Peter se escondio detras del camion. Cuando volvio a mirar la mujer habia desaparecido dentro del portal; se prometio no volver a molestarla nunca mas.
Tomo un taxi a casa. Saco la lista y tacho concienzudamente el nombre de Karin Sodergren.
Aun quedaban tres nombres.
Por la noche cenaron frente al televisor. Olof parecia cansado y no hablo mucho. Peter le conto que podian tachar a Karin Sodergren de la lista pero evito decir como habia llevado a cabo la investigacion. Olof seguramente podia creer que habia sido inteligente, pero Peter no se sentia particularmente orgulloso de haber enganado a una mujer enferma. La proxima vez seria mas cuidadoso.
Despues de
Se dirigio al cuarto de bano.
– Puedes dejar la luz del vestibulo encendida -dijo-. Estoy mejor cuando la casa no esta toda a oscuras.
Se detuvo y suspiro como si el mismo oyese lo que habia dicho. Agito agotado la cabeza y desaparecio.
Peter permanecio un rato sentado viendo el partido de clasificatorio para el mundial entre Suecia y Escocia. No le interesaba particularmente, pero los comentarios del locutor siempre le habian producido un efecto sedante. Habia algo cotidiano y seguro en ese sonido. Era como si de repente cuando retransmitian algun deporte la television creara una afinidad total. Como si todos los espectadores de pronto se comunicaran a traves de los cables que unian los millones de pantallas de television que en ese preciso instante estaban encendidas por todo el pais. Solitarios, jovenes, viejos, cojos y lisiados que por una vez se reunian gracias a un interes y una esperanza comun. Como una gran familia.
No aguanto permanecer despierto el tiempo suficiente para ver como acababa el partido. Se desperto cuando oyo que Olof salia del cuarto de bano; entonces el entro y se metio en la ducha.
Diez minutos despues estaba tumbado en la cama y sentia como las pastillas Imovane desparramaban la dosis liberadora por todo su tenso cuerpo.
Se sentia tranquilo y seguro.
A solo 600 metros de distancia se detuvo un tren en la estacion de Slatsjo-Duvnas. Una mujer bajo al anden. Dos vagones mas alla se abrio la puerta del tren y el revisor saco la mano y la agito para indicar al conductor que estaban listos para partir. Al minuto siguiente estaba sola.
No se encontro con nadie. Despues de cinco minutos de paseo llego al jardin de Lundberg. Evito el pequeno camino que conducia a la casa y decidio pasar por el jardin. No quedaba mucha nieve en el suelo y pudo andar con facilidad por donde no habia nieve. La tierra aun estaba dura y tuvo cuidado de no dejar huellas.
El vestibulo estaba iluminado; tambien habia luz detras de las cortinas corridas de una de las ventanas de delante. El resto de la casa estaba a oscuras.
Espero.
No tenia prisa.
Despues de un rato dio una vuelta a la casa. Tambien la parte trasera estaba a oscuras, menos en una habitacion donde brillaba tenuemente una luz por debajo del borde de la cortina.
Aun le dolia un poco el pie, pero lo habia sentido menos estos ultimos dias. Hacia mucho tiempo que habia aprendido a soportar el dolor, pero el deseo de compartirlo se habia vuelto mas y mas fuerte y ahora la inundaba de tal manera que estaba a punto de explotar.
Pronto.
Pronto seria su turno.
Siguio deslizandose alrededor de la casa. Era un tigre acorralando a su presa y pronto, pronto lo tendria de rodillas pidiendo compasion y perdon, lo tendria totalmente en su poder y dejaria que el experimentase todo el dolor que ella habia padecido.
Pagaria por cada minuto.
Apenas podia contenerse.
Avanzo a hurtadillas hasta la ventana encendida. Si se ponia de puntillas podria mirar entre el marco de la ventana y el borde de la cortina.
Ahi estaba, tumbado.
Dormia con la boca abierta y un pequeno hilo de saliva le corria por la mejilla. Lo observo con asco.
Sintio todo el odio que llevaba dentro. El estaba ahi, tumbado, completamente indefenso, y tuvo que contenerse para no romper la ventana y atraparlo inmediatamente.
Pero no tendria tanta suerte.
Primero tenia que sufrir. Luego lo destruiria.
El se giro en suenos y el rostro desaparecio de su vista. Continuo observando su espalda que siguiendo el ritmo de su respiracion subia y bajaba a intervalos regulares.
Pronto, penso ella. Pronto seras mio. Pronto sera mi turno.
Despues de un rato se alejo de la ventana y comenzo a ejecutar la labor que habia venido a realizar.
19
Peter se desperto temprano. Por una vez permanecio tumbado en la cama un rato y penso. La radio despertador marcaba las 6.52. Puso la P1 y permanecio tumbado escuchando las noticias de las siete.
Comenzo a planificar el dia. Habia tres direcciones que debian ser comprobadas antes de que su descabellada intentona resultase inutil.
Se metio en el cuarto de bano a las siete y media, se afeito y despues regreso a su habitacion y se vistio. Fuera aun era de noche. Su radio despertador marcaba las 7.49. Deberia haber mas claridad. Se dirigio a la cocina para comprobar la hora en el microondas por si el despertador se habia estropeado.
En el vestibulo recordo que acababa de escuchar las noticias de las siete; evidentemente algo iba mal.
Toda la casa estaba negra como el carbon menos el vestibulo donde aun brillaba la lampara encendida.
Se acerco a la ventana panoramica y juntando las manos formo como un embudo alrededor de los ojos. Fuera no se veia ninguna luz. Estaba oscuro como boca de lobo. Fuera no habia ni un punto de luz.
El corazon comenzo a latir desbocado. ?Estaria aun sonando?
Salio al recibidor, marco el codigo para desconectar la alarma y abrio la puerta de la calle.
La luz de fuera le golpeo como una lampara solar y lo cego por completo.
Primero no comprendio nada. Se dio media vuelta y miro dentro de la casa, oscura como la tinta. Aun descalzo dio un par de pasos hacia la escalera.
No pudo creer lo que veian sus ojos.
Todas las ventanas de la casa estaban cubiertas de pintura. Alguien habia pintado concienzudamente todas las ventanas del edificio de negro y asi habia impedido que los rayos de luz penetraran a traves del cristal.
Miro rapidamente a su alrededor. El jardin estaba vacio. Junto a la puerta de la calle habia un sobre rosa metido entre la pared y el marco de la puerta. Tiro de el, volvio a entrar y cerro inmediatamente la puerta. De camino a la habitacion de Olof encendio todos los interruptores que vio.
Llamo a la puerta cerrada.
Casi inmediatamente oyo la voz de Olof:
– Si, ?que pasa?
Peter abrio y entro.
– Ha ocurrido algo. Tienes que venir a verlo.
Olof se levanto rapidamente y se puso el albornoz que colgaba de una percha junto a la puerta.
– ?Que hora es? -pregunto al salir al pasillo.
– Casi las ocho -contesto Peter-. Alguien ha pintado todas las ventanas de negro. Esa es la razon de que este tan oscuro.
– ?Que cojones! -exclamo Olof consternado.