– No, no esta aqui. Tenia cosas que hacer. ?Como?

Permanecio de nuevo en silencio y comprendio que habia preguntado por el. Era mas de lo que podia aguantar. Sintio un enorme deseo de liberarse por completo de la responsabilidad de lo que habia sucedido y de todas sus consecuencias y se sintio tan dependiente de Lundberg y de su fuerza y autocontrol que se asusto. Estaba libre, sin deudas ni obligaciones y podia irse a donde quisiera y comenzar desde cero; sin embargo, lo que mas deseaba era permanecer ahi sentado en la silla de Lundberg y no levantarse nunca mas.

– Le dire que la llame si le veo -dijo Lundberg-. No hay mucho por lo que dar las gracias y espero no tener necesidad de llamar. Adios.

Colgo el telefono.

– La han encontrado -dijo y dejo el telefono sobre el alfeizar-. Llamaba desde el piso. Queria que la llamases pero creo que deberias esperar. No hay ninguna razon para que hables con ella.

Peter cerro los ojos.

– Mi consejo es que vayamos al banco. Les he llamado y les he dicho que iremos a la una; ya he avisado a Lotta de que hoy llegare tarde.

Peter abrio los ojos y miro a Olof Lundberg. Recordo la primera impresion que le dio y se sorprendio de lo equivocado que habia estado. Tenia frente a el a un triunfador que habia evitado caer en la prepotencia; muy al contrario, habia aprendido de sus experiencias y habia conseguido mantener la capacidad de empatia y el corazon en su sitio. Durante su trabajado ascenso hacia la cumbre del Calendario tributario no habia olvidado que traiciono a su mejor amigo y ahora intentaba por todos los medios enmendar su error. Peter solo podia agradecer a su buena estrella que le hubiera escogido justamente a el para saldar su deuda. Ahora se avergonzaba de la indiferencia e ingratitud que habia mostrado y se dio cuenta de lo injusto que era dejar que Olof se encargara de todo. Intento espabilarse.

– Siento haberte defraudado cuando me necesitabas -dijo-, y estoy realmente agradecido por ocuparte de mi ayer. No valgo ni para que me cuelguen de un arbol de Navidad cuando tengo uno de mis ataques.

Olof lo miro y esbozo una amplia sonrisa. Parecia diez anos mayor que el dia anterior y por primera vez Peter penso que Olof podia haber sido su padre. Un padre joven, eso si. Se pregunto si Olof tambien habia pensado en ello.

– Ahora vistete y vayamos a la ciudad -dijo Olof-. A pesar de todo, hoy tenemos una razon para estar de celebracion.

23

A la una y dos minutos entraron en el S-E-Banken de Gotgatan. Olof preferia no llegar demasiado temprano pero como a la una menos diez ya estaban ahi decidieron esperar en una tienda cercana.

– No es bueno parecer demasiado interesado -le explico a Peter.

Peter no entendia que podria importar pero no pregunto, sino que asimilo la informacion como si fuera un secreto comercial bien guardado.

Lundberg se mantuvo en un segundo plano y dejo que Peter hablara con el personal del banco. Tuvieron que esperar un rato pero, por fin, reconocio a la empleada tras el mostrador; con una mirada de condescendencia les pidio que la acompanaran a un despacho en el interior del local.

– Ha sido dificil hablar con usted -dijo ella y se sento a la mesa del despacho. Senalo las sillas al otro lado y ellos se sentaron obedientemente.

– Veamos -prosiguio ella-. Un millon trescientas cincuenta y dos mil coronas y el interes asciende ahora a…

Sumo en su ordenador.

– Dieciocho mil setecientas noventa y ocho coronas mas el recargo por demora. En total son… Un millon trescientas setenta y nueve mil quinientas diecinueve coronas. ?Tiene alguna idea de como realizar el pago?

Tenian un control total sobre la situacion y hablaba sin compasion alguna. El era simplemente un negocio. Unas cifras en un papel que debian corregirse. Un arruinado inutil que no sabia administrar su dinero.

Miro a Olof que seguia callado como un muerto y observaba un cuadro al fondo de la habitacion. Peter no sabia que decir.

– Entonces propongo que hagamos un plan de pago a veinte anos. En tal caso serian…

Volvio a teclear en su ordenador.

– … dieciocho mil trescientas sesenta y ocho coronas al mes.

Peter se retorcio en su silla.

Lundberg se desperto y tomo la palabra.

– Puede deducir toda la cantidad de esta cuenta del Handelsbanken en Karlavagen.

Escribio una cuenta de nueve cifras en un bloc que cogio de la mesa.

– Me parece que el digito de control es el seis, uno, cero, tres.

La mujer lo miro con sorpresa y desconfianza.

– ?Y usted quien es? -pregunto ella.

– Olof Johan Bertil Lundberg. Treinta y nueve, cero uno, catorce, veintiseis, diecisiete.

– ?Tiene el carnet de identidad?

Lundberg busco en su bolsillo y saco la cartera. Le dio su carnet de conducir y ella miro un par de veces el rostro de Lundberg y la foto de plastico.

– Como comprendera tengo que comprobar esto -dijo ella.

Lundberg se encogio de hombros.

– Adelante. Si no me equivoco, en la cuenta hay mas que suficiente. Si nada ha ido mal la mafia rusa debio transferir ayer por lo menos siete millones.

Peter se sonrojo; la mujer parecio molesta. Se levanto y salio de la habitacion.

– Perdon -dijo Olof-. No pude evitarlo.

Cinco minutos despues ella regreso con un monton de papeles que Peter tuvo que firmar uno tras otro. Cuando hubo acabado ella se volvio hacia Lundberg.

– La cuenta parecia estar en orden.

– Eso espero -replico el.

Sonrio algo incomoda. Firmo los papeles que puso frente a el en la mesa.

– Entonces todo esta resuelto -dijo ella y alargo la mano sonriente hacia Lundberg.

Olof la miro. Se guardo la cartera en el bolsillo interior de la chaqueta y luego le lanzo una rapida mirada.

– Por lo que se es el prestamo de Brolin el que se ha liquidado. Quiza deberias darle las gracias a el.

La mano de ella se retiro inmediatamente y el sonrojo se extendio desde el cuello hasta la cara. Peter ya se encontraba en la puerta y levanto la mano en un saludo.

Luego abandono la habitacion como una persona sin deudas.

Se detuvieron fuera del banco en Gotgatan. Peter sintio que dijera lo que dijese siempre seria poco.

– Gracias -fue lo unico que se le ocurrio.

– En realidad soy yo quien debe darte las gracias. ?Ya te has olvidado?

Por primera vez tuvo lugar lo que se podia llamar un silencio incomodo entre ellos. No habia mucho mas que decir y eso era obvio para ambos.

– Bueno -dijo Lundberg al cabo-. Tengo que irme a la agencia para que trabajen de verdad. Ya han tenido que apanarselas sin mi lo suficiente. ?Podemos llamarnos?

– Por supuesto -dijo Peter.

– Hasta luego -dijo Lundberg y llamo a un taxi.

Al instante siguiente habia desaparecido.

Peter cogio de la acera la bolsa con sus pertenencias tras su estancia en Saltsjo-Duvnas y se encamino hacia Asogatan.

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