Mi hermana, ?que idiota!
– ?Solo nos estabamos despidiendo!
– Si, si… En ese caso, daos prisa, porque mama ha dicho que la comida ya esta lista.
Por suerte, se va.
Nos miramos por un instante, cohibidos. Luego Ricky intenta resolver la situacion.
– ?Vienes esta noche?
– ?Adonde?
– A casa de Bretta, celebra una fiesta.
– ?Ah, si, es verdad! ?Lo habia olvidado por completo!
Despues nos callamos y permanecemos asi en la puerta, mirandonos en silencio.
– ?A la mesa!
Mi hermana vuelve a pasar, y se rie. Juro que la odio.
– Bueno, adios. Nos vemos esta noche.
Cierro la puerta.
Ricky sale corriendo, feliz, se pone la gorra. Y sonrie. Esta noche la vuelvo a ver. ?Pero resulta que no esta pensando en misino en Rossana! ?Sabeis quien es? La madre de Bretta. Pues si, eso fue lo que descubri la noche de la fiesta. Y lo que hizo que mi mundo se hundiese. Una desilusion increible. Mas tarde comprendi que el mundo de los hombres no puede hundirse. Esta hecho asi.
Ahora os contare lo que sucedio, que era lo que estaba sucediendo desde hacia ya varias semanas sin que yo lo supiese. Recogi indicios, detalles, e incluso Bretta me conto algo. Pero jamas, repito jamas, habria creido que Riccardo, ese chico tan romantico y encantador que me habia regalado el banco con los dos corazones enamorados, pudiese ir tan lejos.
Riccardo vive en un atico, en el ultimo piso de nuestro edificio y, justo enfrente de el, esta el edificio de Bretta, que en realidad se llama Gianfranco. De donde salio Bretta es algo que nunca he llegado a entender. Pero esa es otra historia. Y, si he de ser franca, demasiado dificil para mi. En cualquier caso, un dia Riccardo estaba estudiando en su habitacion. Era una de esas tardes aburridas donde no consigues que nada te entre en la cabeza. Estaba alli, anochecia y estudiaba sentado a la mesa que esta frente a la ventana, todavia bien iluminada, por lo que no habia encendido las luces de la mesa, cuando, de repente, en el edificio de enfrente, en el apartamento de Gianfranco, o sea, de Bretta, para que nadie se confunda, se enciende una luz. Es un instante, pero da la impresion de que esta a punto de ocurrir algo. Esa habitacion vacia, esa luz encendida, no entra nadie, la espera va creando un lento suspense. Y de repente Rossana entra en el cuarto. Esta desnuda, completamente desnuda, no lleva nada puesto. Acaba de ducharse. Se seca el pelo frotandolo con una toalla. Riccardo no da credito a sus ojos. Se levanta de la mesa y cierra la puerta de su dormitorio, pese a que no hay nadie en casa, con la unica intencion de sentirse mas seguro. Y sigue mirandola.
Ella, Rossana, la madre de su amigo, no es especialmente guapa, pero tiene un pecho considerable. Y, ademas, no se, el hecho de…, si, en fin, de espiarla en alguna forma, bueno, eso lo excita aun mas. Rossana arroja la toalla sobre la cama y desaparece al salir de la habitacion.
Riccardo espera que regrese sentado a la mesa. Pasan varios segundos, minutos, pero su deseo permanece intacto. De manera que, al cabo de un rato, no puede contenerse mas y se le ocurre una idea. Va al dormitorio de su madre, todavia no tiene movil, pero sabe que en el telefono fijo de casa de Bretta no pueden ver quien efectua la llamada, de modo que teclea el numero. A continuacion corre de nuevo a la mesa de su habitacion y se sienta, jadeante y aun mas excitado. Segundos despues vuelve a ver a Rossana entrando en la habitacion. Todavia esta desnuda, aunque tiene el pelo un poco mas seco. Se precipita hacia el telefono, levanta el auricular pero, como no podia ser de otro modo, al otro lado de la linea no hay nadie.
– ?Digame? ?Digame?
Riccardo sonrie, a continuacion cuelga el telefono sin dejar de mirarla mientras ella sacude la cabeza, desnuda. Se alborota el pelo y abre el armario sin saber que ponerse. Se queda ahi, su cuerpo aparece de cuando en cuando, desnudo y rosado, por la puerta entornada. Se ve su espalda que huele a lo lejos a gel de bano y a crema. Y esa toalla humeda y tirada sobre la cama, y esa sensualidad que sale por la ventana entreabierta. Rossana abandona la habitacion. Riccardo vuelve a teclear el numero. Y ella entra de nuevo como antes. Se acerca al telefono. Riccardo esta otra vez en su puesto, junto a su mesa, contemplandola mientras responde, todavia desnuda.
