Ahmed no contesto; ahora Peter estaba seguro de que la diabla sabia que el estaba tumbado detras del mostrador y no pudo pensar en algo peor que encontrarsela de nuevo yaciendo a sus pies.

Ahmed no bajo la vista hacia el sino que dijo:

– No se que podria ser. ?Que suele gustarle a usted?

Permanecieron de nuevo en silencio, Peter sentia pasar los minutos. Oia como ella se movia por la tienda.

– Bueno -dudo ella-. Me gustan los hombrecitos de gominola. Siempre te sorprende lo mucho que duran. Una mastica y mastica, chupa y chupa y sin embargo, nunca se cansa de ellos. ?Tiene de esos?

– No, lo siento -respondio Ahmed-. Pero tengo ratitas alli en la estanteria. Las bolsas amarillas.

Peter oyo como ella camino por el piso y como crujio al coger una de las bolsas. No estaba seguro de haber respirado desde que ella entro. Los latidos de su corazon debian de oirse en toda la tienda, retumbaban en su cabeza. Ahora no podia respirar, se oiria demasiado. Tenia que poder contener la respiracion un poco mas.

– Bueno -oyo la voz de ella-. Hombres o ratas son casi lo mismo. ?Cuanto es?

– Ocho cincuenta.

La caja toracica estaba a punto de estallar. No podia contenerse mas. Tenia que tomar aire. Comenzaron a aparecer unos puntos frente a sus ojos pero el miedo a ser descubierto le hizo aguantar el dolor un poco mas.

Se oyo un ruido de monedas sobre el mostrador.

– Hasta luego -dijo ella.

Oyo sus pasos por el piso y como se abria la puerta.

Luego los puntos crecieron hasta formar una alfombra compacta y todo se oscurecio.

21

Cuando se desperto aun yacia en el suelo detras del mostrador. Ahmed estaba agachado sobre el y lo abanicaba con un Aftonbladet. A intervalos regulares le golpeaba con fuerza en la mejilla.

– ?Hola! ?Me oye?

La voz de Ahmed se acercaba mas y mas; finalmente Peter abrio los ojos.

– ?Que ha pasado? -pregunto Ahmed-. Casi me mata del susto. ?Que cree que hubiera pasado si hubiera tenido que llamar a la policia para que encontraran a uno de sus colegas muerto tras mi mostrador? ?Uno no se puede tomar esas libertades siendo inmigrante!

Peter se sento aturdido. Aun le dolian los pulmones.

– ?Me ha visto ella? -pregunto.

– No, no lo creo -respondio Ahmed-. ?Que le ha pasado, se ha desmayado?

– He debido dormirme -dijo Peter-. Ultimamente he trabajado mucho.

Se puso de pie y comenzo a sacudirse el polvo de los pantalones.

– Gracias por su ayuda. Ha sido realmente amable.

Se dirigio hacia la puerta y Ahmed le miro y agito la cabeza. Se levanto el cuello del abrigo tanto como pudo y encogio la cabeza entre los hombros, abrio la puerta y salio de la tienda.

Sin ni siquiera mirar hacia la casa numero 11 bajo trotando hacia St Eriksgatan. Desde el bordillo de la acera Peter llamo con la mano a un taxi que venia del norte y pidio que le condujera hasta Karlavagen 56.

Olof aun no habia regresado de su reunion, pero Lotta le invito a esperarlo en su despacho. Sin embargo el prefirio que le dejase entrar en la sala de reuniones teniendo en cuenta que Lundberg no tenia cortinas.

Tan pronto como Lotta salio y cerro la puerta cogio el telefono y marco el numero de la comisaria de Bodil Andersson. Nadie respondio, asi que lo intento con el numero del movil.

– Inspectora Andersson.

El sueco finlandes de ella le produjo un escalofrio en su estado ofuscado.

– Soy Peter Brolin. El ayudante…

– Se quien es. ?Continue!

Le hacia sentirse como un escolar reprendido. Tia de mierda.

– La he encontrado. Tengo su direccion.

Permanecieron en silencio unos segundos.

– ?Y como lo ha hecho? ?Tambien esta vez ha cometido un allanamiento o algun otro acto criminal?

Sintio que enrojecia.

– No, en absoluto. He estudiado detenidamente la lista que le di. No fue especialmente dificil.

Esta vez el silencio duro aun mas tiempo.

Empate a uno.

– ?Y cual de ellas es?

– Elisabet Gustavsson, Falugatan 11.

Oyo como ella hojeaba unos papeles.

– Nacida el cincuenta y cinco, cero seis, cero ocho. ?Esta seguro de que es ella?

– Si. Completamente -respondio el con seguridad.

– Vale. Quiero que espere. Manana por la manana me pondre en contacto con ella. Hoy estoy hasta arriba con otros casos mas apremiantes.

No podia creer lo que oia.

– Olvide decirle que ella estuvo anoche en casa de Lundberg y que pinto de negro todas las ventanas. ?Ha destrozado toda la casa! ?Eso no es suficientemente grave? ?Quien sabe lo que puede hacer esta noche! ?Y creo que Olof apreciaria si se pusieran en marcha hoy mismo!

Ella permanecio de nuevo en silencio. No sabia si estaban dos a uno a favor de el o si ella estaba recargando su arma.

Cuando ella hablo de nuevo su voz habia cambiado.

– Ya se lo he dicho antes y se lo vuelvo a repetir. No se meta en mi manera de trabajar. Conozco mi trabajo y por experiencia se que esta mujer no pone en peligro la vida de Lundberg. Tengo un monton de autenticas amenazas de muerte aqui sobre mi escritorio y se lo digo por ultima vez: me encargare de ella manana por la manana. Si usted o Lundberg se acercan a Vasastan antes que yo me ocupare personalmente de que respondan de ello ante la justicia. ?Ha quedado claro? Bien.

Cuando Peter intento responder ella ya habia colgado el telefono.

Diez minutos despues regreso Olof de su reunion. Peter acababa de estabilizar su pulso despues de su conversacion con Andersson y le conto rapidamente la feliz noticia sobre Elisabet Gustavsson.

– Entonces llamemos a Bodil Andersson. Joder, lo que he esperado este momento. Eres un fenomeno Peter - dijo Olof y se froto las palmas de las manos. Se dirigio hacia el telefono.

Peter dudo. No deseaba interrumpir la alegria de Olof.

– Yo ya la he llamado…

– Y…

Olof ya no sonreia.

– Dijo que esperaria hasta manana por la manana -informo Peter y bajo avergonzado la vista como si fuera culpa suya.

– ?Y una mierda!

Lundberg se enfurecio en un segundo.

– No han hecho ni una mierda y cuando les sirves el resultado en una bandeja de plata ni siquiera tienen tiempo de hacer algo. Aficionados de mierda. ?Cual es su numero de telefono?

Peter se armo de valor. Tenia miedo de que Lundberg dejara caer su furia sobre el.

– Lo siento, pero no creo que sirva de nada. Se enfado bastante cuando le pedi que se ocuparan inmediatamente.

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