Acababa de despertarse y no parecia comprender del todo lo que Peter decia.
– Esta carta estaba ahi fuera.
Peter le alargo el sobre rosa.
Olof aun miraba a su alrededor desconcertado. Finalmente entro en el salon y se sento en el sofa, Peter encendio la lampara de pie que tenia detras. Habia un par de gafas para leer de Lundberg sobre la mesa y se las puso. Peter leyo la carta por encima de su hombro.
BUSCA EL AMOR – Y NUNCA LO ENCONTRARAS.
HUYE DEL AMOR – Y TE PERSEGUIRA
Las palabras estaban seguidas de las iniciales EG.
Peter corrio a su habitacion y cogio la lista de Solveig Gran del laboratorio de Beckomberga. Recordaba algo. La miro apresuradamente y luego regreso junto a Olof en el salon.
– ?Creo que la tenemos! Elisabet Gustavsson. Falugatan 11. ?Esta en la lista!
Le mostro el papel a Olof.
– ?Voy ahora mismo para alla!
Peter, que al final habia conseguido despertarse, estaba exultante. Su apuesta habia resultado.
– Espera -replico Olof-. Voy contigo. Quiza sea una trampa.
– ?Por que iba a serlo? Ella no tiene ni idea de que tenemos esta lista. Quiza simplemente sea como dice la policia. Se siente cada vez mas atrevida y comienza a desear que tu la encuentres. Le debe de parecer completamente inofensivo revelar sus iniciales. ?Cuantas EG crees que hay en Estocolmo? Seguramente mas de cien mil.
– ?Joder! Tengo una reunion esta manana. No puedo aplazarla.
Olof parecia pensar.
– Me tienes que prometer que no te pondras en contacto ni te acercaras a ella. Solo observa si es ella y luego vamos ahi juntos -dijo.
Peter dudo pero finalmente se sintio obligado a preguntar.
– Quiza deberiamos llamar a Bodil Andersson.
– ?Bah! -repuso Olof-. ?No podra encontrar sitio en su agenda antes de julio! No, nosotros mismos nos encargaremos de esto. Pero no intentes hacerte el heroe sin mi.
Peter sonrio.
Olof salio a la escalera y observo el destrozo.
– Puta de mierda -fue su unico comentario.
Tambien la fachada alrededor de las ventanas estaba manchada de pintura negra; estaba claro que habria que pintar de nuevo toda la casa.
– Llamare a Bodil Andersson y denunciare esto cuando le hayamos echado una ojeada a Elisabet Gustavsson.
Lundberg ya habia tomado su decision.
20
Una hora y media despues Peter se apeaba de un taxi en St Eriksgatan justo al comienzo de Falugatan. Habia casas a ambos lados pero ningun portal abovedado. No habia ningun escondite natural donde ocultarse.
Se acerco al portal numero 11. Los nombres no figuraban junto a la puerta, solo habia un portero automatico sin telefonillo. De la pared, dentro del portal, colgaba un tabla de fieltro azul con apellidos y pudo ver que Elisabet Gustavsson vivia en el tercer piso.
Miro a su alrededor. Al otro lado de la calle habia un estanco. Saco la cartera y busco su viejo carnet del SL. Luego cruzo la calle.
El hombre detras del mostrador era extranjero, le pregunto que deseaba.
– Necesito que me ayude un momento -dijo Peter-. Soy policia del distrito de Norrmalm. Inspector Per Wilander.
Agito su carnet ante el hombre y despues lo guardo de nuevo en el bolsillo.
El hombre no parecia especialmente preocupado sino sorprendido y curioso.
– Estoy vigilando a una persona que con toda seguridad se esconde en un piso de ese edificio. Necesitaria estar aqui un rato y controlar quien entra y sale.
– De acuerdo. Puede ser divertido tener un poco de compania.
El hombre paso una silla por encima del mostrador, la coloco junto a la ventana y le invito a sentarse.
– ?Es secreto o puede contarme algo mas sin necesidad de tener que matarme despues? -dijo el hombre y sonrio.
– Es mejor que sepa lo menos posible -respondio Peter e intento parecer tan importante como pudo.
– Vale -dijo el hombre-. Me llamo Ahmed. ?Quiere un poco de cafe?
– Si, gracias, me vendra bien -sonrio Peter.
Un cliente entro en la tienda y compro cigarrillos, cuando el hombre se fue Ahmed desaparecio en un cuchitril tras el mostrador al fondo de la pequena tienda.
Peter oyo que preparaba el cafe. Un par de minutos despues regreso y le alargo una taza de cafe con la bandera sueca llena hasta el borde.
– Habla muy bien el sueco -dijo Peter.
– Bueno, llevo aqui veintidos anos asi que a estas alturas puedo pillarlo casi todo, y lo que no capto lo aprendo en casa con mis hijos de quince anos.
Peter miro hacia la calle vacia. Pasaba algun que otro coche pero todo estaba tranquilo. Un par de palomas picoteaban sobre el asfalto algo mas alla. Probo el cafe. Estaba tan fuerte que los ojos se le llenaron de lagrimas y solo con un gran esfuerzo pudo ocultar una mueca.
Solo habian pasado diez minutos cuando aparecio ella caminando por St Eriksgatan. Automaticamente abandono su papel de policia y se acurruco asustado detras del expositor de revistas que estaba colocado junto al escaparate. Dejo la taza de cafe sin beber sobre una estanteria y aparto un poco el
– ?Es ella? -pregunto Ahmed que no habia podido evitar notar su reaccion.
No contesto. No fue por ser desagradable, sino porque simplemente no podia. Esa mujer ejercia una influencia sobre el que contradecia todas las leyes de la naturaleza y aun a traves del escaparate y con una calle y un expositor de revistas entre ellos no podia controlar el miedo que sentia.
Ella llego al portal y comenzo a marcar el codigo de entrada. Abrio la puerta pero cuando iba a entrar se detuvo y como un rayo se dio media vuelta y miro fijamente hacia el estanco. El estuvo a punto de caerse de espaldas. Fue como si ella misma le hubiese empujado. Cuando volvio a mirar hacia fuera ella estaba cruzando la calle y se dirigia directamente hacia su escondite. Fue presa del panico. Comenzo a arrastrarse hacia el lugar donde Ahmed habia hecho el cafe y en el mismo instante en que pasaba por debajo del mostrador oyo como se abria la puerta. Se encogio rapidamente en el suelo entre el mostrador y los pies de Ahmed.
Ahmed bajo la vista hacia el sorprendido. Peter puso el indice sobre sus labios y rogo en silencio a Dios y a Ala que no lo delatase.
– ?Que desea? -pregunto Ahmed.
Peter creyo que pasaba mucho tiempo antes de que ella respondiese.
– No lo tengo muy claro -dijo la diabla.
No habia ninguna duda que era ella. Su voz le hizo sentirse mal.
– ?Tiene algo especial que ofrecerme? -prosiguio ella-. Me apetece algo distinto. Quiza tiene por ahi algo que pueda gustarme.