que nosotros nunca lleguemos a enterarnos, pero a veces somos los artifices de lo que sucede en la vida de los demas.
En ciertas ocasiones voluntariamente, en otras no. Llego debajo de casa y de repente los veo a todos alli, como siempre. Como entonces. Las chicas sentadas en el muro, los chicos jugando a la pelota. Corren por el patio sudados y encantados a mas no poder con las porterias que han improvisado valiendose de un garaje que tiene la persiana metalica oxidada y, al otro lado, de una bomba verde de agua, un poco amarillenta debido al sol e, inmediatamente despues, algunos metros mas alla, de unas cazadoras tiradas por el suelo. Los chicos del patio. Corren, gritan y vocean sus nombres.
– ?Eso es, Bretta! ?Venga. Fabio! ?Pasala! Fabio, Ricky, venga, Stone, vamos.
Se pasan una pelota medio deshinchada, oscura, con las huellas del sinfin de patadas que ha recibido. Y corren. Corren en pos del ultimo sol, sudados por esa tarde de juego, con unas botas de imitacion en los pies, o con unos viejos mocasines de fiesta que los guijarros del asfalto irregular han acabado por cubrir de aranazos. Y ademas estan ellas, las animadoras del patio. Anto, Simo, Lucia, Adele. Una lame un Chupa-Chups, otra hojea aburrida un viejo
– Hola, Caro.
Anto levanta la cabeza y hace un ademan con la barbilla. Simo me sonrie. Lucia sigue lamiendo el Chupa- Chups y esboza un «Oa…» que deberia ser un «hola», pero se ve que quiere engordar a la fuerza.
Vuelven a concentrarse otra vez en ese partido tan sui generis. Y yo me despido de todas como de costumbre, con mi consabido «?Adioooos!», y me marcho. Entro corriendo en el portal y llamo el ascensor. Pero, como no tengo ganas de esperar, subo la escalera a toda prisa, saltando los peldanos de dos en dos. Y al pasar los veo a traves del cristal del rellano. Riccardo corre como un loco, tiene el balon en los pies y no lo suelta ni por esas. Bretta esta a su lado, corre cerca de el, siguiendolo. Estan en el mismo equipo.
– ?Venga, pasala! ?Pasala!
Pero Fabio, que juega contra el, es mas rapido, se lo roba y se dirige hacia la porteria junto a Stone. Bretta se mosquea, se vuelve y corre tambien en direccion a la porteria
– ?Te he dicho que la pasases, te lo he dicho! Demasiado tarde. Stone y Fabio marcan un gol con un fuerte pelotazo contra la persiana oxidada del garaje, cuyo ruido asciende retumbando por la escalera. Ricky se queda en medio del patio con los brazos en jarras, respirando profundamente para recuperar el aliento. A continuacion se aparta el pelo con la mano. Lo tiene sudado, y largo como siempre. Bretta pasa junto a el enfadado y da una patada a una pinza rota que debe de haberse caido de algun tendedero -Nos ganan tres a cero… -?Por supuesto! Ahora los superaremos.
Luego Ricky mira hacia lo alto, en direccion a la escalera. Y me ve. Nuestras miradas se cruzan, Me sonrie. Y yo me ruborizo un poco y me aparto Mientras corro como un rayo por la escalera, el recuerdo vuelve a pasar por mi mente. Hace tres anos Yo tenia once, el trece. Estaba enamoradisima de Riccardo, con ese amor que no sabes a ciencia cierta que significa, que no sabes ni donde empieza ni donde acaba. Te gusta verlo, encontrarte y hablar con el, te cae bien y. cuando pasas un poco de tiempo sin verlo, lo echas de menos. En fin, ese amor que no puede ser mas bonito… porque es absurdo. Es amor en estado puro. Sin la sombra de una preocupacion, todo felicidad y sonrisas. Y ganas de hacerle regalos, como esos que te gusta recibir de tus padres y que a veces, sin embargo, no te hacen porque en ese caso no les corresponde a ellos
14 de febrero. San Valentin. La primera vez que le hice un regalo a un hombre. Un hombre…, ?un chico! Un chico… un nino. Y me paro aqui porque, despues de lo que descubri sobre el, no se que otra palabra deberia usar.
«Ring, ring.»
