habia parecido una contradiccion: como si se tratara de un gran montaje en el que el Gobierno controlaba tanto la oferta como la demanda.
Meyer era un hombre joven y supuse que no haria mas de cinco anos que habia salido de la facultad de Derecho. Sin embargo, ahi estaba, defendiendo a un chico -o a un chaval- acusado de homicidio. Volvio del tribunal cargado con un maletin de piel que de tan abultado era demasiado incomodo y pesado para llevarlo por el asa y se lo habia puesto bajo el brazo. Pregunto al recepcionista si tenia mensajes y este me senalo. Se cambio el pesado maletin al brazo izquierdo y me tendio la mano. Se la estreche y me presente.
– Pase -dijo-. No tengo mucho tiempo.
– Esta bien. No voy a robarle mucho en esta ocasion.
Tuvimos que ir en fila india por el pasillo, estrechado por toda una hilera de archivadores pegados a la pared derecha. Seguro de que eso constituia una infraccion de la legislacion de seguridad contra incendios. Era la clase de detalle que normalmente me guardaba para un dia flojo; «la Oficina del Defensor Publico». Pero ya no me preocupaban los titulares ni los articulos para los dias de pocas noticias. Tenia un ultimo articulo que escribir y eso era todo.
– Aqui -dijo Meyer.
Lo segui a una oficina compartida, un cuarto de seis por tres y medio con escritorios en cada esquina y mamparas entre ellos.
– Hogar dulce hogar -dijo-. Traiga una de esas sillas.
Habia otro abogado sentado en el escritorio situado en diagonal al de Meyer. Acerque la silla de la mesa de al lado y nos sentamos.
– Alonzo Winslow -dijo Meyer-. Su abuela es una mujer interesante, ?no?
– Sobre todo en su propio entorno.
– ?Le ha contado lo orgullosa que esta de tener un abogado judio?
– Si, la verdad es que si.
– Resulta que soy irlandes, pero no queria estropearselo. ?Que quiere hacer por Alonzo?
Saque del bolsillo una micrograbadora y la encendi. Era del tamano de un mechero. Me acerque y la coloque en el escritorio entre nosotros.
– ?Le importa si grabo esto?
– No. Yo tambien quiero que se grabe.
– Bueno, como le he dicho por telefono, la abuela de Zo esta convencida de que la policia se ha equivocado. Le dije que lo estudiaria, porque yo escribi el articulo en el que la policia lo acusaba. La senora Sessums, que es la tutora legal de Zo, me ha dado acceso pleno a el y a este caso.
– Puede que sea su tutora legal, tendria que comprobarlo, pero que le garantice acceso al caso no significa nada en terminos legales, y por lo tanto no significa nada para mi. Lo entiende, ?verdad?
Eso no era lo que habia dicho por telefono cuando le puse con Wanda Sessums. Estaba a punto de echarle en cara eso y su promesa de cooperacion cuando vi que lanzaba una mirada rapida sobre su hombro y me di cuenta de que podria estar hablando asi por el otro abogado de la sala.
– Claro -dije-. Y se que tiene reglas en relacion a lo que puede decirme.
– Siempre que comprendamos eso, puedo intentar trabajar con usted. Puedo responder sus preguntas hasta cierto punto, pero en este momento del caso no tengo libertad para entregarle el archivo de divulgacion de pruebas.
Al decir esto giro en su asiento para comprobar que el otro abogado todavia estaba de espaldas y me paso rapidamente una memoria USB.
– Tendra que conseguir esa clase de cosas del fiscal o de la policia -anadio.
– ?Quien es el fiscal asignado al caso?
– Bueno, ha de ser Rosa Fernandez, pero ella se ocupa de casos de menores. Estan diciendo que quieren juzgar a este chico como adulto, y eso supondria un cambio de fiscal.
– ?Va a oponerse a que lo saquen del tribunal de menores?
– Por supuesto. Mi cliente tiene dieciseis anos y no ha ido a la escuela con regularidad desde que tenia diez o doce. No solo no es adulto segun ningun criterio legal, sino que su capacidad y agudeza mental ni siquiera corresponden a las de un chico de dieciseis anos.
– Pero la policia dice que este crimen tiene un alto grado de sofisticacion y un componente sexual. La victima fue violada y sodomizada con objetos extranos. Torturada.
– Esta suponiendo que mi cliente cometio el crimen.
– La policia dijo que confeso.
Meyer senalo la memoria USB que yo tenia en la mano.
– Exactamente -asintio-. La policia dijo que confeso. Yo tengo dos cosas que objetar al respecto. Segun mi experiencia, si pones a un chico de dieciseis anos en un armario durante nueve horas, no lo alimentas ni lo hidratas como es debido, le mientes sobre pruebas que no existen y no lo dejas hablar con nadie (ni abuela, ni abogado; nadie), finalmente te dara lo que quieras si cree que eso finalmente lo sacara del armario. Y en segundo lugar, lo importante es que es lo que confeso exactamente. El punto de vista de la policia es, desde luego, diferente del mio en eso.
Lo mire un momento. La conversacion era intrigante, pero demasiado criptica. Necesitaba llevar a Meyer a un lugar donde pudieramos hablar con libertad.
– ?Quiere tomar una taza de cafe?
– No, no tengo tiempo. Y como he dicho, no puedo entrar en los detalles del caso. Aqui tenemos nuestras reglas y estamos tratando con un menor, a pesar de los esfuerzos del Estado en sentido contrario. E ironicamente, la misma oficina del fiscal del distrito que quiere acusar a este chico como adulto se nos echaria encima a mi o a mi jefe si le diera a usted cualquier documento de un caso relacionado con un menor. Esto todavia no es un tribunal de adultos, asi que las reglas disenadas para proteger a un menor siguen en pie. Pero estoy seguro de que tiene fuentes en el departamento de policia que pueden darle lo que necesita.
– Si.
– Bien. Entonces, si quiere una declaracion mia, le dire que creo que mi cliente (y, por cierto, no tengo libertad para identificarlo por su nombre) es casi tan victima aqui como Denise Babbit. Es cierto que ella es la victima definitiva, porque perdio la vida de una manera horrible. Pero a mi cliente lo han privado de libertad y no es culpable de este crimen. Podre probarlo en cuanto lleguemos al tribunal; no importa si es de adultos o de menores. Defendere vigorosamente a mi cliente, porque no es culpable de este crimen.
Habia sido una declaracion pronunciada con esmero y que no era menos de lo que esperaba. Pero aun asi me dio que pensar. Meyer estaba traspasando ciertos limites al darme la memoria USB y tenia que preguntarme por que. No le conocia, nunca habia escrito un articulo que lo mencionara y no existia la confianza que se construye entre periodista y fuente cuando se escriben y se publican noticias. Asi pues, si Meyer no estaba traspasando el limite por mi, ?por quien lo estaba haciendo? ?Por Alonzo Winslow? ?Ese defensor publico con el maletin a reventar con causas de clientes culpables podia creer de verdad su declaracion? ?De verdad creia que Alonzo era una victima, que realmente era inocente?
Cai en la cuenta de que estaba perdiendo el tiempo. Tenia que volver a la redaccion y ver que habia en la memoria USB. En la informacion digital que se escondia en mi mano encontraria mi rumbo.
Me incline y apague la grabadora.
– Gracias por su ayuda.
Lo dije sarcasticamente teniendo en cuenta al otro abogado de la sala. Salude con la cabeza y guine un ojo a Meyer antes de salir.