Adios.
Colgo y Peter lo miro impaciente.
– ?Que ha dicho?
Olof parecio como si primero memorizara la conversacion y luego conto.
– Primero me ha dicho que hay sospechas de asesinato en relacion con la muerte de Elisabet Gustavsson; luego me ha preguntado si estuve alli; luego si tu estuviste alli; luego si estuvimos alli; luego si teniamos algun testigo de que no habiamos estado alli y cuando le he dicho que habiamos estado juntos toda la noche ha utilizado un tono muy desdenoso para preguntar si tu no podias haberte escabullido pero le he dicho que no lo creia, entonces me ha preguntado cuando habiamos hablado por ultima vez y le he dicho que ayer.
Se encogio de hombros.
– Creo que ahora podemos pasar de esto -continuo-. Nosotros no hemos matado a esa persona, asi que no tenemos por que preocuparnos.
– Pero nuestras huellas dactilares -dijo Peter preocupado-. El piso debe de estar lleno de ellas. Sobre todo de las mias en el cuarto de bano.
– Bueno, mis huellas dactilares no estan en los archivos de la policia, de modo que no pueden cotejarlas.
Peter cerro los ojos pero sintio que Olof lo miraba.
– ?Esta la cosa tan mal? -pregunto finalmente.
Peter volvio a mirar por la ventana.
– Cuando registre mi empresa y quise tener la aprobacion de la policia y la aseguradora, era obligatorio entregar las huellas dactilares a la policia, para que si habia algun robo rapidamente pudieran eliminar las mias de las rejas y las alarmas. No se a que registro han ido a parar. Nunca pense que debiera preocuparme por eso.
No miro a Olof. Se sentia incomodo. Si no fuera por el a estas alturas Lundberg podria olvidarse tranquilamente de esta historia, si no fuera porque el colgaba como una pesada piedra de molino alrededor de su cuello. Andersson apenas molestaria a Lundberg con tan pocas pruebas, pero a el estaria encantada de inculparlo en todo lo que pudiera. Si ella encontraba sus huellas en los archivos y las comparaba con las del cuarto de bano de la diabla, ella tendria el dia resuelto; con eso Olof tambien se veria metido en el caso. Ademas, comprendio lo dificil que seria explicar los hechos de una manera verosimil.
La verdad era sin duda poco satisfactoria.
Tomo dos resoluciones. La primera fue que nunca en la vida reconoceria que Olof habia estado con el en el piso y la segunda fue ir a ver a Eva a Goteborg.
Intento calmarse.
– Todo se arreglara de alguna manera -le dijo a Olof pero el mismo se dio cuenta de que no sonaba especialmente tranquilizador.
Solo sentia deseos de quitarle un peso de encima. De no cargar a Olof con sus problemas. Sin duda no se lo merecia. Ya habia hecho mas de lo que se podia pedir.
– Si vuelve a llamar, di simplemente que no hemos estado en contacto y que no sabes donde estoy. Deja que ella misma me busque. Me voy a Goteborg. Vivire en casa de mi hermana durante unos dias.
Peter se dio media vuelta y miro a Olof. Durante unos minutos la habitacion permanecio en completo silencio.
Olof se puso de pie.
– Cuidate, Peter -dijo al fin-. Llamame cuando regreses.
Sono tanto como una orden como un deseo. Parecia triste. Como si supiera que no podia hacer nada por arreglar la situacion y esa certeza le dejara compungido. Se acerco los pocos pasos que le separaban de Peter y lo abrazo.
No dijo nada mas.
A Peter se le hizo un nudo en la garganta.
Salio de la oficina y cerro la puerta.
27
Camino el corto trecho hasta Humlegarden y se sento en un banco. Ahora la nieve habia desaparecido por completo y el gorjeo de los pajaros recordaba que la primavera se acercaba. La primavera. Era entonces cuando se esperaba que todas las personas se llenaran de confianza y seguridad en el futuro. Era entonces cuando se acercaba la recta final hacia el verano y las vacaciones y nadie podia poner la radio o la television sin ser informado sobre cuantas personas precisamente ese dia se habian sentado en las escaleras del Konserthus y habian saboreado su primer helado del ano. Era entonces cuando las esperanzas renacian y la oscuridad del invierno se sentia muy lejana, aunque hasta hacia poco todos estaban envueltos en ella.
Habia escogido un banco al sol. Se recosto y cerro los ojos. La luz era lo suficientemente fuerte para hacer sentir su calor.
Reflexiono sobre su situacion.
Una semana y media atras todo era diferente. Desde entonces habian ocurrido mas cosas que en los ultimos diez anos. De ser un aburrido endeudado, al borde de la bancarrota y paralizado, habia pasado a ser un hombre sin deudas sospechoso de asesinato; pero seguia estando paralizado y no estaba muy seguro de si en realidad habia mejorado algo.
Un sonido justo a su lado le hizo abrir los ojos. Descubrio que un perro se habia acercado sigilosamente y agitaba su rabo justo delante de su rodilla. Alargo la mano y le acaricio la cabeza. Un silbido a lo lejos hizo que el perro reaccionara inmediatamente y saliera corriendo por la hierba. Lo observo a contraluz y se coloco la mano haciendo visera sobre los ojos para ver mejor. No fue de mucha ayuda.
Pero vio una cosa.
Habia alguien en la esquina de la Kungliga Bibliotek y miraba hacia el. La figura estaba lo suficientemente lejos para que no pudiera distinguir algun detalle pero un movimiento con las manos que bajaron lentamente del rostro hizo que pareciera que la persona miraba a traves de unos prismaticos.
Se quedo helado. La persona dio unos pasos y desaparecio tras una esquina; no podia creer lo que habia visto.
Podria jurar que era la diabla.
Se levanto sin dudarlo, corrio por la hierba cerca de cien metros y dio la vuelta a la esquina por donde habia desaparecido la figura.
Ahi no habia ni un alma.
Siguio corriendo cuesta abajo hacia Humlegardsgatan y luego por Birger Jarlsgatan.
Habia desaparecido.
Dio media vuelta y atajo por la hierba hasta la entrada de la biblioteca pero alli se encontro con un cartel que informaba que estaba cerrada por obras.
Habia un albanil algo mas alla y Peter se apresuro hacia el.
– Perdone -dijo jadeando-, ?por casualidad no habra visto pasar por aqui hace un momento a una mujer de pelo negro?
– No, no me he fijado -respondio-. Tengo otras cosas que hacer.
Peter dio media vuelta y se marcho.
Estaba de nuevo en Humlegardsgatan. Lleno de malos presentimientos intento convencerse a si mismo de que un efecto de la luz y su preocupacion le habian gastado un jugarreta.
Fue andando hasta su casa, en Asogatan. Cuanto mas caminaba mas seguro estaba de que habia visto mal. Simplemente no podia ser ella. El mismo la habia podido ver de cerca colgando muerta del techo del cuarto de bano.
Intento sacudirse la sensacion de desagrado.
Al llegar a casa llamo a SJ para informarse de los horarios de los trenes a Goteborg. A continuacion telefoneo a su hermana.