– Carolina, ve a abrir, que yo tengo las manos sucias, estoy cocinando…
– Si, mama.
– ?Antes de abrir, pregunta quien es!
Alzo los ojos al cielo. ?Sera posible que siempre me diga las mismas cosas?
– ?Me has oido?
– Si, mama. -Me aproximo a la puerta.-. ?Quien es?
– Riccardo.
Abro y me lo encuentro delante con su cabellera larga, tan larga…, pero peinada. Con una camisa vaquera ligera a juego con sus ojos azules, una sonrisa feliz, en modo alguno cohibida, que hace resaltar lo que lleva en las manos.
– Ten, te he traido esto
– Gracias.
Permanezco frente a la puerta. A continuacion cojo el paquete y lo giro entre las manos para observarlo mejor. Es un pequeno banco de hierro con dos corazones sentados encima. Son de tela roja; mude los corazones tiene trenzas; el otro, el pelo negro.
– Somos nosotros dos… -Ricky sonrie-. Y ahi abajo hay unos bombones.
– Ten. -Se lo devuelvo-. Espera, abrelo tu Yo tengo que entrar un momento.
Regreso en un abrir y cerrar de ojos, justo cuando el acaba de desatar el lazo y de quitar el papel transparente y esta cogiendo un bombon de la caja y mirandolo para saber de que sabor es. Pero yo soy mas rapida No se lo espera.
– Ten.
Le doy tambien un paquete, Ricky lo mira confuso y lo gira entre las manos.
– ?Es para mi?
«Claro -me gustaria decirle-. ?Para quien, si no?» Pero sonrio y me limito a asentir con la cabeza. Y el lo desenvuelve encantado y a toda velocidad. Al cabo de un instante, la tiene en las manos: una gorra.
– Que bonita. Azul oscuro, como a mi me gusta. ?La has hecho tu?
– ?Venga ya! -Me rio-, ?Las iniciales, si!
Y se las senalo en el borde: R. y G. Ricky Giacomelli. Pero, en realidad, estoy mintiendo. ?A ver quien es la guapa que sabe hacer una cosa asi! ?Bordar? Si me pincho nada mas coger una aguja. Peor que las rosas del jardin… Ahora bien, no se cuantas veces tuve que recoger la cocina antes de tener el valor de pedirle a mi madre que me bordase esas iniciales en la gorra. Y no era tanto por los platos que habia que fregar, sino por las preguntas que sabia que me haria sobre las iniciales: «?Para quien es? ?Por que se lo regalas? ?Que habeis hecho?» «?Como que que hemos hecho, mama! Eso es asunto nuestro.» Entre otras cosas, porque no hay nada peor que no tener el valor de admitir ni ante uno mismo que no tienes ni idea de lo que hacer… No te imaginas absolutamente nada.
Ricky se la pone. -?Como estoy?
– Genial.
Sonrio y nos quedamos mirandonos en la puerta. Despues el coge un bombon.
– ?Te gusta el chocolate fondant?
– Si, mucho.
Y me lo pasa. El lo coge de avellanas. Los desenvolvemos juntos mirandonos, sonriendonos y haciendo pelotas con el papel de aluminio dorado. Luego el me coge la mia de las manos y rodea con ella la suya, formando una pelota dorada mas grande, la deja caer y le da una patada al vuelo que le hace describir una parabola en el aire antes de salir volando por la ventana abierta de la escalera.
– ?Gooool!
Se hace el gracioso y levanta las dos manos mientras yo aplaudo divertida.
– ?Muy bien! ?Campeon!
Pero acto seguido todo vuelve a quedar envuelto en el silencio de la escalera. En esa tarde invernal, a un paso de esa lluvia sutil que cae un poco mas alla, donde ha ido a parar esa pequena pelota de futbol improvisada. De manera que nos miramos en silencio. Ricky se quita la gorra. Juega con ella entre las manos, ligeramente avergonzado, ahora si. Mira hacia abajo, se mira las manos, a continuacion de nuevo mis ojos. Y yo hago lo mismo. Acto seguido se acerca, su cabeza se ladea hacia mi… Como si… Como si… Si, me quiere besar. Yo tambien me aproximo a el. Justo hoy, el primer beso. San Valentin, la fiesta.
– ?Que monos! ?Dos enamorados a punto de besarse!