dije lo que comunico la policia; ahora voy a descubrirlo por mi mismo. Si su Zo es inocente, lo sabre. Y lo escribire. Cuando lo escriba, el articulo hara que salga de la carcel.
– De acuerdo. Esta bien. El Senor le ayudara a traer a mi chico a casa.
– Pero tambien voy a necesitar su ayuda, Wanda.
Pase a usar su nombre de pila. Ya era hora de hacerle creer que estaba de su parte.
– Cuando se trata de mi Zo, siempre estoy dispuesta a ayudar -dijo ella.
– Bien -asenti-. Dejeme decirle lo que quiero que haga.
Capitulo 3
Geneva estaba detras del mostrador, leyendo un libro de bolsillo. Carver concentro el foco para tratar de ver que estaba leyendo. No logro distinguir el titulo, pero si el nombre de la autora en la parte superior de la pagina: Janet Evanovich. Sabia que Geneva habia leido varios libros de esa autora. Con frecuencia la veia sonriendo mientras lo hacia.
Era una informacion interesante. Iria a una libreria, elegiria un libro de Evanovich y se aseguraria de que Geneva lo viera en su bolsa cuando pasara por la recepcion. Serviria para romper el hielo, entablar conversacion y quizas algo mas.
Movio la lente por control remoto y vio que el bolso de Geneva estaba abierto en el suelo, al lado de su silla. Enfoco y vio cigarrillos, chicles y dos tampones junto con llaves, cerillas y una billetera. Eran esos dias del mes. Quiza por eso Geneva habia sido tan cortante con el cuando habia entrado; apenas le habia dicho hola.
Carver miro su reloj. Ya pasaba la hora en que Geneva se tomaba su descanso de la tarde. Yolanda Chavez, de administracion, tenia que entrar por la puerta y dejar salir a Geneva. Quince minutos. Carver planeaba seguirla con las camaras. A fumar, al lavabo a orinar, no importaba. Podria seguirla. Tenia camaras en todas partes. Veria cualquier cosa que hiciera.
Justo en el momento en que Yolanda entraba por la puerta de recepcion, hubo una llamada en la puerta de Carver. Este inmediatamente pulso una combinacion de teclas y las tres pantallas regresaron a los graficos de datos de tres torres de servidor distintas. No habia oido el zumbido de la puerta de seguridad de la sala de control, pero no estaba seguro. Quiza se habia concentrado tanto en Geneva que se le habia pasado.
– ?Si?
La puerta se abrio. Solo era Stone. Carver se enfado porque habia apagado sus pantallas y habia interrumpido el seguimiento de Geneva.
– ?Que pasa, Freddy? -pregunto con impaciencia.
– Queria preguntarte por las vacaciones -dijo Stone en voz alta.
Entro y cerro la puerta. Movio la silla al otro lado de la mesa de trabajo de Carver y se sento sin permiso.
– A la mierda las vacaciones -dijo-. Eso era para los de ahi fuera. Quiero hablar de doncellas de hierro. Este fin de semana creo que he encontrado a nuestra siguiente chica.
Freddy Stone era veinte anos mas joven que Carver. Este se habia fijado en el por primera vez mientras acechaba bajo una identidad diferente en una sala de chat de doncellas de hierro. Trato de seguirle la pista, pero Stone era demasiado bueno para eso. Desaparecio en la niebla digital.
Imperterrito y aun mas intrigado, Carver monto un sitio llamado www.doncellasdehierro.com y, claro, Stone finalmente entro. Esta vez Carver establecio contacto directo y empezo el baile. Asombrado por su juventud, Carver lo recluto de todos modos, cambio su aspecto e identidad y le hizo de mentor.
Carver lo habia salvado, pero, despues de cuatro anos, Stone estaba demasiado cerca y a veces no soportaba esa proximidad. Freddy se tomaba excesivas libertades, como entrar y sentarse sin permiso.
– ?En serio? -dijo Carver colocando intencionalmente una nota de incredulidad en sus palabras.
– Prometiste que podria elegir a la siguiente, ?recuerdas? -respondio Stone.
Carver habia hecho la promesa, pero solo en el fervor del momento. Cuando estaban en la autovia 10, saliendo de la playa de Santa Monica con las ventanas abiertas y el aire de mar soplando en sus caras. Todavia estaba de subidon y le dijo estupidamente a su joven discipulo que podria elegir a la siguiente.
Ahora tendria que cambiar eso. Solo queria volver a vigilar a Geneva, quiza captar el cambio del tampon en el lavabo y dejar ese inconveniente para mas tarde.
– ?Nunca te cansas de esa cancion? -pregunto Stone.
– ?Que?
Carver se dio cuenta de que habia empezado a tararear otra vez mientras pensaba en Geneva. Avergonzado, trato de cambiar de tema.
– ?A quien has encontrado? -pregunto.
Stone sonrio de oreja a oreja y nego con la cabeza como si apenas pudiera creer su buena suerte.
– La chica tiene su propio sitio porno. Te enviare el enlace para que puedas comprobarlo, pero te va a gustar. He mirado sus declaraciones de renta: el ano pasado declaro doscientos ochenta mil solo de gente que pagaba veinticinco dolares al mes para verla follando.
– ?Donde la has encontrado?
– Dewey y Bach, contables de algo llamado California Tax Franchise Board; se encargaron ellos de auditarla. Aqui esta toda la info. Tengo todo lo que necesitamos para prepararlo. Luego controle su web: Mandy For Ya punto com. Es una zorra de piernas largas. Es nuestro tipo.
Carver podia sentir la ligera vibracion de anticipacion en su fibra oscura. Pero no iba a cometer un error.
– ?En que lugar de California exactamente? -pregunto.
– En Manhattan Beach -dijo Stone.
Carver queria saltar sobre la mesa de cristal y golpear a Stone en la sien con una de las pantallas de plasma, pero se limito a preguntar:
– ?Sabes donde esta Manhattan Beach?
– ?No esta por El Joya y San Diego? ?Alli abajo?
Carver nego con la cabeza.
– Para empezar es La Jolla. Y no, Manhattan Beach no esta cerca de ahi. Esta al lado de Los Angeles y no muy lejos de Santa Monica. Asi que olvidala. Vamos a tardar mucho en volver alli. Conoces las reglas.
– Pero Dub, ?es perfecta! Ademas, ya he sacado sus archivos. Los Angeles es una gran ciudad. En Santa Monica a nadie le importa lo que ocurre en Manhattan Beach.
Carver nego con la cabeza enfaticamente.
– Ya puedes olvidarte de esos ficheros. Acabamos de quemar Los Angeles durante tres anos por lo menos. No me importa a quien encuentres ni lo seguro que creas que es. No voy a desviarme del protocolo. Y otra cosa: me llamo Wesley, no Wes, y desde luego nada de Dub.
Stone miro la mesa de cristal con expresion abatida.
– ?Sabes que? -dijo Carver-. Me pondre a trabajar en ello y encontrare a alguien. Espera y ya veras como te gustara. Te lo garantizo.
– Pero iba a ser mi turno. -Estaba haciendo pucheros.
– Has tenido tu ocasion y la has desaprovechado -dijo Carver-. Ahora me toca a mi. Asi que, ?por que no vuelves a salir y te pones a trabajar? Todavia me debes informes de estatus de las torres entre la ochenta y la ochenta y cinco. Los quiero al final del dia.
– Lo que tu digas.
– Vamos. Y animate, Freddy. Estaremos otra vez de caza antes del final de semana.
Stone se levanto y se volvio hacia la puerta. Carver observo como salia, preguntandose cuanto tiempo pasaria