– Habia pensado ir a pasar contigo un par de dias, si no te viene mal -dijo.
– ?Que bien! -respondio ella-. ?Puedes venir cuando quieras! Los ninos casi no se acuerdan de ti. Llama y dime cuando quieres que te recoja en la estacion.
Cuando acabaron la conversacion Peter cogio su maleta que estaba junto a la puerta de la calle y empezo a hacer el equipaje.
Seguia dandole vueltas en la cabeza a lo que habia visto en Humlegarden, asi que finalmente se sento en la cama y cogio el telefono. Marco el numero de Lundberg. Fue Lotta quien respondio.
– No, ha salido a hacer un encargo -gorgojeo-. Esa mujer policia telefoneo y un rato despues el salio. Por cierto, ella dejo un mensaje para usted.
Peter trago saliva. Lotta prosiguio.
– Me pidio que te dijera que le debe una taza de
Primero Peter no comprendio nada. Las piezas no encajaban. De repente lo entendio todo. La reaccion fue tan brusca que se le cayo el telefono. Cuando finalmente consiguio atraparlo de nuevo la linea se habia cortado.
Comenzo a pasear de un lado a otro entre las paredes del piso. El cerebro trabajaba a toda maquina y como en una pelicula de cine mudo todos los acontecimientos de los ultimos dias pasaron frente a sus ojos.
Nadie mas, aparte de el y la diabla, sabian que ella habia pedido
No podia creer lo que su cerebro le decia.
Era ella.
Bodil Andersson.
La diabla era Bodil Andersson.
Ella le habia elegido desde el principio y le habia enviado a Olof para que picara el anzuelo. Luego le habia hecho correr como un perro faldero por donde ella queria. Habia seguido como un cordero confiado el claro rastro que iba dejando tras de si y tan pronto como se apartaba, ella se enteraba por el y de esa manera podia cambiar sus planes. Los ojos que durante un segundo lo miraron en la pasteleria Nylen. ?Como fue posible que no la reconociera?
Marco el numero del movil de Olof pero el abonado no estaba disponible en ese momento.
Colgo y llamo a Informacion, pidio el numero de la comisaria de Norrmalm. En un desesperado intento se agarraba a un clavo ardiendo para comprobar que su ultima corazonada no era una equivocacion.
– Busco a la inspectora Bodil Andersson -dijo.
El mismo oyo lo estresado que sonaba.
– Un momento -respondio la voz al otro lado de la linea y luego quedo en silencio.
Espero conteniendo la respiracion.
– ?Trabaja aqui? -pregunto la voz.
– Si, eso espero -contesto Peter.
– Aqui no trabaja nadie con ese nombre, pero puedo mirar en el ordenador y ver donde trabaja.
La linea quedo de nuevo en silencio.
– Lo siento, pero no encuentro a nadie con ese nombre en ninguna parte. ?Desea hablar con otra persona?
Peter colgo.
Sin duda ella habia jugado un juego peligroso. Habia tenido la suerte increible de que nadie comprobara su numero de telefono y de que Peter no la reconociera de la pasteleria Nylen. Solo una persona enferma de verdad tomaba esos riesgos. Alguien que no tuviera nada que perder.
Busco lo que ahora sabia era el numero de telefono de la diabla pero nadie respondio.
Volvio a pensar en cuantas veces las circunstancias habian actuado a favor de ella.
Solo un loco podia tener tanta suerte.
?Tenia que encontrar a Olof!
Marco de nuevo el numero de la oficina y le pregunto a Lotta si habia dicho adonde iba. No lo habia hecho. Al contrario, parecia irritado y ni siquiera dijo adios al marcharse.
Se sento en la cama y penso. Ella debia de haber dejado alguna pista. Era imposible que hubiera realizado todo esto sin cometer ni un error.
Salio al recibidor y comenzo a buscar la lista del laboratorio de Beckomberga en los bolsillos de las chaquetas. Finalmente la encontro. Al regresar vio la ranura del buzon y le vino una cosa a la memoria.
2930.
Marco el numero del taxi.
– Soy el inspector Per Wilander y necesito su ayuda para localizar una carrera.
Penso, conto con los dedos y continuo:
– Desde Gotgatan a la altura de Asogatan alrededor de las cuatro y cuarto el miercoles pasado. El numero del taxi era el 2930.
– Un momento, voy a mirar.
Solo tardo unos segundos antes de responder.
– Aqui lo tengo. ?En que puedo ayudarle?
– ?Adonde fue? -pregunto el
– A Tyskbagargatan 7. Si lo desea le puedo preguntar al taxista si recuerda al pasajero. Veo que ahora esta de servicio.
– Gracias, seria de gran ayuda -dijo Peter.
La linea quedo en silencio y tuvo que esperar un momento.
– Oiga. Siento haberlo hecho esperar. Ha dicho que no recuerda con claridad a quien llevo. Han pasado unos cuantos dias desde entonces.
– Gracias por su ayuda -dijo Peter y colgo el telefono.
Desdoblo la lista.
Bingo.
Era el ultimo nombre.
Anja Frid nacida 540726. Direccion Tyskbagargatan 7.
28
Un cuarto de hora mas tarde el taxi se detuvo en Tyskbagargatan. No sabia adonde se dirigia pero se dio cuenta que se hallaba a solo unas manzanas de Karlavagen.
?Era tan sencillo como que ella simplemente hubiese visto a Lundberg por la calle y se hubiese enamorado?
Pulso el timbre de Frid en el portero automatico y aunque nadie respondio la puerta zumbo y se abrio.
Miro el tablon y encontro el nombre de Frid entre la lista de inquilinos de uno de los edificios interiores.
Sin dudarlo paso de largo la escalera y salio a un pequeno patio interior. La casa se erguia en todas direcciones y se pregunto tras cual de esas ventanas se ocultaba. A la izquierda, en el lado diametralmente opuesto del patio, vio la entrada a los pisos interiores y subio a medio correr la escalera. Cuando vio el nombre en una de las puertas se encontraba en el quinto piso.
Pulso inmediatamente el timbre de la puerta. Ni siquiera sintio miedo.
Cuando se abrio la puerta se encontro cara a cara con Bodil Andersson. Su pelo rubio corto estaba recien lavado y llevaba una toalla sobre los hombros. No parecia en absoluto sorprendida.
Se observaron. Ninguno se movia de su sitio.
– Has sido mas rapido de lo que pensaba -dijo ella al cabo-. Aun cuando una gallina ciega…
El la interrumpio.
– ?Donde esta Lundberg? -pregunto incisivamente.
Ella senalo con la mano izquierda hacia el interior del piso y sin pensarlo Peter paso al recibidor por delante de ella. Continuo sin detenerse y busco rapidamente por la cocina y las dos habitaciones.
No habia nadie.