escribiras un articulo sobre como un chico de dieciseis anos se convierte en un asesino a sangre fria. Joder, poner en libertad a un hombre inocente es un topico periodistico hoy en dia, pero ?meterte en la mente de un joven asesino de esta manera? Contar como la sociedad deja que ocurran estas cosas. Eso es territorio Pulitzer, hermano.
Al principio no dije nada. Lester me habia dejado helado. Prepare una defensa y respondi.
– Lo unico que le he prometido es que investigaria el caso. Nada mas.
– Claro, claro. La estas usando porque es demasiado ignorante para saberlo. El chico probablemente sea igual de estupido. Y todos sabemos que el abogado cambiara al cliente por los titulares. De verdad crees que vas a llevarte el premio gordo con este, ?eh?
Negue con la cabeza y no respondi. Note que me ruborizaba y me volvi a mirar por la ventana.
– Eh, pero no pasa nada -dijo Lester.
Me volvi a mirarlo e interprete la expresion de su cara.
– ?Que quieres, Sonny?
– Una parte, nada mas. Trabajamos en equipo. Voy contigo a Sylmar y al tribunal y hago el trabajo fotografico. Tu presentas una solicitud de fotografo y pones mi nombre. De todos modos el paquete queda mejor, sobre todo para presentarlo.
Se referia a presentarlo al Pulitzer y otros premios.
– Mira -dije-, ni siquiera he hablado con mi redactor de esto. Te estas adelantando. Ni siquiera se si…
– Les encantara y lo sabes. Van a darte libertad para que lo trabajes y puede que me liberen a mi tambien. ?Quien sabe?, a lo mejor los dos ganamos un premio. No pueden echarte si llegas a casa con un Pulitzer.
– Estas hablando de la ultima posibilidad, Sonny. Estas loco. Ademas, a mi ya me han echado. Tengo doce dias y luego me importara una mierda el Pulitzer porque ya no estare.
Vi que sus ojos registraban sorpresa por mi despido. Luego asintio como si computara esa nueva informacion en el escenario que estaba desarrollando.
– Entonces es el adios definitivo -dijo-. Ya lo pillo: los dejas con un articulo tan bueno que tendran que llevarlo a concursos aunque tu ya te hayas ido, y que les den.
No respondi. No habia pensado que fuera tan facil de interpretar. Me volvi hacia la ventana. Alli la autopista estaba elevada y vi los edificios que se apilaban unos contra otros. Muchos tenian lonas impermeabilizadas sobre los techos viejos y con goteras. Cuanto mas al sur de la ciudad te dirigias, mas lonas de ese tipo veias.
– De todos modos quiero participar -dijo Lester.
– Prendo, ?tienes un momento?
No levanto la mirada.
– Ahora mismo no, Jack. Estoy ocupado preparando la prevision para las cuatro. ?Tienes algo para manana ademas del articulo de Angela?
– No, queria hablarte de algo a mas largo plazo.
Dejo de teclear y levanto la mirada hacia mi. Me di cuenta de que estaba perplejo. ?De que largo plazo podia hablar alguien que iba a marcharse en doce dias?
– No tan largo plazo. Podemos hablar mas tarde o manana. ?Angela ha entregado el articulo?
– Todavia no. Creo que estaba esperando que lo leyeras tu. ?Puedes ponerte ahora? Quiero colgarlo en la web en cuanto lo tengamos.
– Enseguida.
– Vale, Jack. Hablaremos mas tarde, o mandame un mail rapido.
Me volvi y barri la redaccion con la mirada. Era grande como un campo de futbol. No sabia donde estaba el cubiculo de Angela, pero sabia que estaria cerca. Cuanto mas nuevo eras, mas cerca de la Balsa te tenian. Los rincones de la redaccion eran para los veteranos que supuestamente necesitaban menos supervision. El lado sur se llamaba Baja Metro y estaba habitado por periodistas veteranos que todavia producian. El lado norte era el Trastero, donde se situaban los periodistas que hacian poco periodismo y que escribian todavia menos. Algunos de ellos gozaban de posiciones sacrosantas en virtud de conexiones politicas o premios Pulitzer, y otros simplemente tenian una sorprendente habilidad para pasar desapercibidos y escapar de la atencion de los redactores que distribuian trabajo o de quienes hacian los recortes corporativos.
Por encima de la mampara de uno de los cubiculos mas proximos vi el pelo rubio de Angela. Me acerque.
– ?Como va? -Dio un respingo-. Lo siento. No queria asustarte.
– No pasa nada. Estaba absorta leyendo esto. -Senalo el ordenador.
– ?Es el articulo?
Se puso colorada. Me di cuenta de que se habia recogido el pelo en la nuca y habia metido un lapiz en el nudo. Le daba un aspecto aun mas sexy de lo habitual.
– No, en realidad no, es de Archivos. Es el articulo sobre ti y ese asesino al que llamaban «el Poeta». Pone los pelos de punta.
Examine la pantalla mas de cerca. Habia sacado de los archivos un articulo de hacia doce anos, de cuando trabajaba en el
– Si, fue bastante espeluznante. ?Has terminado con tu articulo de hoy?
– ?Que le paso a esa detective del FBI con la que trabajaste, Rachel Walling? Otro de los articulos dice que la sancionaron por saltarse normas eticas contigo.
– Sigue por aqui. En Los Angeles, de hecho. ?Podemos ver el articulo de hoy? Prendo quiere que lo entreguemos para ponerlo en la web.
– Claro. Lo tengo escrito. Estaba esperando a que lo vieras antes de entregarlo.
– Voy a buscar una silla.
Cogi una de un cubiculo vacio. Angela me hizo sitio a su lado y lei el articulo de trescientas palabras que habia escrito. La prevision de maquetacion le habia reservado doscientas cincuenta, lo cual significaba que terminaria reducido a doscientas, aunque siempre podias extenderte mas para la edicion digital, porque alli no habia restricciones de espacio. Cualquier periodista que se preciara tendia de manera natural a pasarse de la prevision. El ego dictaba que tu articulo y tu capacidad de escribir iria ascendiendo por la escala de redactores que lo leerian y se irian dando cuenta de que, al margen de para que edicion lo hubieras escrito, era tan bueno que no merecia ningun recorte.
La primera correccion que hice yo fue para quitar mi nombre de la firma.
– ?Por que, Jack? -protesto Angela-. Lo hemos investigado juntos.
– Si, pero tu lo has escrito. Tu lo firmas.
Se estiro sobre el teclado y puso su mano sobre mi mano derecha.
– Por favor, quiero tener una firma contigo. Significaria mucho para mi.
La mire con escepticismo.
– Angela, esto es una columna de treinta centimetros que probablemente van a reducir a veinte y van a enterrar en el interior. Es solo otra noticia de asesinato y no necesita dos firmas.
– Pero es mi primer articulo en el
Todavia tenia su mano sobre la mia. Me encogi de hombros y asenti.
– Como quieras.
Me solto y yo volvi a escribir mi nombre en la firma. Entonces se estiro y me sostuvo la mano una vez mas.
– ?Es esta la que te hirieron?