gracias -dijo Peter, y se referia tanto al periodico como a la ayuda.
– De nada. No olvide llamar a la pasma. Vendran aqui, presentara una denuncia que acabara en una pila de papeles donde nunca nadie la volvera a encontrar. Pero si tiene suerte quiza entre a formar parte de la estadistica.
Peter intento sonreir.
Cerro la puerta con cuidado y utilizo el alambre para asegurar el picaporte al radiador.
Encendio todas las lamparas del piso y se sento a la mesa de la cocina. Eran las cinco y cinco. Intento adivinar cuanto tiempo habia estado parado en el rellano. Debio de ser por lo menos media hora. Cada celula de su cuerpo gritaba de agotamiento tras el esfuerzo pero no se atrevia a acostarse.
Pensaba en la diabla.
?Que deseaba, en realidad? ?Era realmente ella quien habia intentado entrar en su piso, su fortaleza? La simple posibilidad era suficiente.
Se pregunto como se las habia ingeniado para lograr aterrorizar a dos adultos hasta el punto de que estuvieran completamente obsesionados con su existencia. Que el hubiera reaccionado como lo hizo no le sorprendia tanto. No era un tipo valiente; precisamente ahora casi podia palpar el miedo que sentia ante esa mujer y el peligro que representaba. Pero ?Lundberg? El no parecia ser de los que se dejan asustar