– El numero marcado no existe. El nuevo numero es el 112.
Corto la comunicacion apretando en el boton y, mientras marcaba el nuevo numero, se pregunto cuantos moribundos debian de haber conseguido marcar el 90 000 con sus ultimas fuerzas y luego habian muerto oyendo esa informacion.
– Policia, digame.
– Necesito ayuda para localizar una llamada. ?Es urgente!
– ?Con quien hablo?
– Me llamo Per Wilan…
Lundberg salio por la puerta de su despacho.
Peter dudo un segundo y a continuacion colgo el telefono.
Entraron en el despacho y dieron un portazo. Lundberg asintio.
– Era ella.
Estaba visiblemente afectado y hablaba en voz baja.
– Susurraba, de modo que tuve que esforzarme para oir lo que decia.
Peter esperaba impaciente a que continuara.
– Dijo que pronto tendria la oportunidad de enviar a mi chico de los recados de nuevo a la floristeria Lowstedt para encargar una corona de flores para la cerda de mi cunada. Luego insinuo entrever algo sobre que yo habia matado a mi esposa y que sabia como lo habia hecho. Pensaba utilizar a mi cunada para ver si funcionaba.
Lundberg agito la cabeza acongojado.
Peter sintio llegar el terror de nuevo solapadamente. No importaba lo que hiciera, ella siempre llevaba la delantera. Era como perseguir hojas secas en una tormenta de otono. No importaba cuanto se esforzara, nunca conseguia alcanzarla. Cuando por fin creia que habia conseguido acercarse todo se agitaba de nuevo al viento.
– Tengo que hablar con Kerstin -dijo Lundberg y comenzo a hojear su agenda.
Encontro el numero y alargo la mano para descolgar el telefono.
– Peter, ?podrias llamar a Bodil Andersson? Quiero que intervengan mi telefono.
Lundberg apago el boton del altavoz y comenzo a marcar el numero. Despues de dos senales alguien cogio el auricular.
– Kerstin Tillberg.
– Hola, soy Olof. ?Como estas?
– Hola. ?Que raro! Justamente estaba pensando en llamarte y contarte que ayer me encontre con una conocida tuya. Pillin. ?Por que no me habias dicho nada?
– ?Decirte que?
– Que por fin has encontrado una mujer. Pero estas perdonado, es realmente encantadora. Por cierto, le dije que teneis pendiente una invitacion para venir a cenar a casa, pero me alegro de que ahora ya lo sepas.
Lundberg cerro los ojos.
Peter regreso a la sala de conferencias. Busco el numero de Andersson y respiro hondo.
– Inspectora Bodil Andersson.
Su confianza en si mismo habia comenzado a decrecer. Solo estaba provisionalmente anclada y algo habia hecho que una de las sujeciones se soltara.
– Soy Peter Brolin. El ayudante de Olof Lundberg.
El auricular permanecio en silencio.
– Ha recibido una llamada amenazadora aqui, en su oficina, y desearia que de ahora en adelante su telefono estuviera intervenido.
– Vaya, ?es eso?
– Si, si ella volviera a llamar quiza podrian localizar la llamada. Yo intente llamar a la policia pero no me dio tiempo.
Comprendio que ella resoplaba.
– ?Que clase de amenaza? -pregunto ella.
– Ha amenazado con matar a su cunada e insinuo que Lundberg habia asesinado a su esposa -dijo Peter.
– Puedo comprender que se sienta preocupado por lo primero, pero espero que lo otro no le preocupe demasiado. En ese caso, seria una reaccion interesante.
A el no se le ocurrio nada que decir antes de que ella prosiguiera:
– Se por experiencia que estas amenazas rara vez se llevan a cabo. Es solo una manera de hacerse respetar y captar la atencion de la victima, pero de por hecho que protegeremos a la cunada de Lundberg y sobre todo la pondremos sobre aviso. Me imagino que ya habran hecho eso…
– Olof esta hablando con ella en este momento. ?Puede ella contar con algun tipo de proteccion policial? - pregunto.
Ella resoplo esta vez con mas claridad.
– Desgraciadamente aquella epoca en la que se podia ofrecer proteccion a diestro y siniestro se ha acabado. Pero en las novelas policiacas que al parecer son las que le proporcionan sus primitivas formas de investigacion quiza aun existan. Ademas, tampoco disponemos de los suficientes aparatos para intervenir todos los telefonos y tenemos muchas mas investigaciones que estan antes que la suya.
Hizo una pausa como si esperara su reaccion. El no se dejo enganar.
– Le puedo asegurar que Lundberg no es la unica persona aterrorizada por otro ser humano. Solo aqui sobre mi mesa tengo una docena de casos parecidos. Y ademas, en el caso de Lundberg todavia nadie ha sido herido.
Peter sintio su corazon latir desbocado en el pecho. Reprimio la tentacion de colgar el telefono y de esa manera dejar bien claro para ambos que ella era superior a el. Que ni siquiera era lo suficientemente fuerte como para enfrentarse a ella por telefono.
Trago saliva y se decidio.
– ?Por que le caigo tan mal? ?Que he hecho para merecer que me trate asi?
El auricular permanecio en silencio. Luego ella respondio:
– No me gusta la gente que cree que puede hacer nuestro trabajo tan bien como nosotros. Ineptos que se creen algo. Es asi de simple.
Se pregunto como le contaria esta conversacion a Lundberg sin que al mismo tiempo le diera un ataque al corazon. Sintio un fuerte deseo de intentar mejorar su relacion con Bodil Andersson, ya que veia cada vez mas claro que ella por puro orgullo dejaria que la diabla se escapara antes de dejar que el la encontrara. Podia dejar que ella creyera que lo habia derrotado con tal de que el sintiera que controlaba la situacion.
Su cerebro comenzo a trabajar a toda maquina. No formaba parte de sus conocimientos como aplacar a una mujer, pero sabia como funcionaba con los hombres.
– Lamento si de alguna manera he parecido irrespetuoso con sus conocimientos y su experiencia. Me doy realmente cuenta de lo mucho que podria ensenarme. Ahora, despues de todo, comprendo que fue una tonteria dar su nombre en mi conversacion con Beckomberga, pero simplemente no lo pense y le pido disculpas.
Habia cruzado automaticamente los dedos de la mano derecha bajo la mesa. No habia hecho eso desde que le mintio a su madre, pero los reflejos al parecer seguian ahi.
Se hizo un silencio sepulcral.
– He estado revisando su lista -dijo ella finalmente-. Comprobare los datos tan pronto como pueda.
Peter se abstuvo de contarle que dos de los seis nombres ya estaban comprobados; decidio mencionarlo en otra ocasion.
Ella continuo:
– Le puede decir a Lundberg que se compre un identificador de llamadas. No cuesta mucho y asi tendra un control total sobre quien le llama. Por lo demas, ya llamare si encuentro algo interesante.
Peter oyo que sonaba un telefono cerca de ella.
– Me llaman por el otro telefono. Supongo que nos volveremos a ver -dijo ella y colgo.
Peter no sabia si realmente habia podido controlarla o si, a pesar de sus esfuerzos ella le habia vencido.
Colgo el telefono y decidio que de ahora en adelante tendria el menor contacto posible con ella. Cada vez que la habia visto o habia hablado con ella tardaba unas cuantas horas en dejar de sentirse desanimado.