– ?Digame? ?Digame? -Rossana espera un segundo mirando el auricular mudo-. ?Con quien hablo?
Luego se vuelve hacia el con el pecho desnudo, prominente, aun mas prominente a la luz de esa habitacion. Riccardo sonrie en la penumbra, en el silencio de su dormitorio solo se oye el ruido de una cremallera que se abre, la de sus pantalones. A continuacion, un suspiro excitado que se pierde entre sus movimientos y los de la mujer que tiene enfrente. Ella se inclina, se pone con parsimonia las bragas que ha sacado de un cajon del armario demasiado bajo para no ser, si cabe, aun mas excitante. Y la historia se prolonga durante varias semanas, cuando Riccardo se queda solo en casa.
A Rossana le gusta darse una ducha al final del dia, y no le preocupa deambular desnuda por la casa. Esta sola a menudo y a menudo se ve obligada a responder a ese telefono mudo. Por su parte, Riccardo esta siempre ahi, en la penumbra de su habitacion, mirandola. Sonrie. Imagina que esta en casa de ella, en la habitacion de al lado. Sentado en esa cama. Si ella se aleja y se enciende la luz del salon o del bano, Riccardo teclea su numero de telefono para hacerla regresar al dormitorio, para poder admirarla en su completa desnudez. Ella, tan abundante, tan plena, con ese pecho a decir poco generoso. Y todo parece proceder de forma casi perfecta, rayana en el aburrimiento. Hasta esa noche.
14 de febrero, San Valentin, la fiesta de los enamorados. Y tambien el cumpleanos de Bretta.
– ?Hola! ?Hola! ?Como estas?
Se besan uno detras de otro, la pandilla de chicos y chicas que entran en casa de Bretta. Estan Anto, Simo, Lucia y todas las chicas y los chicos de los dos edificios. Bretta los ha invitado a todos. Riccardo ha acudido tambien y saluda educadamente a Rossana, la madre de Bretta.
– Buenas noches, senora…
– Hola, Riccardo, ?como estas?
– Bien, gracias, ?y usted?
Y se sonrien, muy educados en sus respectivos papeles. Riccardo la mira mientras se aleja embutida en un vestido largo, la observa avanzar lentamente entre los invitados. La madre de Bretta saluda a los demas y. si bien su caftan es oscuro, Riccardo puede entrever esas curvas que conoce tan bien. A saber si se habra puesto el sujetador de encaje burdeos o el otro, el negro transparente… Pero de repente alguien lo rapta o, mejor dicho, lo devuelve a la realidad.
– ?Nos sentamos juntos, Ricky?
Lo miro risuena pensando todavia en el banco con los dos corazones que me ha regalado, en el bombon que nos hemos comido juntos, en ese silencio embarazoso pero a la vez tan romantico… ?Y tambien en mi hermana, que es una autentica gilipollas!
– ?Claro! Vamos, sentemonos en seguida juntos, antes de que los demas ocupen los asientos.
De manera que poco despues nos encontramos sentados a la mesa. El resto del grupo llega en un abrir y cerrar de ojos, como si hubiesemos dado el pistoletazo de salida para la cena.
– Venga, yo me siento aqui.
– Yo presidire la mesa.
– No, aqui va Maria.
– Y aqui Lucia.
Al final, despues de algun que otro rifirrafe, acaban de sentarse todos. Cuento. Somos dieciocho. Y yo estoy exultante. Riccardo esta a mi derecha. De repente, aparta el mantel.
– Mira -me dice indicandome su bolsillo izquierdo.
Nooo…, ?que encanto! Lleva la gorra azul que le he regalado. Con mis letras. Bueno, con las de mi madre, solo que el no lo sabe. Le asoma por el bolsillo. Me sonrie, le aprieto la mano bajo el mantel y justo en ese momento llega la madre de Bretta.
– Aqui os traigo la primera tanda de comida. A ver, he freido algunas cosas riquisimas: croquetas de arroz, carne y mozzarella, flores de calabaza… Empezaremos con las aceitunas a la ascolana. Yo os servire en los platos, ?eh?…