de raso blanco cuando a medianoche ocupo su lugar al lado de ella para jurarle amor y fidelidad. Le habia sonreido al tomar su mano. Es cierto que ella tambien estaba hermosa, pero a traves de ella estaba sonriendo a Bretana, a la Bretana que le habian presentado el ano anterior y que habia ocupado de inmediato una parte de su corazon. Aquella noche Cesar era feliz, y Francois e tambien lo fue. Hubo un momento de panico cuando instalaron a la joven pareja en el talamo y el Bearnes, con una amplia sonrisa dibujada de oreja a oreja, tomo una silla y se sento a la cabecera. ?Pensaba de verdad quedarse ahi? La recien casada habia dirigido a su llorosa madre una mirada espantada: ignoraba todo lo que habia de ocurrir a continuacion, porque Madame de Mercoeur se habia limitado a aconsejarle que se sometiera a todo lo que le pidieran, por extrano que le pareciese. En cuanto al rey, reia a gusto.

—?Secad esas lagrimas, prima! —dijo a la duquesa—. He hecho que instruyera a mi hijo una persona de confianza, y creo que nos dara total satisfaccion.

Tambien Cesar se habia echado a reir al volverse hacia su joven esposa, mas muerta que viva:

—Vamos, senora, ?hay que dar gusto al rey... y a nosotros mismos! —dijo alegremente. Y sin preocuparse mas por el observador, la tomo entre sus brazos. Para su gran sorpresa, tambien Francois e se olvido del indiscreto, que, por lo demas, se retiro de puntillas y corrio las cortinas del lecho...

Hicieron el amor tres veces, con una alegria que daba al acto la apariencia de un juego. Francois e, entonces muy delgada y poco dotada en atributos femeninos, descubrio que su joven esposo no deseaba que fuera de otra manera. Detestaba a las mujeres exuberantes mas aun que a las otras, y para gustarle era preferible tener un cuerpo ligeramente androgino. De aquella noche de bodas, celebrada con varias semanas de fiestas y regocijo popular, salio una pareja unida por una complicidad, una estima y un afecto que nunca habian de cesar. Francois e, sostenida por una fe profunda, tuvo la prudencia de contentarse con eso. Descubrio que el corazon de su esposo nunca podria llegar a latir por otra mujer: Cesar habia amado demasiado a su madre, la deslumbrante Gabrielle, y esta lo habia dejado fascinado para siempre. En cuanto a los muchachos jovenes de los que le complacia rodearse, no permitio que su mujer siquiera llegara a inquietarse por ellos. La amaba a su manera, y sobre todo adoraba a los tres esplendidos hijos que ella le habia dado y que consolidaron una union mas feliz de lo que cabia esperar. La alegria de Cesar, su gusto por el lujo, su bravura insensata, hacian de el un companero tanto mas atractivo por cuanto era capaz de apreciar el caracter mas grave de una mujer a la que llamaba «mi querida Prudencia».

La idea de su arresto inquietaba a Francois. El era un hombre de grandes espacios, de tempestades, de carreras contra el viento, tambien de batallas y de grandes reuniones de camaraderia al regreso de la caza. Si amaba tanto Bretana, es porque en ella habia descubierto una tierra parecida a su propio corazon: salvaje, orgullosa y grandiosa. ?Como imaginar a un hombre asi entre las cuatro paredes de un calabozo, esperando Dios sabe que juicio inspirado por el odio y la parcialidad? Porque Cesar nunca —Francois lo habria jurado sobre la memoria de su madre— habia ni siquiera contemplado la idea de atacar a su hermano el rey. El hombre al que odiaba era Richelieu, y Richelieu le devolvia ese sentimiento con usura. Por desgracia, el cardenal-ministro era el mas fuerte de los dos.

—Tengo que librarle de este mal paso —se repetia la duquesa—. Pero ?como? ?Por que medio?

Aunque no pensaba que el hombre de la sotana purpura tuviese la audacia necesaria para pedir la cabeza de un principe de sangre, no estaba lejos de verse a si misma, con sus hijos, vestidos todos de negro, yendo a arrodillarse al gabinete del ministro para implorar su clemencia. Una imagen contra la cual se rebelaban su conciencia de raza y su orgullo de mujer. Sabia, sin embargo, que para salvar a su Cesar seria capaz de llegar hasta ese extremo.

La entrada de una de las criadas anunciando el regreso de su escudero la arranco de un ensueno rayano en lo morboso y le devolvio la conciencia de si. Ella tambien necesitaba accion...

