posible.
– ?Eso es todo? -pregunto ella y lanzo una mirada a la bolsa.
– Si -contesto el-. Esto es todo lo que me ha dado Lundberg.
Ella lo estudio en silencio.
El no encontraba nada que decir pero a ella no parecia importarle el embarazoso silencio.
– Bueno, entonces eso es todo -dijo el al final-. Le llamare si se me ocurre algo.
Ella esbozo una sonrisa oblicua como si no creyera que hubiera muchas probabilidades de que eso ocurriera.
– Y yo, ?donde puedo localizarle? -dijo ella al fin.
Peter no tenia el mas minimo deseo de darle su numero de telefono.
– Me puede localizar a traves de Lundberg.
Comenzo a dirigirse hacia Karlavagen. Estaba contento de que hubiese acabado. Despues de cruzar Strandvagen se dio la vuelta y vio que ella estaba parada y lo seguia con la mirada. Volvio rapidamente la cabeza y apresuro el paso.
Lundberg estaba sentado en la silla detras de su escritorio.
– ?Ha visto a nuestra querida inspectora? -pregunto cuando Peter entro por la puerta.
Peter asintio y se sento en la silla de las visitas. Ahora estaba mas tranquilo.
– Es tan manejable como una segadora trilladora -prosiguio Lundberg-. Imagine despertarse cada manana a su lado.
Se recosto en la silla y coloco las manos detras de la nuca.
– Pero seguro que todos acaban asi en esa profesion. Me imagino que deben de ver un tipo de cosas que no ayudan nada a incrementar su amor por las personas.
– Seguro -asintio Peter educado.
La habitacion estaba arreglada y los restos rasgados de las cortinas habian desaparecido. Tras la paredes de cristal tenia lugar una febril actividad. Se imagino que los que trabajaban ahi fuera echarian de menos las cortinas del jefe.
– ?Va a dormir en mi casa este fin de semana o tiene otros planes? -pregunto Lundberg.
Peter no habia pensado que era viernes.
– No, no tengo planes -dijo el.
No deseaba perder a Lundberg de vista antes de saber con que efectividad se encargaria del asunto la inspectora Andersson. Ademas, no se atrevia a dormir en su piso.
– Lotta tiene otra llave en recepcion, la puede coger. ?Se acuerda del codigo de la alarma?
Peter rebusco en su chaqueta y saco un papel arrugado.
– Bien -dijo Lundberg-. Comprare algo de comida de camino a casa. ?Le apetece algo especial?
Penso que Lundberg apreciaria que tuviera alguna proposicion o de que alguna manera mostrara sus preferencias. Lundberg se mostraba mas accesible que el y la pelota estaba en el tejado de Peter.
– ?Por que no marisco? -respondio.
15
La cena fue extraordinaria. Hasta Peter con sus escasos conocimientos de gastronomo pudo darse cuenta de que Lundberg sabia lo que hacia cuando se ponia a cocinar. Le habia preparado unos cangrejos de mar con una salsa que sabia a gloria y para acompanar habian bebido una botella de vino blanco de Alsacia. Peter leyo en la etiqueta que el vino era de 1979 y se sorprendio de que tuviera la misma edad que su recuerdo de Susanne.
Se sentia un poco mareado pero la embriaguez era agradable y le lleno de una tranquilidad poco habitual.
No habian hablado mucho durante la cena. Peter habia disfrutado de la comida y no se habia sentido en absoluto incomodo durante los largos momentos de silencio que hubo.
Lundberg se inclino sobre el plato y comenzo a juguetear con el caparazon vacio de un cangrejo. Sin levantar la mirada pregunto:
– ?Por que no queria ir a la comisaria?
Peter aun seguia tranquilo. Aqui se sentia seguro. La puerta que Lundberg habia abierto al confiar en el le habia proporcionado una timida sensacion de confianza.
– Si le soy sincero no lo se -respondio-. Ahora mismo tengo un asunto pendiente con el S-E-Banken. Creo que eso fue lo que me asusto.
– ?Por lo menos es una tranquilidad saber que no le buscan por asesinato! Me intranquilizo un poco. Usted no es precisamente de esos que hablan constantemente de sus intimidades.
Lundberg le sonrio.
– ?Hay algo que deba saber? -continuo, y miro a Peter-. Quiero decir, ?no estare protegiendo de la justicia a un estafador?
Aun sonreia, pero Peter vio que deseaba saber como estaban las cosas.
El propio Peter se sorprendio de su reaccion. Sin escatimar ni un detalle comenzo a hablarle de su negocio, de las deudas y de las irregularidades de Bengtsson con el IVA. Incluso hablo de sus problemas de ansiedad, aunque sin especificar su gravedad.
En mitad de su relato noto de repente como le caian las lagrimas por las mejillas y rapidamente oculto el rostro entre sus manos. Cuando acabo de hablar estaba completamente agotado. Su cuerpo apenas podia mantenerse erguido en la silla, pero despues de compartir sus problemas sintio el animo mucho mas ligero.
Lundberg lo observaba. Peter quiza habia esperado encontrar desprecio en su mirada pero, en cambio, vio una especie de carinosa simpatia. Peter intento adelantarsele.
– Comprendere perfectamente que a partir de ahora prefiera que la policia se encargue del trabajo -dijo-. Quiero decir, ahora que conoce al fracasado con el que ha tropezado.
No habia hablado ni con autocompasion ni para pedir ayuda, simplemente habia ocupado el lugar que solia escoger: el mas bajo, el que permitia que fuera mas facil pisarle.
Lundberg lo miro un buen rato. Peter bajo la vista al suelo. Comenzaba a faltarle la confianza que Lundberg le habia hecho sentir. Estaba sentado al borde de un abismo mientras Lundberg tenia ambos pies seguros sobre el suelo.
Las vacaciones se habian terminado.
– Una vez tuve un amigo -comenzo Lundberg-. Se llamaba Janne Ousback. Estabamos muy unidos. Nos hicimos amigos el primer dia de clase y continuamos siendolo durante toda la adolescencia, con todo lo que eso significa. Lo sabiamos todo el uno del otro.
Hizo una pausa y rio ligeramente como si acabara de recordar algo divertido.
– En fin. Despues del bachillerato nos separamos durante un par de anos pues yo me fui a estudiar a Uppsala y el se quedo aqui en la ciudad. Cuando regrese, abri mi propia empresa que fue cada vez mejor; debo reconocer que entonces la amistad no era lo mas importante de mi vida. Janne me llamo un par de veces, manteniamos largas charlas por telefono y siempre me pedia que nos vieramos. Yo nunca tenia tiempo. O mejor dicho: nunca me lo tome. Tenia ocupaciones mas lucrativas en las que emplear mi tiempo, o personas mas importantes con las que estar y ser visto en el bar Opera.
Lundberg cruzo los brazos sobre el pecho.
– Medio ano mas tarde me llamo su padre y me dijo que lo habian encontrado en el desvan. Estuvo colgado ahi arriba una semana antes de que encontraran su nota de suicidio traspapelada en una pila de periodicos. Resulto que tenia graves problemas economicos y al final no aguanto mas.
Lundberg bebio un trago de vino.
– Me quede completamente conmocionado. Fue la primera vez en mi vida que comprendi que todos nos moriremos algun dia. Que el tiempo es algo que puede acabarse. Cogi todos los beneficios de ese ano y pague sus deudas; desde entonces he intentado ocuparme mas de mis amigos. Uno no puede esperar siempre a la siguiente vez pues quiza nunca llegue. Siempre se puede ganar mas dinero.