– Voy a volver al hotel a buscar mis cosas. ?Quieres que te deje la habitacion?
– No, paga el FBI. Cuando te vayas deja mi maleta en recepcion, ?de acuerdo? Ya pasare por alli mas tarde.
– De acuerdo, Rachel. Cuidate.
Al volverme para ir hacia el coche, alargue el brazo por sorpresa y le aprete la muneca. Esperaba que el mensaje le llegara alto y claro: estabamos juntos en eso.
Al cabo de diez minutos, el almacen se alejaba en mi retrovisor e iba de camino al Mesa Verde Inn. Estaba en la lista de espera de Southwest Airlines para conseguir un pasaje de vuelta a Los Angeles, pero no podia concentrarme en nada que no fuera la idea de que el Sudes no era un solo asesino, sino dos que actuaban al unisono.
Para mi, la idea de dos personas que se habian conocido y actuaban en la misma longitud de onda de sadismo sexual y asesinato doblaba o incluso mas la sensacion de terror que sus acciones tenebrosas conjuraban. Pense en el termino que Yolanda Chavez habia empleado durante el recorrido por Western Data: fibra oscura. ?Podia haber algo tan profundo y oscuro en la fibra de una persona como el deseo de compartir algo semejante a lo que habia ocurrido con Denise Babitt y las demas victimas? Yo creia que no, y solo de pensarlo se me helo el alma.
Capitulo 17
– Senor Carver, tiene que tranquilizarse -dijo el agente Torres-. Va a ser una noche muy larga, y si sigue paseando arriba y abajo lo sera todavia mas, tanto para usted como para nosotros.
– Lo siento -dijo Carver-, pero es que estoy nervioso pensando en lo que va a suponer todo esto.
– Claro, senor, lo entendemos -dijo Torres-. ?Que tal si…?
El agente se vio interrumpido por la tonada de
– Disculpe -dijo Carver.
Se saco el movil del bolsillo y contesto.
– Soy yo -dijo Freddy Stone.
– ?Hombre, que tal! -contesto Carver con alborozo en atencion a los agentes.
– ?Lo han encontrado ya?
– Pues todavia no. Sigo aqui y me parece que estare un buen rato.
– Entonces, ?sigo adelante con el plan?
– Tendras que jugar sin mi.
– Es mi prueba, ?verdad? Tengo que demostrartelo -dijo con un ligero tono de indignacion.
– Despues de lo que paso la semana pasada, me alegro de saltarme esta.
Hubo una pausa y Stone cambio de tema.
– ?Los agentes ya saben quien soy?
– No lo se, pero ahora mismo no puedo hacer nada. El trabajo es lo primero. Seguro que la semana que viene podre ir, y para entonces ya podras volver a llevarte mi dinero.
Carver confiaba en que esas frases estuvieran dentro de los limites de la charla del poquer para los agentes que le escuchaban.
– ?Nos vemos luego alli? -pregunto Stone.
– Si, en mi casa. Tu traes las patatas y la cerveza. Nos vemos luego. He de colgar.
Corto la llamada y volvio a guardarse el movil en el bolsillo. Las evasivas y la indignacion de Stone empezaban a preocuparle. Unos dias atras rogaba por su vida; ahora no le gustaba que le dijeran lo que tenia que hacer. Carver empezo a juzgar sus propias acciones. Probablemente tendria que haber acabado con eso en el desierto y haber metido a Stone en el hoyo con Mc Ginnis y el perro. Fin de la historia. Fin de la amenaza.
Todavia podia hacerlo. Quizas esa misma noche. Otra oportunidad dos por uno. Seria el final para Stone y para un monton de otras cosas. Western Data no resistiria el escandalo. Tendrian que cerrar y Carver cambiaria y seguiria adelante. Solo, como antes. Aprovecharia las lecciones que habia aprendido y volveria a empezar en algun otro lugar. Sabia que podia hacerlo.
Torres aparto la mirada de su pantalla y miro a Carver. Se pregunto si tal vez habria canturreado sin darse cuenta.
– ?Noche de poquer? -pregunto Torres.
– Ah, si. Perdon por la intromision.
– Y yo siento que se pierda la partida.
– No pasa nada. Lo mas probable es que me esten ahorrando cincuenta dolares.
– El FBI siempre esta contento de ayudar.
Torres sonrio y su companera, la agente que se llamaba Mowry, tambien sonrio.
Carver intento sonreir, pero le hacia sentir falso y lo dejo. La verdad era que no tenia ningun motivo para sonreir.
Capitulo 18
Eso si me daban nuevos detalles. Lo que habia sido una pequena dosis de paranoia se convirtio en algo mas grande a medida que las llamadas a Rachel, una cada hora, quedaban sin contestar y los mensajes lo mismo. Mis planes para la noche -y para el futuro- chocaban con las rocas de la duda.
Al final, justo antes de las once, sono mi movil. El identificador de llamadas decia Mesa Verde Inn. Era Rachel.
– ?Que tal Los Angeles? -pregunto.
– Los Angeles bien -dije yo-. He tratado de llamarte. ?No has recibido mis mensajes?
– Lo siento, el movil se me ha quedado sin bateria. Lo he usado demasiado… Acabo de volver al hotel. Gracias por dejarme la maleta.
La explicacion de la bateria parecia plausible. Empece a relajarme.
– De nada -dije-. ?En que habitacion estas?
– Siete diecisiete. ?Y tu que tal, al final has vuelto a tu casa?