—?Y bien? —dijo cuando Raguenel, todavia sacudido por la emocion, se inclino ante ella.

—?Ah, senora! Es aun peor de lo que podiamos imaginar. Madame de Valaines, sus hijos y sus servidores han sido asesinados.

—?Asesinados?

—Hay cadaveres y sangre por todos lados. Y no alcanzo a comprender gracias a que milagro pudo la pequena Sylvie escapar a los asesinos. Su nodriza, que intentaba huir con ella en brazos, fue acuchillada en medio del patio. Debio de caer sobre la nina y su cuerpo la oculto. La pequena consiguio seguramente desasirse mas tarde.

—Pero ?quien ha podido hacer una cosa asi? ?Y por que?

—Es lo que, con vuestro permiso, intentare averiguar desde manana mismo. Por el momento, convendria proceder a dar sepultura cristiana a todos esos infelices sin esperar a que las alimanas se encarguen de ello, o a que les ataque el calor del dia...

—Cierto, cierto... y voy a proporcionaros los medios, pero recordad que manana... ?Oh!, Dios mio, estabais ya en camino cuando tome mi decision. Al amanecer debemos marchar a Blois con monsenor de Cospean, en tanto Monsieur d'Estrades y el padre Gilies se dirigiran con los ninos a Vendome, donde estaran seguros. Tendriamos que encargar a nuestro magistrado de Anet la investigacion de esta terrible desgraciase interrumpio. Perceval acababa de doblar la rodilla ente ella.

—Concededme la gracia de quedarme aqui, senora duquesa. Quisiera investigar yo mismo esta tragedia. El difunto baron de Valaines me honro con su amistad y...

—...Y mas tarde fuisteis amigo de su viuda. ?Nada mas natural! —acabo la frase Madame de Vendome con la franqueza a un tiempo abrupta e ingenua que formaba parte de su encanto, por mas que en algunas ocasiones resultara dificil de soportar.

—Ejem... si, senora.

—?Pues bien, quedaos, amigo mio! —suspiro ella al tiempo que apoyaba ambas manos en los brazos del sillon para levantarse—. Despues de todo, la carroza del querido obispo no es tan grande, y yo no necesito escudero para esta expedicion. ?Sobre todo ante la eventualidad de que tambien a mi me arrojen a la prision! Haced lo que podais, y marchad despues a Vendome. Si la desgracia real se abate sobre nosotros, como todo hace suponer, mis hijos necesitaran todos los defensores que les sea posible encontrar. En el peor de los casos, quizas encontrarian refugio en Lorena, pero pienso que nuestra villa fortificada de Vendome sabra cumplir con su deber...

—?Y la pequena Sylvie, senora duquesa? ?Que va a ser de ella?

—Lo ignoro, pero por descontado vamos a tenerla con nosotros. ?Pobre nina! ?Que haria, tan pequena, si la abandonaramos? Pense primero en un convento, pero mi hija Elisabeth se ha encaprichado con ella y la ha tomado bajo su proteccion. Le parece tener una muneca mas, y esta encantada.

—Eso esta bien. En vuestra casa, no tendra nada que temer, y en cambio, probablemente no ocurriria lo mismo en un convento...

Madame de Vendome alzo las cejas:

—?Que podria ocurrirle? Es casi un bebe.

—Dignaos perdonarme, senora duquesa, pero creo que corre un gran peligro. Quienes asesinaron a todos los habitantes de La Ferriere tenian seguramente la orden de no dejar a nadie con vida, y todos fueron pasados a cuchillo... excepto ella.

—?Que podria tener que temer?

—Son los asesinos quienes pueden temer algo de ella. Es aun muy pequena, porque no ha cumplido cuatro anos, pero incluso a esa edad se tienen ojos y memoria, y Sylvie ya ha dado pruebas de una inteligencia despierta. Como su madre...

—?Lastima que no sea tan bonita como ella! La pobre baronesa era preciosa. Es una lastima que la nina haya salido al padre, que lo era bastante menos... En fin, id ahora a la casa de los canonigos de nuestra capilla y rogad a los buenos padres que os ayuden en vuestra triste tarea.

Cuando el ya iba a salir, le llamo:

—?Perceval!

—Si, senora duquesa —dijo el, sorprendido de que le llamara por su nombre de pila; de lo cual dedujo que estaba muy conmovida.

—Hago votos para que volvamos a vernos muy pronto. ?Rogad a Dios por mi y por el duque Cesar!

—?Y tambien por el Gran Prior?

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